El hombre con cara de asesino, de Matti Rönkä
El hombre con cara de asesino a quien se refiere el título es Viktor Gornostájev o, si lo prefieren, Viktor Kärppä, un señor medio finlandés, medio ruso (y, por tanto, quizá de esos dos países pero al mismo tiempo, ay, de ninguno de los dos) que es, además, exmiembro del ejército soviético y actualmente detective privado y, por otro lado, intérprete, ayudante, colaborador y chico para todo del hampa establecida en Helsinki. A pesar de sus rasgos fisonómicos ya mencionados, enseguida nos damos cuenta de que Kärppä no es en absoluto mala persona, a pesar de que se preste a dar servicios remunerados a gente de moral dudosa.
Al hombre con cara de asesino va a verle un día un tal Aarne Larsson, librero de los que no venden obras de ficción y hombre celoso de sus propios secretos, quien lo contrata para que encuentre a su mujer, Sirje, hermana del traficante estonio Jaak Lillepuu. Sólo le faltaba ese encargo a Kärppä para terminar de sumergirse en el submundo criminal que no entiende de fronteras o, directamente, incluso se aprovecha de aquellas. Entre viajes-relámpago a Rusia y a Estonia, intimidaciones del inspector Korhonen -que sabe muy bien de qué pie cojea nuestro hombre- y la relación laboral cargada de tensión y temor que tiene con el mafioso Ryzhkov, Viktor Kärppä sigue rastros, se gana el sustento como puede, cuida de su anciana madre en Carelia, ese territorio a caballo entre dos culturas, dos idiomas y dos formas de entender la vida, e incluso tiene tiempo para enamorarse.
El hombre con cara de asesino es un thriller con personalidad propia y con un protagonista que está mucho más emparentado con el pícaro y el buscavidas de la tradición literaria española que con las decenas de policías e inspectores de la novela nórdica de género negro o, incluso, con los detectives privados norteamericanos que se pasean de puntillas por el límite entre la ley y el crimen. Esta novela de Matti Rönkä es, sí, una novela criminal, con un misterio central alrededor del cual se articula una trama con múltiples derivaciones, y es también novela de acción con escenas y caracterizaciones típicas de las historias de hampones y gángsteres; pero, sobre todo y sin despecho de lo anterior, El hombre con cara de asesino es una novela picaresca sobre el personaje de Viktor Kärppä, quien, además de rasgos de asesino, a veces siente soledad y nostalgia de su casa, es enamoradizo y quiere que lo quieran, es un poco melancólico y bastante socarrón y tiene, quizá a pesar de sí mismo, debajo de su pose de hombre duro, un buen corazón que se conmueve con la vulnerabilidad ajena.
Y, en última instancia, lo que realmente nos engancha, nos gusta y nos sorprende de El hombre con cara de asesino es eso: la triste figura de ese caballero apátrida de corazón partido que casi no tiene ni identidad cierta y que apenas empieza a tener a alguien a quien abrazar por las noches; ese Viktor Kärppä-Gornostájev que no olvida de dónde viene; que es consciente de que a veces se salta la ley a la torera pero que sigue teniendo conciencia y que trata de acallarla a base de mentirse piadosamente a sí mismo; y que siempre tiene en mente a su madre, anciana y preocupada, allá en Carelia.
El hombre con cara de asesino es, pues, una original y entrañable novela picaresca que nos recuerda que Finlandia es seguramente el menos nórdico y el más mediterráneo y apasionado de todos los países de aquella región.