*Nota: si tienes Spotify o YouTube a mano, Starman de David Bowie es la banda sonora de esta reseña (al menos es la canción que he escuchado en bucle mientras la escribía).
Suelo huir de la ciencia ficción como un político español de una fecha de investidura. Quizás sea por falta de imaginación o por miedo a lo desconocido, pero casi siempre recurro a narraciones que podrían ocurrirme a mí o a cualquier persona corriente. Es que es leer algo de combates interplanetarios o de personas que conversan con robots como si fueran íntimos amigos y me tiendo a evadir de la historia, no puedo remediarlo. El hombre que cayó en la Tierra, por ello, ha sido todo un atrevimiento por mi parte, una salida de mi zona de confort literaria de la que no me arrepiento para nada.
Thomas Jerome Newton es un extraterrestre con unos rasgos físicos muy similares a los humanos. Su planeta, Anthea, ha acabado devastado por múltiples guerras y los escasos habitantes que sobreviven parecen tener su destino escrito, debido a la escasez de agua y de otros recursos naturales esenciales. Por ello, Newton es enviado a la Tierra con una misión hartamente compleja: reunir los recursos necesarios para construir una gran nave espacial que pueda trasladar a los antheanos supervivientes a nuestro planeta. Su principal baza es que su especie está mucho más desarrollada que la nuestra, lo que le lleva a amasar una gran fortuna muy pronto, al fundar una empresa que lanza al mercado diversos inventos revolucionarios.
Es en este contexto donde Walter Tevis desarrolla una historia atípica, que se distancia de las habituales tramas de invasores alienígenas para exponernos las vivencias de un ser con una personalidad muy compleja. Newton manifiesta tempranamente fuertes sentimientos de soledad y melancolía, que le llevan a pasar largos periodos de tiempo aislado en su mansión y a destrozar su frágil cuerpo con litros y litros de ginebra. Su inadaptación al mundo, su falta de humanidad hace que, paradójicamente, resulte más humano. El otro gran personaje del libro es Nathan Bryce, un profesor universitario que, atraído por los inventos de Newton, que él considera que escapan de las capacidades humanas, comienza a trabajar en su empresa para poder conocerle y descubrir qué hay detrás de ese peculiar sujeto.
En esta edición de la editorial Contra, los homenajes a David Bowie son numerosos, desde la sobrecubierta a la cubierta, pasando por el marcapáginas. Y es que El Camaleón del Rock fue el encargado de interpretar a Newton en la versión cinematográfica de la obra, estrenada en el año 1975. Quién mejor que él para encarnar a un ser tan extraño, solitario y sobresaliente. Bowie tenía muy presente al personaje, hasta el punto de que uno de sus últimos proyectos antes de fallecer fue un musical a modo de secuela de esta historia, bajo el nombre de Lazarus.
No sé si El hombre que cayó en la Tierra me ha acercado más a la ciencia ficción o no, dado que considero que Tevis toma las porciones justas de fantasía y de futurismo para presentarnos una historia mundana y profundamente crítica con la sociedad moderna. Lo que sí que tengo claro es que estamos ante un clásico cuyo mensaje no ha quedado desfasado con el paso de las décadas, dado que la soledad y la inadaptación están cada vez más presentes en hombres y mujeres de nuestros días, que no han tenido que caer en la Tierra para sentirse extraños en ella.