Hace poco os hablé de Bowie, el libro que publicó la editorial Sexto Piso. Hoy le toca el turno a la editorial Contra, que ha publicado El hombre que cayó en la tierra y cuya edición es, como siempre, una delicia. Se me cae la baba con los detalles, las fotografías y hasta el marcapáginas. Gracias Contra, a vuestros pies.
Si habéis leído la reseña de la que os hablo al principio, sabréis que David Bowie es una de mis debilidades y si no, ya os lo digo yo: Bowie es (porque sigue siendo) Dios. ¿Herejía? ¿Blasfemia? Arderé en el infierno. Pero arderé bailando una canción de Bowie. Let’s dance.
Quiero hablaros de este libro y de su adaptación al cine llevada a cabo por el director Nicolas Roeg en 1976. Justo este año se cumplen cuarenta años de su estreno (¡cuarenta años!, ¡se dice pronto!) y he leído que van a sacar una nueva edición de la película remasterizada y con todas esas moderneces de hoy en día. En realidad, podría decirse que El hombre que cayó en la tierra es una película de culto en el mundillo de la ciencia ficción. Quizás en España no sea tan conocida o yo es que soy muy poco freak, pero tanto el libro como la película tienen bastante buena fama.
Antes de ver la película en versión original, como buena hipster, me he leído el libro. ¿Prefiero el libro o su adaptación cinematográfica? Insertar aquí ruido de violín de Juan Tamariz: tendréis que seguir leyendo para averiguarlo.
Thomas Jerome Newton es el protagonista, un extraterrestre de Anthea que viene a la tierra con el objetivo de poder llevar agua a su planeta, que sufre una gran sequía. En la película, Newton es un espléndido David Bowie de veintinueve años en su primer papel protagonista. Cualquiera lo diría. Es alucinante ver actuar a Bowie, aunque mi papel preferido siempre será el de rey de los Goblins en Dentro del laberinto. Pura elegancia lo suyo. Para poder regresar a su planeta, el extraterrestre Newton necesita conseguir dinero para construir su propia nave espacial que lo lleve de vuelta a casa. Gracias a la ayuda del abogado de patentes Farnsworth, interpretado por Buck Henry, Newton funda World Enterprises Corporation. Con esta empresa de tecnología súper avanzada (sí, los extraterrestres son más inteligentes y mejores que nosotros, qué esperabáis) Newton logra su objetivo: hacerse en unos años con millones de dólares para su nave. Pero claro, no todo es tan fácil. En estos años que nuestro visitante pasa en la tierra conoce de primera mano nuestros secretos y debilidades. Con Mary-Lou, una humana con la que acaba conviviendo y que hace las veces de secretaria, amante y ama de casa, Newton descubre los vicios terrenales: alcohol, sexo y televisión. Una combinación capaz de tumbar al más inteligente de los extraterrestres. Por cierto, el personaje de Mary-Lou, interpretado por Candy Clark, resulta algo más maternal en la novela que en la película. Pero claro, el morbo y el sexo venden, aunque se trate de una lujuria interplanetaria.
Otro personaje importante es Nathan Bryce, en la película Rip Torn, un químico que atraído por la genialidad de las nuevas tecnologías inventadas por Newton, consigue trabajar para éste en su empresa. Bryce se convertirá en lo más parecido a un amigo que Newton tenga en la tierra y ante sus constantes sospechas, acabará revelándole su verdadera identidad.
No quisiera yo spoilear vuestras mentes con el desenlace de esta trama, para eso tenéis la novela o la película. Aunque sí os diré algo, si queréis ser realmente fieles a la historia tenéis que leer la novela. Ahora sí ha llegado el momento de deciros la verdad. Redoble de tambores. Yo también vengo de Anthea. ¿No cuela? Vale, sí, me ha gustado mucho más la novela que su adaptación al cine. La película está bien. Buena para la época, papeles bien interpretados, surrealismo a tope y música estridente, pero me pregunto por el éxito que hubiese alcanzado si el protagonista no hubiese sido el gran David Bowie. Me temo que ni la mitad.
La novela, sin embargo, es una maravilla que he disfrutado mucho leyendo. Una vez más, amigos, se cumple aquello de que los libros superan, con creces, sus adaptaciones a la gran pantalla.