No soy mucho de Almodóvar, lo confieso. Pero también debo reconocer que cuando leí en una de las solapas de este libro estas palabra suyas: «me encantaría ser capaz de escribir historias como las que contiene esta joya», algo dentro de mí me dijo que lo leyera. También influyó mucho mi pasión por los libros de relatos, la verdad. Así que, sumando los relatos, las opiniones que aparecen el libro y el buen gusto que deja siempre Salamandra, acabé con este libro en las manos: El intérprete del dolor, de Jhumpa Lahiri (traducción a cargo de Gemma Rovira Ortega).
Ganadora del Premio Pulitzer, Jhumpa Lahiri es una de las jóvenes voces del mundo literario capaz de narrar la mezcla y el tránsito entre su mundo de raíces bengalíes y el que la crió, el estadounidense. En eso se basa su libro, pero ni mucho menos es todo. El intérprete del dolor, primera colección de cuentos de la escritora y que ahora recupera Salamandra, es la vida cotidiana representada en relatos. Vida cotidiana que podríamos llamar también extraordinaria. Muchos estaréis conmigo en que si damos un repaso general a nuestro día a día, podríamos decir que lo que nos ocurre entra dentro de lo ordinario; pero si escarbamos un poco más, seguro que cada uno de nosotros tenemos algo extraordinario que contar cada día. A eso me refiero cuando digo extraordinario, eso es la que encuentra y plasma Lahiri.
Una pareja que deja de quererse, un niño que lo observa todo en silencio, una mujer enferma que solo necesita ser alguien y es madre, una realización vital fuera del lugar de origen. Estos son algunos de los temas que aparecen en El intérprete del dolor, siempre bañados por lo bengalí. Comida, tradiciones, ropa, aspecto, nombres; todo son guiños a la cultura de la que Lahiri es hija. Con esa mezcla, transitando paisajes y vidas con sello estadounidense, nos introducimos en historias donde el choque cultural se agarra de la mano de choques vitales, sentimentales y trágicos, porque este libro es también un ejemplo de la maestría con la que se pueden llegar a narrar las relaciones entre personas.
La tragedia, como una nube negra, ronda por todo el libro, pero no descarga. En los cuentos de Jhumpa Lahiri no encontramos lo que se cree que debe estar en todo relato, lo que nos dice la teoría: el giro sorprendente, el destello narrativo, la sorpresa al lector. No, aquí hay historias que podrían ser comunes pero que buscan hacer explotar la diferencia, ese cambio en la monotonía que solo es investigado y reflexionado – incluso visto – por los que tienen en su cabeza el talento de la ficción, como es el caso de Jhumpa Lahiri y como se refleja en El intérprete del dolor.