El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina
Leer un libro se parece en cierto modo a degustar una comida. Los hay de consumo rápido: tan pronto los devoras ya los has olvidado. Los hay insípidos y también suculentos, hay libros de digestiones pesadas y otros que te dejan el estómago vacío. Hay libros adictivos, dulces, amargos, algunos definitivamente mal cocinados y unos pocos cuyo sabor siempre recordaremos. Pero mis preferidos son esos que uno desea no acabar nunca, y según el plato va quedando vacío nuestro ritmo de lectura también disminuye poco a poco, se ralentiza: cada página que nos acerca al final es una llamada a la nostalgia, cada bocado que nos llevamos a la boca lo saboreamos con la voluptuosidad que solo provocan los placeres más efímeros, aquellos que pronto nos serán arrebatados por el tiempo o la distancia.
El invierno en Lisboa es uno de esos libros.
Una mujer hermosa y fatal, Lucrecia. Un hombre escéptico y bohemio, Santiago Biralbo. Él toca el piano en un club de jazz de San Sebastián. Ella es la mujer de un estafador de segunda que trafica con obras de arte. Años más tarde, en Madrid, un narrador desconocido se encuentra con Biralbo y ambos retoman por un tiempo una melancólica amistad de silencios y ginebras. A través de sus conversaciones, de sus recuerdos y también de sus silencios, Muñoz Molina nos irá dosificando la historia como si de una confesión se tratase: la repentina huida de Lucrecia junto a su marido, los años de espera y despecho, el reencuentro amargo y un viaje frustrado camino de Lisboa… por el medio, mucho jazz, tugurios nocturnos y ambiciones traicionadas, una pistola que cambia de manos y un secreto manchado de sangre.
El invierno en Lisboa es sobre todo una historia de amor, fatalidad y deseo; pero no por ello deja de ser un montón de cosas más: es música, un cóctel de jazz y humo y alcohol, es la bruma de San Sebastián y la luz ocre de Lisboa, es un homenaje al cine negro… es hermosa y sucia y llena de una melancolía que atrapa y desgasta ya desde la primera página.
¿Qué más se le puede pedir a una novela? Pues que esté escrita con talento, oficio e inteligencia. Y a Muñoz Molina todo eso se le presupone. Pertenece a esa estirpe de narradores cuya prosa siempre destila sabiduría; pose una extraordinaria capacidad de aprehender lo que sucede a su alrededor, un especial gusto por el detalle, por el gesto y la evocación. Es cierto que a veces roza la retórica, que coquetea con una complacencia en sus propias palabras de la que se iría desprendiendo en posteriores novelas, pero el resultado es tan sublime, nos envuelve de tal modo con su embriaguez de emociones y anhelos, que no tenemos otro remedio que enamorarnos de sus páginas igual que Biralbo se enamora de Lucrecia; sin remedio, un amor fatal y desesperado.
Cierro el libro. Cierro lo ojos. Veo a Lucrecia; veo a Biralbo; veo la trompeta de Billy Swan y escucho esas notas hirientes que desgarran una melodía nacida en mi imaginación. Camino nuevamente por Lisboa, esa ciudad que amo y que he vuelto a descubrir línea a línea, párrafo a párrafo, como quien escruta en una vieja fotografía la mirada y el gesto de aquel primer amor. Inevitablemente, pausadamente, me envuelve una nostalgia ambigua y reconfortante. Saudade.
Bueno nos lo dibuja tan bien, tan bonito, que queda mas remedio que intentar hacerte del libro y leerlo.
Un saludo
Gracias por recordarme el libro. Fue un gran encuentro. Una sola recomendación, si teneis ocasión, acompañar la lectura con el jazz de Dizzy Gillespie ya sea en cualquiera de sus canciones o en la BSO original de la película; creo que entendió a la perfección su papel e hizo de su música el envoltorio adecuado para el nudo de sentimientos que Muñoz Molina teje en su historia.
De Muñoz Molina sólo he leído Plenilunio y me sorprendió muy gratamente. Así que me apunto éste, que la historia me ha gustado mucho.
Besotes!!!
Leer ‘El invierno en Lisboa’ escuchando a Gillespie… Me parece una gran idea! El día que vuelva a leerlo (que seguro que lo haré) espero ponerlo en práctica.
Un saludo y gracias a todos por vuestros comentarios.
Lo leí el año pasado y me gustaron mucho sus referencias cinematográficas y musicales 🙂
No pude con “El jinete polaco”. El jazz me gusta y Lisboa me encanta. Además “Plenilunio” me gustó. Porque no leerlo?
cuanto siento que este escritor(antonio muñoz molina) no percibiera (i si lo percibio no me e enterado de ello) de la gran persona que tubo a su lado,no solo como musico y compositor,sino tambien como un gran divulgador delos principios humanos bahai’s. pues segun los criterios de grandes filosofos pensadores ycientificos coinciden que guardan la solucion de los problemas de la humanidad,y yo creo que un gran escritor como este señor(A.M.M ) deberia haberse dado cuenta, me refiero a GEPSSI GUILESPI EL GRAN TROMPETISTA NORTEAMERICANO.
Una novela que atrapa al lector en la construcción de personajes que remiten a un espacio que solo son sus emociones.