El magnífico Roald Dahl no necesita carta de presentación. Este escritor británico ha dejado en la memoria literaria universal libros tan conocidos y queridos como Matilda, James y el melocotón gigante o Charlie y la fábrica de chocolate, cuyas famosas adaptaciones cinematográficas no han hecho más que alimentar la merecida fama y el gran talento del autor.
Hombre polifacético y con una vida verdaderamente interesante, Dahl consagró su existencia a la literatura y al arte. Aunque sea principalmente conocido por ser el autor de maravillosas obras infantiles, no sólo escribió cuentos y poesía para niños, sino que también firmó novelas para adultos y varias antologías que recogen sus cuentos. Además, al documentarme para esta reseña, he descubierto que también es autor de varios guiones cinematográficos, una obra de teatro que llegó a ser representada en Broadway y guionista de programas de televisión tan conocidos como Hitchcock presenta o Late night Horror. Incluso llegó a ser presentador de televisión durante algún tiempo.No está mal su currículum, ¿verdad? Me fascina la gente capaz de hacer mil cosas y hacerlas todas bien. Bueno, me falta por comprobar su faceta como presentador. A saber si era un poco Pablo Motos y eso sí que no se lo perdono. En cualquier caso, sólo los genios abarcan tanto y tan bien. Sin duda, él fue uno de ellos.
Aprovechando que este año se cumple un siglo de su nacimiento, la editorial Nórdica Libros ha editado, dentro de su colección de libros ilustrados, el relato El librero, publicado por primera vez en 1987 en la revista Playboy (Sí, en Playboy hay más que tetas). Se trata del segundo libro del autor con el que la editorial cuenta en su catálogo. El primero en ser publicado fue el también imprescindible La cata.
Una de las grandes apuestas de la editorial Nórdica Libros es la de la cuidada colección de libros ilustrados para adultos. Un catálogo con títulos ciertamente sugerentes a los que acaba de unirse esta obra. El librero, traducido por Xesús Fraga, está brillantemente acompañado de las ilustraciones del pacense Federico Delicado. Unas ilustraciones agudas que desprenden la misma fuerza que Roald Dahl transmite a través de sus personajes y que convierten esta edición en una pequeña joya literaria. Confieso que soy una gran fan de la colección de libros ilustrados de esta editorial y ese fue el motivo que hizo que me decantase por este libro. Los quiero todos y mi sueldo es pequeño. A ver cómo solucionamos esto.
El relato que nos ocupa trata sobre una librería londinense en cuyo cartel se puede leer: “William Buggage, libros raros”. Seguramente uno espera encontrarse con una librería especial donde descubrir auténticos tesoros, una librería regentada por alguien plenamente entregado a los libros cuya única vocación y gran pasión sea la literatura. Efectivamente, el cliente que entre en esta librería encontrará libros, pero ni rastro de ese afable librero dispuesto a hacer recomendaciones y sugerencias. Es más, si el cliente desea adquirir un libro, será él mismo quien tendrá que pasar a la trastienda, donde hallará al singular señor William Buggage y a su asistente, la extravagante señorita Tottle, ocupados en examinar concienzudamente los obituarios del día y el Who’s who, una especie de anuario que recoge las biografías de las personas más influyentes de todo el mundo. Una librería donde los libros son realmente lo de menos. Una librería, podríamos decir, bastante atípica.
Alejado del mundo mágico que Roald Dahl recreaba en sus cuentos infantiles, El librero, lúcidamente escrito, nos presenta otra faceta del escritor: una perspectiva más realista y sarcástica. Una faceta que nos revela que Dahl fue un escritor capaz de sorprender y fascinar tanto a niños como a adultos, un efecto difícil que está al alcance de pocos. En esta ocasión, lo fantástico deja paso a la dura realidad. Lo que ocurre dentro de esta librería se asemeja más a la vida misma y hay veces que una dosis de crudo realismo, magistralmente escrita, es todo lo que el lector necesita.
Éste me lo apunto y lo cuelo en la lista, además.
No lo conocíamos. Muchas gracias 🙂