Desde que estoy en Libros y literatura, he reseñado algún que otro libro de cocina. Y no porque yo sea una cocinillas a la que le encanta pasar el tiempo entre los fogones. No. Todo lo contrario. No se me da especialmente bien cocinar. Pero porque no me gusta. No me apasiona eso de invertir mi tiempo preparando alguna receta. Prefiero las cosas rápidas, sencillas y fáciles. Vale, sí, es por pereza. Si me pongo a cocinar algo es porque tengo una mañana o una tarde completamente libre y puedo disfrutar de lo que estoy haciendo en ese momento. Si, después de cocinar, tengo mil cosas que hacer, mi cabeza nada más que va a estar pensando todo lo que viene después y que tendré que hacer tarde o temprano. Hay gente a la que le relaja cocinar. No es mi caso. A mí, me estresa. Pero por eso decido leer libro de cocina, para motivarme, para conseguir ideas que hagan que la pereza se vaya de mi cuerpo. Para probarme a mí misma y ver si soy capaz de hacer algo medio comestible. A veces lo consigo.
Por eso cuando descubrí El libro de cocina + fácil del mundo pensé que ese era mi libro. Que estaba escrito para mí. Y es para mí por tres motivos: el primero es que las recetas que propone conllevan una duración mínima; el segundo es que necesitan muy pocos ingredientes, que normalmente se pueden encontrar en cualquier nevera —no es como en esos libros de recetas que te piden sangre de unicornio para que el plato salga bien—; y, tercero, que la complejidad de la elaboración es menos tres. Vamos, recetas buenas, fáciles y asequibles. Qué más queremos. Pero parece que los de Larousse han pensado que sí que pueden ofrecernos algo más, y aquí es donde nace El libro de cocina light + fácil del mundo. Porque la operación bikini es una realidad y se acerca peligrosamente. Llega abril y empezamos a quitarnos capas de ropa y a ver que el invierno se nota en nuestros vaqueros un poco más de lo que nos gustaría. A ver, tenemos que partir de la base que yo soy una gran defensora del cuerpo de invierno. Aquí cada uno es como es, y lo único que necesitas para ponerte un dichoso bikini, es tener un cuerpo. Punto. Pero vale, acepto que la gente quiera dejar atrás ese par de kilos que se le han pegado como si fueran una lapa, para conseguir sentirse mejor con uno mismo. Y, precisamente para eso, ha llegado este libro de recetas. En él encontramos platos sencillos, rápidos y asequibles pero que tienen una carga calórica inferior a la que solemos ingerir normalmente. Echando simplemente un rápido vistazo a las recetas, vemos que incluyen dos datos extremadamente importantes: las calorías y su aptitud para dietas sin gluten o sin lactosa. Y, digamos, que a mí esto último me interesa más que las calorías, ya que me diagnosticaron celiaquía hace unos años y ahora tengo que controlar muchísimo lo que como. Ahora, después de tanto tiempo, comer en casa no supone ningún problema, pero sí que puede llegar a convertirse en algo monótono. El ser alérgico a algo, o estar a dieta para perder peso, limita. Hace que solo puedas ingerir determinados alimentos y su uso al final acaba siendo siempre el mismo. Teniendo a mano El libro de cocina light + fácil del mundo, cuyas recetas han nacido de la mente de J.-F. Mallet, la originalidad vuelve a aparecer en la cocina. Miras una pechuga de pollo y piensas que hay más opciones que no hacerla a la plancha. Digamos que te hace ver la comida con otros ojos.
No prometo nada. No sé si llevaré a cabo alguna de estas recetas o si seguiré con mi comida monótona en la que el arroz es la base de todo. Pero prometo que dejaré bien cerca este libro para que, en los momentos en los que me crea capaz de adentrarme en el mundo de las sartenes y las cazuelas, tenga un amigo fiel que me guíe en la oscuridad.