Estos días me ha tocado cuidar de mi sobrino. Tarde tras tarde es a mí a quien le ha tocado lidiar con ese pequeño Miura en potencia que mi hermana me dejó en casa. Es muy riquín, no diré lo contrario, pero no sabía cuan revoltosos podrían ser los niños a los tres años de edad. Incansable, insaciable de juegos varios, y yo, que soy más bien relajado y paso la tarde leyendo, me he visto sobrepasado. Así que probé a poner en práctica una técnica milenaria, algo que ya hacían los antiguos en tiempos pretéritos: senté al canijo en el sofá y le leí un cuento. Menudo viaje.
Elegí un cuento que cuando lo vi en la librería me hizo mucha gracia; El lobo hace huelga. No es que quiera convertir a mi sobrino en un futuro proletario rebelde y comprometido con las causas nobles (aunque no lo descarto), pero es que me resultó tan original que no pude evitar llevármelo.
El cuento arranca como todas las historias clásicas, ya sabes, eso de «Éranse una vez los tres cerditos […]», la diferencia es que aquí, el villano, el lobo, se ha cansado de ser el malo del cuento y no aparece por ningún lado. Los tres cerditos, conmocionados, deciden realizar una asamblea en el bosque convocando a todos los personajes de cuentos clásicos. Por ahí aparecen Caperucita Roja, el mago Merlín, Alicia del País de las Maravillas, Pulgarcito…y entre todos intentan buscar una solución para convencer al lobo de que cese su protesta y vuelva a ser el personaje tan temido que todos los niños esperan en los cuentos.
Aquí sí he de hacer una observación personal en favor de la figura de tan fantástico animal. El lobo, en la cultura popular, sobretodo en las fábulas y los cuentos infantiles, siempre ha estado asociado a un ser malvado, cruel y despiadado que no duda en zamparse a todo personaje que se encuentre en el bosque. Siempre he estado en contra de esa idea, pero claro, cuando eres niño de eso no pareces darte cuenta. Es cierto que algo debe quedar en el subconsciente de los críos para que, siendo adultos, sientan cierto respeto por el lobo. Respeto sí, pero no temor. Ya lo dijo el gran Félix Rodríguez de la Fuente: «No veo al lobo caricaturizado de la fábula sino como criatura que, a través de la aventura de la vida, comparte con el hombre el destino de la Tierra».
En el cuento El lobo hace huelga, de Christophe Pernaudet, el autor muestra una historia muy divertida en la que a mi sobrino pude presentarle, en tan pocas páginas, varios personajes clásicos de los que no hacía más que preguntarme. Bueno, en su idioma de niño de tres años, pero intuí que quería saber algo más acerca de los personajes tan variopintos que se unían en el bosque con pancartas pidiendo el regreso del lobo, y que tan bien ha dibujado el ilustrador Sebastien Cheret.
Es este cuento una buena historieta que reinventa el estilo moralizador de las fábulas antiguas y desarrolla con un tono muy desenfadado una visión muy optimista y alegre de los personajes de cuento de toda la vida. Dirigido a primeros lectores, si eres un papá o una mamá (o un tío, como es mi caso) con aptitudes a dramatizar las narraciones de relatos, este libro será una opción muy interesante para pasar tardes muy divertidas contándoselo en la habitación antes de ir a dormir.