El maestro Juan Martínez que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales
Este magnífico libro forma parte de una colección conmemorativa del décimo aniversario de la editorial Libros del Asteroide y me parece obligado comenzar la reseña dedicando unas palabras a felicitarlos por el cumpleaños, aunque más que felicitaciones lo que el cuerpo me pide es darles gracias por su labor, por los buenos ratos que me han hecho pasar con algunos de sus libros y por cosas tan remarcables como formar parte, si es que no son uno de los principales responsables, de la recuperación de Manuel Chaves Nogales, que a día de hoy parece imposible que hasta no hace tanto fuese un autor olvidado.
Y no hay mejor forma que Chaves Nogales de celebrar un cumpleaños o un día cualquiera, sumergirse en las páginas de El maestro Juan Martínez que estaba allí convierte en especial una jornada que podría haber sido como cualquier otra porque las obras de don Manuel tienen el infrecuente don de transmitir al lector el entusiasmo de lo extraordinario, porque es una mirada extraordinaria la que se refleja en sus páginas y porque gracias a ellas se conoce una época que se cree conocer previamente desde una óptica tan genuina que se descubre de nuevo.
El maestro Juan Martínez, efectivamente, estuvo allí y eso imagino que cuanto menos le inspirará dos preguntas, a saber, ¿quién era el maestro Juan Martínez?, y ¿dónde es allí? Afortunadamente son de fácil respuesta y ya le adelanto que por eso son una rara avis entre las muchas preguntas que le hará plantearse el libro. El maestro Juan Martínez fue un bailaor flamenco al que los azares del destino le llevaron a Rusia, que es allí, donde fue testigo de la revolución, de la llegada al poder de los bolcheviques y de la confrontación entre rojos y blancos. Y lo cuenta. La intención de Chaves Nogales es esa, que sea Juan Martínez quien cuente su propia historia, o al menos eso es lo que parece en el libro. Se nos cuenta una época histórica turbulenta desde los ojos de un flamenco en Rusia, no de un historiador ni de un hombre de letras, no un militar ni un militante, sino que estamos ante la mirada de un testigo que lo que nos cuenta no es la historia del nacimiento de la Unión Soviética, sino la vida de las personas mientras todo aquello ocurría. El maestro Juan Martínez que estaba allí no cuenta la historia sino la vida y no temo equivocarme mucho si me aventuro a decir que precisamente esa era la intención de Manuel Chaves Nogales al cederle al flamenco al que la revolución transmutó en pícaro la voz narrativa de su novela. Si es que es una novela. Porque Juan Martínez existió y le contó al autor su experiencia en primera persona.
Habla Chaves Nogales de la confrontación rusa y parece que hablara de la española, o de todas en realidad. Las miradas combinadas del autor y del protagonista son tremendamente efectivas a la hora de poner de relieve la atrocidad y el sinsentido de la guerra y de denunciar la crueldad y la locura de ambos bandos. La tesis de Juan Martínez sobre el triunfo de los bolcheviques es sencilla, tanto los blancos como los rojos eran asesinos, pero los unos eran asesinos ahítos mientras que los otros eran asesinos hambrientos y esa comunión entre hambrientos (asesinos y víctimas, bolcheviques y ciudadanos) es lo que inclinó la balanza hacia los segundos en detrimento del ejército blanco.
Por lo demás hay en El maestro Juan Martínez que estaba allí una colección de personajes y situaciones verdaderamente extraordinaria por su valor ilustrativo tanto como por su valor literario. No podemos olvidar que Chaves Nogales sabía muy bien de lo que hablaba ya que visitó la Unión Soviética (La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja) y estaba bien familiarizado con la locura de la guerra civil, no sólo por haberla vivido en primera persona como todos sus contemporáneos españoles, sino sobre todo porque a él le debemos el que probablemente (bueno, yo diría que con toda seguridad) es el mejor libro que se haya escrito sobre la nuestra: A sangre y fuego: héroes, bestias y mártires de España, cuyo prólogo es uno de esos textos que debiera haber alumbrado el futuro de un país, aunque nosotros preferimos olvidarlo. Ambos libros, por cierto, han sido recuperados por esta misma editorial.
Y bueno, podría decir algo más sobre este libro original y extraordinario, pero creo que se habrán hecho suficientemente a la idea de lo que contiene y creo que ese contenido es suficientemente elocuente. Si sigo escribiendo no es para añadir nada sobre el texto sino para terminar como empecé, celebrando la efeméride que esta edición en particular conmemora y para hacerlo, además, como mandan los cánones que se hace con los amigos (porque quien edita buenos libros siempre lo es del lector, aunque no se conozcan más que a través de éstos): ¡y que cumplas muchos más!
Andrés Barrero
@abarreror
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