El malestar al alcance de todos, de Mercedes Cebrián
Once poemas y catorce relatos muy breves que nos retratan despiadadamente con un estilo fresco y mordaz.
No tengo mucha fe en las etiquetas, pero me imagino que las posibilidades de un autor que empieza aumentan cuando se le incluye en un grupo que cuenta con una cierta proyección y ya ha captado la atención del gran público. Luego ya tendrá oportunidad de destacar por sí mismo, pero la colectividad puede funcionar como un escaparate, como un trampolín que facilite los primeros pasos de una carrera que por otra parte no es nada fácil.
Además, suena bien eso de pertenecer a una generación: la generación del 27, the lost generation, los beatniks, los novísimos, el grupo de Bloomsbury o the angry young men.
Claro, que cuando te toca la generación Nocilla, la cosa cambia. Sí, han leído bien; Nocilla, ya saben: leche cacao, avellanas y azúcar, como decía la canción del anuncio. Pues bien, a Mercedes Cebrián se la suele incluir en este colectivo, aunque ella ha aportado su toque personal a la receta de la popular merienda infantil: ha sustituido la leche por mala leche, que si bien es algo menos nutritiva, es muchísimo más sabrosa.
En realidad la generación Nocilla es un término acuñado para identificar a un grupo bastante heterogéneo de escritores españoles nacidos entre los 60 y los 70 –una especie de versión española del McOndo latinoamericano–, llamados así por la trilogía Nocilla Project, de Agustín Fernández Mallo. Un grupo que poco tienen en común más allá de su coincidencia temporal y geográfica, su rechazo por las formas tradicionales de la narración y su afición por la mezcla de géneros y registros. Y si me apuran, también por su preferencia por las pequeñas editoriales independientes y los blogs.
En fin, todo esto de la Nocilla es un buen comienzo para un reseñista perezoso y con tendencia a quedarse en lo superficial, pero la verdad es que a Mercedes Cebrián no le hacen falta para llamar la atención de los lectores ni las etiquetas generacionales ni mis bromas fáciles. A mi juicio es una de las voces más frescas y prometedoras de la narrativa actual en lengua española. Y de las más activas: escribe novelas, relatos poesía, ensayos y artículos y, además, traduce.
Como muestra de esta variada producción, El malestar al alcance de todos reúne once poemas y catorce relatos muy breves, protagonizados por personajes pequeños, grises y desesperanzados (muchas veces sin ni siquiera saberlo) y ambientados en escenarios cotidianos y actuales. Antes mencioné lo de la mala leche porque es otra de las características de estos relatos y poemas que, sin ser abiertamente cómicos, sí tienen una buena carga de humor ácido y sutilmente cruel, un sentido de la sátira –y de la contradicción– que queda patente ya desde el título: ¿un posible manual de autoayuda para ser desgraciado?
Los relatos, que gracias a ese aire común de “aquí y ahora” convierten El malestar al alcance de todos en una radiografía de nuestra sociedad, cubren temáticas muy variadas: la identidad, las convenciones sociales, las relaciones de pareja, laborales, familiares, la cultura, los complejos, la religión…
En apariencia son simples fotografías de personas normales y corrientes retratadas en situaciones cotidianas –el trabajo, una visita a la madre, una boda–, pero que, al revelar el negativo, el personalísimo ácido empleado por Mercedes Cebrián fija en el papel fotográfico la mediocridad, la estupidez y la torpeza de sus modelos.
Uno empieza a leer un cuento y resulta fácil identificarse con esos hombres y mujeres corrientes e inofensivos, pero cuidado, porque lo más probable es que justo antes de finalizar el relato nos hayamos batido en retirada, negando cualquier parecido con los personajes que unas pocas páginas antes sentíamos tan cercanos. En realidad nos gusta que nos fotografían con una luz más amable y algún que otro filtro.
Sin embargo, a pesar de dibujar una caricatura tan mordaz e inteligente, El malestar al alcance de todos está escrito con una cercanía y una sencillez sorprendentes, que ocultan el gran dominio de la forma, del ritmo y del estilo de los que hace gala Mercedes Cebrián, siempre adecuados a las necesidades de cada una de las historias. De hecho su narración es tan llana, tan carente de retórica (la falta de retórica no es más que otra forma de retórica, afirmaba la autora en una entrevista) que cuando se produce el giro inesperado o se destapa el sentido oculto del relato, da la impresión de que el descubrimiento no sea parte de la trama ni se deba a nuestra perspicacia, sino que se pueda achacar, más bien, a un desliz del narrador, al que se le ha “escapado” sin darse cuenta la verdadera historia que quería ocultar con su relato.
Espero que el malestar esté lo más lejos posible de nuestro alcance, aunque si somos tan parecidos a los personajes de Mercedes Cebrián como me temo, entonces difícilmente podemos escapar de nuestra cuota de mediocridad y rutina. Al menos una cosa es cierta: hay una literatura actual, fresca e inteligente que sí está al alcance de todos.
Javier BR
javierbr@librosyliteratura.es
Muy interesante el libro y la forma en que los lectores pueden llegar a relacionarse con los personajes.
Saludos!!
Ni conocía a la autora, ni conocía el nombre de esta generación. Pero has conseguido llamar mi atención. Y es que esta mezcla de relatos cortos y poemas, dos de mis géneros favoritos, promete un rato de buena lectura.
Besotes!!!
Sí que es interesante, Georgina. Mercedes Cebrián sabe cómo poner el dedo en la llaga, creando esos personajes en los que uno se ve reflejado, aunque no le guste del todo lo que ve. Gracias por comentar.
En cierto sentido, los poemas forman una especie de prolongación de los relatos. En su conjunto, es un lectura interesante y también entretenida. Gracias por tu comentario, Margarita.
Ya me aburres, Javier. ¿Cuándo voy a poder empezar mi firma de otra manera? Siempre empiezan igual. Así: QUÉ BUENA RESEÑA! GENIAL! FELICITACIONES!
Ufff… a ver si bajar un poco el nivel, que uno no sabe como explicar lo tantas veces explicado ^^
Te felicito de verdad, tu reseña se lee genial, se nota que te gusta leer, que te gustan los libros y que esta reseña está trabajada, elaborada, pensada, y no escrita mientras mirabas la tele. Sin dudas, esta autora es digna de ser leída, porque logra eso que yo intento en mis humildes relatos, que una historia comun, simple, cotidiana, se convierta en algo lindo; eso de “explicas lo mismo que todos, pero de otra manera, más linda” Y eso es genial; no es simple ser simple. Mis afectos!
Roberto, no te voy a negar que tus amables comentarios sean una satisfacción, pero mayor satisfacción aún es comprobar que en las recomendaciones que hacemos aquí se transmite buen parte de nuestra pasión por la lectura. Un saludo.