Reseña del libro “El maravilloso país de los Snergs”, de Veronica Cossanteli
Que levante la mano todo aquel que sea fan de Tolkien. También aquel que ha releído El hobbit un millón de veces en busca de inspiración, o el que se asoma a El señor de los anillos cuando quiere huir de la realidad. Vaya… veo que somos muchos. Bien, pues ahora que estamos todos, ya podemos empezar.
¿Por qué comenzar una reseña de un libro que no está escrito por Tolkien hablando, precisamente, de Tolkien? Pues por una sencilla razón: igual que hoy en día muchos escritores buscan inspiración en su obra, él también sintió aprecio y curiosidad por otras historias ya contadas. Y por eso estamos hoy aquí, porque el libro que vengo a reseñar le guiñó el ojo a Tolkien e hizo que se inspirara para crear nada más y nada menos que El hobbit.
Este libro es El maravilloso país de los Snergs, y viene de la mano de Veronica Cossanteli, aunque el original es de E.A. Wyke-Smith. La historia empieza en una isla, una isla muy lejana a la que casi es imposible llegar. Allí viven Flora y Pip, dos niños que han acabado en el orfanato de Bahía Soleada. Por unos motivos u otros, nuestros protagonistas se escapan del orfanato y acaban descubriendo que en esa isla no solo viven ellos, sino que también habitan unos seres llamados Snergs. Estos seres, de más o menos un metro de altura, son amables y cándidos, aunque no dudan en sacar el genio si tienen que proteger lo que es suyo. Junto a ellos, Flora y Pip comenzarán un viaje en el que no solo encontrarán a estos seres tan extraordinarios, sino que tendrán que lidiar también con la presencia de piratas y otras criaturas.
El maravilloso país de los Snergs es un libro infantil que bien puede valer para cualquier edad. Yo ya me he declarado fan de este género en más de una ocasión, y es que disfruto muchísimo de los libros infantiles y de los midllegrade. Creo que en ellos reside una magia especial, ya que la forma de narrar no es la misma que cuando se dirige de forma directa a un público adulto. Esa cercanía, ese tacto característico de los cuentos infantiles hace que me meta de lleno en la historia y que no pueda salir. En ocasiones me ocurre que tengo una mala racha lectora, que leo por leer o que no me entero de lo que tengo entre manos. Entonces es el momento: recurro a uno de estos libros para volver a sentir la magia. ¡Y funciona! La conexión es inmediata y, por supuesto, la satisfacción también.
Emprender este viaje junto a Flora y Pip ha sido una maravilla. Y lo ha sido todavía más si no perdemos de vista que Tolkien, al que admiro profundamente, se fijó en estos pequeños seres para crear una de sus mejores obras. ¡Y eso no me decepciona en absoluto! Podrías llegar a pensar que es un poco decepcionante saber que el maestro tuvo que inspirarse en otras obras para culminar la suya; yo no lo creo. ¡Al contrario! Todos somos lo que leemos, lo que escuchamos, vemos y vivimos. Y él no iba a ser menos. Y lo bueno de esto es que podemos coger lo que nos sirva y aplicárnoslo a nosotros mismos.
Para terminar y no enrollarme más en mis alabanzas hacia Tolkien, desde aquí tengo que darle la enhorabuena a la editorial La Galera por este magnífico resultado. No solo ha rescatado un cuento que merece ser leído y conocido, sino que lo ha hecho de una forma preciosa. Las ilustraciones de Melissa Castrillón son alucinantes y terminan de hacer que este ejemplar sea redondo, así como la traducción de Milo J. Krmpotić. En definitiva, un must que voy a tener siempre en mi estantería y que, espero, pueda pasar a generaciones futuras.