El negro del Narciso de Joseph Conrad
Me gusta el mar. A veces, como canta Sabina, si entre todas las vidas pudiera elegir, me quedaría con la del pirata cojo… Claro que para ello debería haber nacido en otro tiempo y bajo otro carácter, menos dado a la ensoñación y más audaz en abrazar cualquier aventura verdadera. Afortunadamente, es uno de los muchos consuelos que nos ofrece la literatura: colmar esos huecos que la vida no alcanza a llenar.
De esa unión entre literatura y mar nació hace tiempo mi pasión por Conrad, y por eso, cuando me encontré por casualidad con esta pequeña novela, mi primera reacción fue de sorpresa (nunca antes había oído hablar de ‘El negro del Narciso’).
Aunque quizás ‘El negro del Narciso’ no se encuentre entre las obras cumbres de Conrad (‘Nostromo’, ‘El corazón de las tinieblas’ y ‘Lord Jim’ me parecen difícilmente superables), se trata sin duda de una novela que huele a mar, a salitre y sudor, narrada con esa fuerza que caracteriza la prosa del autor, a veces un tanto sobreadjetivada, tortuosa y tenaz, pero tan penetrante con la realidad descrita que ésta se adhiere al lector casi como una segunda piel.
Un pequeño apunte respecto a la edición: me ha parecido un detalle muy de agradecer los anexos con ilustraciones y planos que se han incluido al final del libro. Y es que precisamente ese realismo de la novela juega a veces en su contra, no resultando fácil de seguir cuando uno no sabe distinguir entre un trinquete y un foque o una gavia de una botavara.
Poco más que decir, tan sólo una anécdota que resume a mi entender la esencia misma de la obra: leyendo a Conrad, una tarde cualquiera de otoño, con el Narciso doblando el Cabo de Buena Esperanza bajo los envites de una colosal galerna, zarandeándose hacia barlovento como si cada ola fuera a partirlo en dos, los marineros asidos a los cabos en espera de una muerte inminente, el viento aullando y la espesa cortina de lluvia azotando los rostros, yo, lector, he llegado a marearme. Es la magia y el precio de leer a uno de los más grandes.
Coincido plenamente contigo cuando destacas la pasión que Conrad pone en lo que escribe. A tí siempre te a pasionó el mar, a mí nunca me atrajo demasiado, sin embargo, leyendo a Conrad uno se contagia de ese amor por la vida marinera a la que él dedico buena parte de su vida y por la que renunció a una existencia acomodada.
Una excelente reseña que hace justicia a uno de los más grandes autores. Bienvenido, Iván.
Hola Iván!
en primer lugar darte la bienvenida y felicitarte por esta reseña, y ya que estamos FELICES FIESTAS!
En segundo lugar me gustaría decirte que de este autor, naturalmente, había leído “El corazón de las tinieblas”, así que tenía un gran concepto de él; ahora que he leído “El sueño cel celta” Ufff, algo ha cambiado en mi relación con él, yo creía que había sido valiente denunciandno la situación del Congo, ahora creo que no lo fue tanto como hubiera debido. De todas formas desconocía esta novela que algún día leeré, aunque claro, ya no podré sentir por él de antemano lo mismo que antes (Ya ves… A esto me ha llevado Vargas Llosa!!!)
Un abrazo!
Bueno veremos que da de si este libro, intentare hacerme de el y leerlo.
Yo soy más de monte y el olor a salitre y sudor…. ¡no me atrae mucho! 😉
Pero de todas formas tomo nota de tu recomendación, para cuando quiera cambiar de “aires”.
Un saludo.
Ana
Pues gracias a todos por vuestros comentarios a esta mi primera reseña…
Susana: ¿A qué te refieres cuando dices que ‘El sueño del celta’ ha cambiado tu valoración de Conrad respecto a la situación del Congo? Jeje, me has dejado intrigado…
No, no. Leyendo El sueño del celta, he descubierto que Conrad no se adentró en el Congo (aunque sí que fue), no conoció de primera mano lo que luego él nos cuenta en su libro como si lo hubiese visto y vivido. Escribió un gran libro, pero claro, la imagen que yo tengo ahora de él es distinta, más fría, menos romántica.
Si de esta obra, que dices no ser la mejor de Conrad, hablas maravillas e incitas a salir corriendo a por un ejemplar, ¿cómo serían las reseñas de Nostromo o El señor de las tinieblas? Sin duda, habrá que acercarse al autor en algún momento y deleitarse, nos guste o no, con el balanceo del mar.
Magnífica reseña, Iván. Bienvenido.
Sin duda, me gustaría leerlo!!! Tu reseña empieza del modo acertado con ese primer párrafo que indica perfectamente una de las virtudes que nos ofrecen los libros.
Tendré que probarlo a Joseph Conrad.
Bienvenido, Iván. La reseña me gustó muchísimo!
Gracias Judit y Rosario por vuestros comentarios.
Susana: ahora entiendo lo que querías decir con tu comentario. Comprendo que la imagen romántica de Conrad desmerezca un poco si piensas en que no vivió de primera mano la situación del Congo… pero al mismo tiempo, ¡Eso lo hace aún más grande como escritor!
Un abrazo!
Tienes razón Iván, y no te creas que no lo pensé, pero bueno… No me ha sentado bien (jejejej) y eso que no soy mitómana!
Un abrazo!
Hay algo mejor que leer una novela marítima. Hay algo mejor que disfrutar del mar? Si. Leer una novela marítima (ni hablar si es de Conrad) a orillas del mar.
Tenía este libro esperando en la biblioteca hace ya unos meses, así que tu reseña me motivó a meterlo en el bolso, y llevármelo para las vacaciones en la costa. Qué más se puede pedir?
Y me uno a tus palabras, ya que a ser marino a esta altura no me puedo dedicar, por lo menos lleno ese hueco en mi vida con buenos libros, y esos viajes a océanos indomables los realizo en mi imaginación.
Saludos
Darío: Gracias por tu comentario, te imagino leyendo a Conrad junto al mar (si es el cantábrico mucho mejor…) y ciertamente no encuentro muchos placeres que se le puedan comparar. Un saludo!
Ya sabes lo que pienso sobre Conrad. Es uno de mis escritores favoritos- todavía recuerdo mi encarecida recomendación sobre “Nostromo”- y me gustan sus novelas breves. Esta no la he leído y de Conrad me esperan en mi biblioteca “El agente secreto” y “Notas de vida y letras”, pero quizás en un futuro…