El ocaso de Roma y otros relatos, de Valerio Massimo Manfredi
Valerio Massimo Manfredi no solo es escritor, sino también arqueólogo y profundo conocedor del mundo antiguo; no por algo lleva publicadas más de veinte novelas históricas, entre las que podemos mencionar La tumba de Alejandro y Los idus de marzo.
Las dos profesiones de este italiano de 69 años se hacen claramente presentes en su libro, ya que a su capacidad a la hora de contar se suma una serie muy amplia de conocimientos que nos va presentando a través de sus personajes, todos relacionados de una u otra manera con ese pasado histórico que, y así queda demostrado aquí, también se parece mucho a la actualidad, porque a ambos extremos los conforman humanos y eso ya lo explica todo.
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En El Ocaso de Roma, nombre que lleva el primero de los relatos (y para mí el mejor de los cuatro), nos encontramos con Eutiquio Crescencio Severo, un aristócrata romano que vive en una ciudad a la que solo le quedan los recuerdos de lo que alguna vez fue. El imperio romano ya no existe o al menos solo sigue vigente para los que, como Severo, se niegan a aceptarlo. Los Longobardos ya ocupan cada una de las zonas, pero el personaje de este primer relato solo parece percibirlo cuando uno de “esos bárbaros” se muda a un terreno lindero a su finca y comienza descaradamente a utilizar sus recursos, ya sea el agua o los terrenos. El conflicto estalla y de a poco se va transformando en un claro paralelo del problema mayor, el de esa Roma invadida y cada vez menos poderosa.
Tanto en este primer relato, como en los tres siguientes de El Ocaso de Roma y otros relatos (Un arqueólogo que intenta hallar el Zeus de Fidias, otro que se ve involucrado en el tráfico de arte mesopotámico y por último una moderna competición en Nueva York que se asemeja demasiado a las míticas peleas entre gladiadores) Valerio Massimo Manfredi logra crear climas confusos que atrapan, nos presenta a personajes valientes y amantes de sus trabajos y en cada página logra que una pared o una flor no sean simplemente eso, sino una pared que tiene una historia y una flor con un pasado digno de ser contado. Pero también otorga mucho espacio a la acción (con disparos, secuestros y todo), al suspense y por supuesto, al romance, por los siglos de los siglos.
Recomiendo entonces El ocaso de Roma y otros relatos, pero al mismo tiempo me voy a leer una de sus tantas novelas, que me quedé con muchas ganas de saber si en este género el autor se explaya también como en los cuentos que conforman este divertido libro. Luego les cuento.
Roberto Maydana