Existen tantos miedos como personas. Miedo a la oscuridad, a los espacios cerrados, a los abiertos, a los payasos, (no me extraña porque algunos son realmente aterradores), a volar. En mi caso me identifico profundamente con Ron Weasley, cada vez que veo una araña pienso que, si me encontrara con un Boggart, sin duda adoptaría la forma de una araña enorme y peluda que me miraría fijamente con todos esos ojillos espeluznantes. Durante mi infancia viví meses en un estado de pánico cuando llegaba la hora de irse a dormir, y es que un día se me ocurrió que sería una magnifica idea ver un capítulo de la serie protagonizada por Freddy Krueger, desde aquel día vivía con pánico a dormirme, ¿quién querría hacerlo si sabes que alguien espera a destriparte en sueños?
Epifanía no teme ni a las arañas ni a quedarse dormida por miedo a que la asesinen en sueños, aunque en mi opinión debería porque las dos cosas son bastante aterradoras. No, lo que le asusta es su sombra, una sombra que va aumentando su tamaño conforme lo hacen sus miedos. Pero ha decidido que ya está cansada, cansada de vivir asustada, cansada de que sus miedos siempre se interpongan en su camino y le impidan hacer aquello que realmente quiere. Decidida a enfrentarse a lo que le asusta y que no le permite avanzar, emprende un viaje en busca del Doctor Psique. Por el camino se encontrará con toda una serie de variopintos personajes que la acompañarán a lo largo de su travesía.
El pavoroso miedo de Epifanía Susto, tiene ecos de Alicia en el País de las Maravillas por sus excéntricos personajes, pero también del Mago de Oz pues todos ellos tienen un objetivo y una misión muy definidas, y a ese tono lúgubre, oscuro y a veces algo melancólico tan característico de Neil Gaiman. La obra está escrita por Séverine Gauthier, el cual nos narra una historia de crecimiento personal, de superación, en esa edad en la que los niños comienzan a dejar de serlo. Lo que nos relata Gauthier es algo con lo que todos, adultos y niños, podemos identificarnos pues refleja nuestra realidad cotidiana, en la que nuestras inseguridades y miedos por pequeños que sean siempre encuentran un resquicio por el que asomarse.
El dibujo corre a cargo de Lefèvre, quien nos muestra un escenario que se mueve entre el cómic y el libro ilustrado. Lefèvre le da una imagen muy acertada al miedo de Epifanía, retratándolo como una criatura adorable en ciertos momentos, pero tan pronto los temores de nuestra protagonista se desbocan y alcanzan un punto álgido, el miedo adopta una forma aterradora. Cada página del cómic supone una nueva sorpresa, los dibujos plasmados mediante acuarelas siempre buscan atrapar la atención del lector, lo que resulta muy estimulante.
El pavoroso miedo de Epifanía Susto, es una preciosa alegoría sobre el crecimiento, sobre dejar atrás nuestros miedos para comenzar a avanzar. Con un guion conmovedor y unas ilustraciones maravillosas, que cautivarán tanto a adultos como a niños y con unos personajes que perduran incluso después de haber concluido la lectura.