El pequeño libro del plagio, de Richard Posner
Diría que la idea central de esta pequeña gran fuente de reflexión no es tanto el plagio en sí mismo como su evolución, el hecho palmario de que, aplicando los estándares universalmente aceptados a día de hoy, es probable que hubiera que haber condenado por plagiarios a escritores tan notables como Shakespeare o Sterne. El pequeño libro del plagio es un texto serio que desde luego no cuestiona la vigencia ni legal ni moral de los derechos de autor, pero que sí invita a reflexionar sobre el plagio ampliando la visión de campo, incluyendo en el debate conceptos como autoplagio, imitación creativa y, en fin, algunos casos reales llamativos que ilustran a la perfección la argumentación del autor. No es que tuviera ninguna obligación de serlo, pero el libro no es tan provocador como podría haber sido (no en vano Richard Posner, el autor, es juez). Yo, dicho sea de paso, no lo soy. Juez, quiero decir, que provocador tampoco acostumbro a serlo pero es probable que hoy, por una vez, haga una excepción.
Tómese en consideración, a modo de ejemplo, la siguiente frase de T. S. Eliot: los poetas inmaduros imitan; los poetas maduros roban; los poetas malos desfiguran lo que cogen, y los poetas buenos lo convierten en algo mejor, o al menos distinto. En esto, como en tantas cosas, no conviene caer en la intransigencia: la inspiración, el homenaje, la paráfrasis… lejos de ser ilegítimas resultan doblemente intachables, porque no sólo sirven para expresar la idea del autor sino que, además, reconocen el mérito de aquel en quien se inspiran y suponen una forma de añadir interés al propio texto no a mayor gloria del autor, sino de los lectores quienes encuentran en cierto tipo de guiños un atractivo fundamental del texto que leen. Todo tiene límites, naturalmente, y en el pequeño libro del plagio se exploran con notable nitidez. También diferencia Richard Posner entre plagio y violación de derechos de autor, entre plagio y delito, lo cual resulta de todo punto pertinente.
Interesantísimo resulta algo que desconocía por completo como es la descripción que Richard Posner hace de un software de detección del plagio ampliamente extendido en las universidades de Estados Unidos y que se usa fundamentalmente para detectar el plagio académico, especialmente el cometido por los alumnos. No es que resulte técnicamente deslumbrante por mucho que las cifras que maneja el programa mareen, sino que es extraordinariamente llamativa la reflexión a la que llama el pequeño libro del plagio acerca de porqué la herramienta existe, su eficacia es sorprendente y, sin embargo, las editoriales no la utilizan.
Otro tema interesante: El plagio inconsciente no es pecado de intención, sino de negligencia y, por lo tanto, menos reprobable, así que los plagiarios, si los cogen, invariablemente alegan que fue inconsciente su plagio. Parece ser, otro descubrimiento, que existe un término científico para describir ese proceso según el cual uno copia sin saberlo un texto que ha interiorizado hasta el punto de olvidar que no es suyo: criptomnesia. Asegura Richard Posner que los psicólogos que han investigado el fenómeno han concluido que no es verosímil, nada les lleva a creer en una memoria fotográfica que olvide el acto de fotografiar.
Si un autor se inspira en un hecho real para escribir una obra, ¿no puede otro autor inspirarse en ese mismo hecho? ¿Y en la obra? En la sociedad mercantilista, donde bienes materiales e intelectuales se asocian a un nombre prestigioso por razones económicas ajenas a la alta cultura, ante acusaciones de plagio el veredicto se pronuncia sin tener en cuenta la calidad del original plagiado, ni de la obra que lo plagia. Los derechos de autor son, como su nombre indica, un derecho y como tal debe ser tratado, sin negligencia en su defensa pero tampoco con excesos y, como todo, con inteligencia. Este interesantísimo libro da no pocas claves a partir de las que reflexionar para construir un discurso más razonable sobre el plagio, discurso que es muy necesario en nuestro país, pese a no ser el escenario en el que se desarrolla el pequeño libro del plagio. Yo, por si acaso y como quien no quiere la cosa quisiera comentar que las frases en cursiva son citas literales del texto de Richard Posner.
Quisiera, para finalizar traer a estas líneas uno de los casos de los que se habla en el pequeño libro del plagio, se supone que Pope, al escribir «El vicio es un monstruo de semblante tan terrible / que para odiarlo no hace falta sino verlo» plagió unos versos de Dryden, concretamente «Pues la verdad tiene tal rostro y tal semblante / que para amarla hace falta sólo verla.» No sé a ustedes que les parecerá, a mi desde luego no me parece que Pope hiciera nada reprobable ni creo que algo semejante requiera de aclaración, nota al pie ni precaución por el estilo, no obstante conviene leer un libro como este para en principio poner en duda cosas como esta para llegar después a la conclusión que sea, pero que nazca de la propia reflexión y no de una moral impuesta tan hipócrita como panfletaria que a duras penas resiste un cuestionamiento medianamente serio.
Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es
@abarreror
Título: El pequeño libro del plagio
Título original: The Little Book of Plagiarism
Autor: Richard Posner
Traducción: Manuel Cuesta
Editorial: El hombre del 3
Páginas: 112
Fecha edición: mayo 2013
ISBN: 978-84-940161-9-6