Por lo general no soy muy fan de los cuentos de princesas. No me han gustado ni siquiera de pequeña, así que imaginad la pereza que me da hoy en día leer historias sobre miembros de la realeza y sus dramas. Ya sabéis, como dice aquella canción “la vida en palacio es muy aburrida, tenemos que inventarnos drama”. Pero claro, afortunadamente, hay princesas y princesas, y la protagonista de El perro de la princesa es menos de dramas y más de perros. Mucho mejor, dónde va a parar.
Así que Jasmina es una princesa a la que le gustan las mariposas, los pastelillos dulces, el gorgoteo de las cascadas y los nenúfares blancos. Estaréis pensando que vaya princesa más prototípica y sí, hasta aquí tengo que daros la razón. Pero lo que salva a Jasmina es que lo que más le gusta en este mundo es su perro, Amir. Con él corre por el bosque, duerme bajo las sombras de los árboles, va al mercado (¡una princesa que va al mercado!) y juntos observan a los caballos de su padre desde una roca inmensa en el jardín del palacio.
Una tarde en la que varios camiones vienen a palacio para buscar caballos para otros dueños, Jasmina y Amir se dirigen, como siempre, a despedirse de estos. Pero esa tarde todo cambiará. Amir, sin querer, se mete en uno de esos camiones y desaparece. Bueno, aquí sí que se viene el drama, porque claro, en cuanto Jasmina se da cuenta de que su perro ha desaparecido empieza buscarlo y a llorar desconsoladamente. Pero quién no lo haría, ¿eh? Amir, por su parte, también echa mucho de menos a su princesa.
Llena de dolor, la princesa decide que encontrará a su perro pase lo que pase. Sus padres, sus altezas reales, están desesperados al ver a su pobre hija así de triste.
Como siempre, hasta aquí puedo leer. Si queréis saber qué ocurre con la pobre princesa Jasmina tendréis que leer este bonito cuento. ¿Encontrará a Amir o será él quien la encuentre a ella? ¿Qué aventuras habrá vivido el perro sin su princesa?
Con unas ilustraciones preciosas, esta tierna historia que se esconde entre las páginas de El perro de la princesa es realmente emotiva y nos habla de esos vínculos tan únicos que establecemos con nuestras mascotas.