“El poder de la sangre: La biblia negra de los vampiros” de Pedro L. López
-¡Vamos, hombre, no me jodas! ¡¿Otro de vampiros?! ¿De verdad vas a reseñar otro de vampiros?
-Pues sí, y ojito, que después de este tengo otro preparado.
-¿Pero no te cansas?
-…Bueno… a veces, sí… pero entonces pienso en esa cosa fosforita y sensiblera y oye, como que me renuevo y me invade una energía que elimina todo resto de cansancio y me impulsa a luchar contra la propagación de esa “raza” y mis votos de cazacrepusculitos se prorrogan un poco más.
-Por lo menos algo bueno tiene, ¿eh?
-Sí, tío. Es lo único, creo.
-Pues, hala, hala, ahí te dejo reseñando.
Siento que hayáis tenido que escuchar esto, pero venís así, sin avisar, y no puedo cortar por lo sano.
En fin, al grano, que hay tajo. Vaya que sí lo hay…
Dolmen se ha lucido. Cuando vi en su listado de novedades un libro con semejante título, El poder de la sangre. La biblia negra de los vampiros supe en el acto tres cosas: que iba a ser mío, que iba a leérmelo en cero coma y que iba a reseñároslo todo todito. Y cuando digo todo todito, me refiero a lo bueno y a lo malo, porque Dolmen se ha lucido doblemente. Pero bueno, vayamos por partes.
El poder de la sangre no es una novela ni un libro con argumento. He leído mucho sobre chupasangres, incluyendo alguna guía de supervivencia (reseñada también en LyL) y puedo decir que El poder de la sangre si no es la guía más completa escrita sobre los vampiros poco le falta, pues hace un recorrido extensísimo que a pocos manuales o guías de este tipo he visto. Un libro que todo amante de la criatura de la noche por excelencia DEBE tener. Y eso es una orden.
Profundo y completo, aborda cosas tan sumamente necesarias como saber identificar a un vampiro, formas en las que se convierten, clases y mitología acerca de ellos a lo largo de toooooodo el mundo (apartado que me ha sorprendido mucho en algunos casos, como, por ejemplo, la aisha y la forma en la que se puede acabar con ella); las manifestaciones artísticas en las que aparece o es protagonista de una u otra forma (cómic, música, literatura, cine, televisión, arte —a pesar de no nombrar el cuadro de Münch, La vampira—, musicales, animación, mercadotecnia, ¡e incluso dedica un espacio a la gastronomía, con los platos y cócteles en los que interviene el color rojo, como el cóctel vampiro, o la propia sangre, como la morcilla; sin olvidarnos del mítico helado de Frigo, Drácula), hasta los orígenes de la Orden del Dragón, pasando por un amplio y exhaustivo repaso a los casos más sonados de vampirismo reales —que haberlos haylos y muchos. Barba Azul, Báthory, Peter Plogojowitz o el vampiro de Dusseldorf son sólo una muestra de los “vampiros” que casi todos conocemos, pero es impresionante la cantidad de locos por la sangre que ha dado la historia (y eso sólo contando a los que han trascendido, a saber de cuántos no tendremos constancia).
Es una parte del libro muy amena (y aterradora, por la parte de real que tiene) y supone una gran labor de investigación y de búsqueda que se agradece y se lee con interés.
Viene después una curiosa sección de compra-venta: los kits cazavampiros y artículos del estilo. En eBay se subastó uno, y me habría gustado mucho hacerme con él, pero tras sopesarlo mucho, decidí que haría mejor servicio en manos de un auténtico Van Helsing en vez de expuesto en la estantería de mi casa. Eso y que el precio era desorbitado.
Junto con esto, Pedro L. López comenta otras “curiosidades transalpinas” a la venta, que no voy a desvelar, y que también son impresionantes. La gente vende de todo, pero lo grave es que hay gente que compra de todo.
Curiosas también, en este apartado, las páginas dedicadas a modificaciones corporales para parecer vampiro. Lo dicho. Un libro en el que aprendes tanto de vampiros como de la raza humana.
La siguiente sección es el obligado repaso al cine. Si hay una categoría artística que se ha desvivido por la figura del vampiro y que tenía que aparecer en este libro, es sin ninguna duda, el cine. Se elabora un selecto repaso por décadas a las mejores cintas dedicadas al tema. Podría parecer tedioso pero no lo es y siempre acabas descubriendo algún título interesante que se te ha escapado y que anotas para el futuro o alguna anécdota del rodaje o de los actores.
Increíble la cantidad de cintas que hay, y buena la selección que el autor elige para comentarnos algunas de ellas.
Acabando ya, leeremos sobre dos nombres imprescindibles de actores que han interpretado al vampiro icónico por excelencia sin los cuales ni se entiende su figura ni el libro estaría completo: Drácula. Esos nombres, son, por supuesto, Bela Lugosi y Christopher Lee. También conoceremos el origen y evolución de las respectivas productoras que les encumbraron: la Universal y la Hammer.
Por último se hace un breve avance de futuros proyectos relacionados con la figura vampírica, tanto en formato serie de televisión como en formato cine.
Hasta aquí lo bueno. Un buen libro, en serio, con buena información, un grandísimo repaso a toda la trayectoria del mito, con bonitas tapas e ideal para las consultas de cualquier upirólogo.
Pero no puedo callarme. Lo siento, Dolmen, pero es que no puedo. ¿Es que no hay correctores en Dolmen? A pesar de lo bonito y lo cuidado de la edición, hay cosas (bastantes), que no son de recibo, y que se habrían podido remediar si alguien se hubiera molestado en leer el libro antes de sacarlo a la venta.
Hay faltas de ortografía y signos de puntuación (mal colocados o inexistentes) que forman frases sin sentido; hay nombres de personajes ficticios escritos, en un mismo párrafo, de formas distintas (Harker y Harper, Ravenna y Rávena…); nombres propios traducidos (Hugo “Lobezno” Jackman); adjetivos en mayúscula (vampiros Europeos, espectros Rumanos, industria Hollywoodense, vampiros Transilvanos…); errores de maquetación (la lista de vampiros repartida por países en orden alfabético muestra Irak dos veces; la lista de películas indica que “en rojo” aparecerán aquellas de las que se ha hablado, pero el libro es en blanco y negro; se agradecería una separación algo más diferenciada que un punto y seguido al cambiar de tema; las fotos que acompañan el texto no tienen pie de foto hasta la página 39…); errores de geografía (“si vives en Prusia y te ataca un vampiro…”). ¿¡Prusia!? Si viviera en Prusia ya estaría muerto…
Y algo imperdonable es que el autor tome por cierta una información meramente promocional. Decir que la AVL (American Vampire League) existe y reclama derechos para los vampiros americanos y su integración, e incluso proporcionar el enlace de la web de la referida, es una estafa para el lector cuando la AVL y el enlace que lleva a la página de la AVL no son más que parte de la campaña promocional que la HBO llevó a cabo para promocionar la serie True Blood. Todo esto tendría su gracia si el autor finalizara aclarándolo, pero parece que ha oído campanas y no las ha contrastado.
Quitando esas pegas, repito, es una buena obra de consulta, de las mejores con las que uno puede hacerse a día de hoy y el párrafo anterior no debe desanimar su lectura. Personalmente he disfrutado descubriendo cosas que no sabía, he anotado alguna lectura, conocido el origen de un cómic y apuntado grupos de música y películas sobre los que indagar. Uno nunca deja de aprender sobre los vampiros, y, con esta biblia, aprenderéis.
Si sois un frikis del vampirismo, este libro es un must have.