Hasta hace cinco o seis años no sabía nada de Sidonie. Tan solo que eran un grupo más de la escena indie española y suponía que eran de creación más o menos reciente. Iluso de mí… De reciente nada. Llevan ya más de veinte años haciendo su música. Pero a lo que iba. Que me harté de escuchar las putísimas mierdas que radiaban en bucle como un disco rayado día tras día, y durante el mismo día, las radiofórmulas de los 40 criminales, Kiss, Dial, Europa y similares y un buen día decidí mandar a todas esas emisoras a tomar viento. Desde entonces escucho Radio 3. Gracias a esa emisora he descubierto, y sigo haciéndolo, muy buena música, sin publicidad y con gente que realmente entiende. Música lejos de los manidos clichés comerciales y, sobre toda de la cansina, rutinaria y machacona repetición del martillo pilón que me sacaba de quicio.
Y fue ahí, en Radio 3, en concreto en el programa de Carmona, Hoy empieza todo, donde descubrí a los Sidonie y a su fama de beberse hasta el agua de los floreros. Había algo en ellos, y en su música que había conseguido lo que creía que era ya cosa del pasado: que una canción actual se te metiera en la cabeza y la tarareara inconscientemente hasta que, como vino, se fue. Y, por si fuera poco, tuve la suerte, sorteo mediante, de asistir a un concierto suyo en una sala para menos de 100 personas en el que disfruté de uno de los mejores espectáculos musicales de mi vida que me dejo fa-fa-fa-fa-fascinado.
Así, explicados ya los antecedentes, se comprenderán mis ganazas de leer el libro que Marc Ros, compositor y cantante del grupo, ha parido, y de comprobar si aparte de no saber dibujar un perro puede contar y bien una historia.
De primeras he de decir que sorprende mucho lo bien escrito que está El regreso de Abba. Ni de lejos parece una primera novela. El ritmo certero y pausado, la manera en que se nos narran los sentimientos de los tres personajes principales y su interacción, las referencias musicales, cinematográficas y literarias… son más propios de alguien con mayores incursiones en la escritura a sus espaldas, pero claro, Ros es letrista y sabe cómo hacer todo eso. (Ojo, que no digo que por el hecho de ser letrista uno ya sepa escribir libros. No. Dudo mucho que si Búnbury, por ejemplo, decidiera escribir un libro yo quisiera leerlo –o sí, yo qué sé, depende– y eso que me gusta su música… En fin, me salgo ya del jardín).
–Vale, supongamos que lo sea. ¿Qué culpa tiene nuestra música de que yo sea borde? No somos la misma cosa. No soy la canción. Como persona es imposible competir con mi canción; siempre voy a decepcionar porque no hablo haciendo rimas ni soy el espejo en el que te miras para conocerte mejor mientras bailas y cantas. Yo soy de mitos, de iconos y de cultos, y me trago todas las gilipolleces que se cuentan de mis ídolos, pero no soy tan ingenuo como para creer que me voy a llevar bien con todos ellos. Si solo disfrutara con discos hechos por gente maja, solo tendría uno.
¿Y de qué va el libro? Pues de todo y de nada. De la vida misma, en general. Abba y Hugo son dos cantantes de dos grupos distintos que deben colaborar para sacar adelante un disco juntos después del éxito que han tenido con una canción veraniega pergeñada por ambos. Para ello Abba pone su casa en Cadaqués, a la que no volvía desde que sus padres murieron cuando ella tenía 16 años. A esta pareja se unirá Domènech para realizar un documental sobre el proceso creativo y lo que estime oportuno.
Durante los días que compartan van a enfrentarse a ellos mismos como nunca y van a tener tiempo de conocerse, reconocer sus “otros” y madurar a pasos agigantados, porque lo cierto es que se encuentran muy perdidos y ya va siendo hora de que, a esas alturas de película, sepan a donde encaminarse.
Ros tiñe toda la novela con un tono melancólico y nostálgico, y trata temas como el amor, la imagen que la gente tiene de nosotros, la música, las drogas, el hacerse mayor… y no se corta un pelo a la hora de insertar hábilmente una crítica a la industria musical y al turismo masivo.
El regreso de Abba es un libro que se lee con interés, (más si eres fan, pero no es imprescindible serlo), y aunque no es uno de esos libros a los que tienes la necesidad imperiosa de volver cuando la vida te aparta de la lectura para que la atiendas, sí que tienes algo más que curiosidad por saber lo que le sucede al trío protagonista. Un libro que se completará con, o que completará a, el noveno, y homónimo, disco de la banda. Un libro que merece leerse.
Así pues, leamos “y después, tan mediocres otra vez”.