El rompecabezas del cabo Holmes, de Carlos Laredo
Siendo como es El rompecabezas del cabo Holmes una novela policiaca que honra al género exhibiendo con generosidad las virtudes que lo hacen reconocible, no quisiera destacar ninguna de ellas para comenzar la reseña ya que no son el ritmo, la intriga, la trama ni el desenlace lo que me ha rendido a sus pies. Ésta es una gran novela por su honestidad, porque no recurre a trucos, por otro lado tan frecuentes, para mantener la atención del lector con descubrimientos artificiosos ni argumentos tramposos. Uno descubre lo que pasa al tiempo que quienes lo investigan, las piezas del rompecabezas las tiene el cabo Holmes como las tiene el lector y tanto el uno como el otro pueden tratar de armarlo en las mismas condiciones. Para mí es de agradecer.
Otro atractivo es que tanto los personajes como los escenarios son reconocibles aunque no necesariamente conocidos. Es fácil reconocerse en ellos para bien y para mal porque son personajes muy reales, en tanto que muy bien construidos pero también en tanto que muy nuestros. Carlos Laredo ha hecho un gran trabajo y no sé si lo que pretendía al abordar esta historia de desapariciones, asesinatos e intrigas varias era algo más que divertirse haciéndolo, pero lo cierto es que ha logrado mucho más que un producto redondo, ha escrito un libro que reconcilia al lector con un género saturado de historias, personajes y tramas tan fríos como ajenos.
El cabo Holmes es un guardia civil gallego y el rompecabezas que trata de armar, la desaparición que investigan tanto él como Santos, un peculiar detective privado, es la de un empresario radicado en Madrid. Decir que es una novela dinámica es decir poco porque la sucesión de acontecimientos la convierten en trepidante, sin embargo transmite una sensación que me costaría definir que confiere a esa relación de hechos ese plus que la convierten en una historia. Trepidante, sí, pero gallega.
El rompecabezas del cabo Holmes está escrita en un tiempo, pero en dos mundos. Las dos realidades sociales que retrata parecen tan ajenas que resulta inaudito que puedan combinar tan bien, pero lo hacen. Mérito de Carlos Laredo, sin duda. El choque entre esos dos mundos, la alta sociedad que representan los clientes, la familia del empresario desaparecido o Santos, y la clase humilde que representa principalmente el guardia civil que investiga en caso en su vertiente gallega. Hay quien aspira a entrar en ese mundo glamouroso, como las modelos, y que vive de él, como los delincuentes que van apareciendo en la historia, pero en cualquier caso el choque entre ambos mundos es un motor narrativo notablemente eficiente.
Podría parecer que son los múltiples negocios turbios que se van describiendo, tristemente tan creíbles, son el nexo de unión entre ambas realidades, pero afortunadamente no es así. No es sólo así. La relación entre las dos mentes detectivescas, Santos y Souto, es también un vínculo entre ambos, un vínculo virtuoso si se me permite el término, y funciona tan bien o mejor que el criminal.
Y si los escenarios gallegos, la Costa da Morte, el mar, las aldeas de pescadores son obviamente muy gallegos, no lo es menos el sentido del humor que exhibe Carlos Laredo. Porque El rompecabezas del cabo Holmes es un libro ciertamente divertido, pero con ese punto sutil al tiempo que corrosivo que es tan propio de aquellas tierras.
En fin, para los amantes de la novela policiaca de más está decir que es un libro muy recomendable porque es una magnífica novela policiaca, pero para quienes no lo sean es, si cabe, más recomendable porque El rompecabezas del cabo Holmes no es sólo una novela con la que disfrutar, sino una experiencia con la que congraciarse con el género. O descubrirlo. O rendirse a él. Y en todo caso, para todos aquellos que conciban la literatura como un todo y a los que los géneros y la etiquetas le importen tan poco como lo que en realidad valen, una buena obra literaria que disfrutar.
Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es
Como autor de “El rompecabezas del cabo Holmes” me siento muy feliz con una reseña tan elogiosa.
Porque cuando escribo una novela me estrujo el cerebro para intentar no defraudar a los lectores, para entretenerlos y lograr que disfruten con la historia que les cuento. Hace poco, una lectora me echó en cara no haber podido dormir en toda la noche, porque era incapaz de dejar la novela, aun sabiendo que tenía que madrugar al día siguiente. Quizá exageró, pero eso es lo que intento. Doy las gracias a Andrés Barrero y los que le hagan caso.
El cabo Souto “Holmes” sigue trabajando y pronto verán la luz nuevas aventuras suyas en la bella y peligrosa Costa de la Muerte.
Carlos Laredo
Gracias por tus palabras, Carlos. Esperemos que sean muchos los que me hagan caso, seguro que se alegrarán. Un lector expectante ante la nueva entrega ya te puedo asegurar que tienes, ojalá seamos legión.
Un abrazo,
Andrés