No es la primera vez que me acerco a las historias de Ana Alcolea, autora aragonesa nacida en Zaragoza. La culpa de conocerla la tuvo mi hija que llegó a ella a través de una lectura obligatoria al iniciar el Instituto, El retrato de Carlota, un libro por el que, aun siendo del año 2002, les aseguro que no pasan los años y que la chavalería lo siguen leyendo con auténtica delicia. No hace mucho les hablaba de su último libro infantil, Castillos en el aire, poco después de su publicación se le otorgaba el premio Cervantes Chico, el máximo galardón que se concede a la literatura infantil y juvenil, y que entrega el M.I. Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Hoy vengo a hablarles de su último libro, El secreto del espejo, que si bien es la segunda parte de El secreto del galeón, porque comparte a los protagonistas reales, les puedo asegurar que se puede leer de forma absolutamente independiente. Una historia para jovenzanos que disfrutarán igualmente padres y educadores. Porque como todos conocemos, y si no yo le lo cuento, Ana Alcolea es de pluma sencilla pero muy elegante, y sus historias desprenden amor por la pintura, la historia, la música… En general todas las artes, deja evidencia de su profunda formación en las humanidades y de su inquietud y espíritu aventurero.
Y todo esto que es la autora en general lo plasma en esta historia en particular. Veamos. Elena y Carlos reaparecen en una historia que se desarrollará en Zaragoza y que viviremos en dos planos distintos, uno fantástico e histórico, pues se remonta al Siglo I d.C. en el que conocernos a una jovencísima Yilda que logra escapar de los crueles druidas que la han tenido retenida a su servicio durante años. En su huída se topa con las tropas romanas a cargo del Tribuno Claudio Ponpeyo que la trasladará hasta Hipania, concretamente hasta Cesaraugusta.
“Corría entre los árboles. Sabía que no podía parar si quería salvar la vida. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración, que se iba haciendo cada vez más rápida y sonora. Yilda nunca había escuchado el sonido del aire cuando entraba y salía mecánicamente de su cuerpo. Pero ahora lo oía y le arañaba las entrañas …”
Ya ven, ágil y trepidante es esta parte del relato en el que la autora hace avanzar la historia con rapidez. Pero también es la parte más literaria y estética. En ella hace, entre otras, una rápida revisión al mito de Blancanieves.
En otro plano, como les decía, a los padres de Carlos se les encomienda investigar sobre los restos de una villa romana hallada muy cerca de la actual Zaragoza. Y es en esta parte donde Alcolea le ha dado más actualidad y realismo a la obra, donde habla de los problemas reales, tanto familiares como en su entorno afectivo y educativo, con los que los chavales capean todos los días. Problemas que afronta con realismo y dureza, pero también hay una buena dosis de humor, como en la vida misma.
“Se levantó y se asomó a la ventana. La luna era un ojo que lo miraba escrutador. Un ojo que lo veía todo, como ese big brother que era el smartphone, que sabía dónde estabas y con quién hablabas…”
Una novela actual, con conflictos actuales, la amistad y los primeros amores, los móviles y su uso como elemento de control, la violencia de género y el acoso en sus primeras fases… Y la música, y la literatura, y las artes flotando por todo el libro, impregnando al lector, y haciendo que quiera llegar a ser alguien capaz de dominar todas ellas.
Siendo claramente un libro juvenil de iniciación, es una lectura muy agradable para acompañar a nuestros hijos en su aventura lectora. Libros para trabajar con ellos que nos pueden llevar a interesantes conversaciones sobre sus problemas, pero también para darnos una idea de cómo podemos afrontar esas otras charlas que son de nuestro mundo de adulto y que en ocasiones no sabemos darle el enfoque adecuado y vamos posponiendo día tras día por pensar que no están preparados para ello. Por suerte para los padres veremos que en la literatura tampoco es siempre un asunto fácil de resolver.
El diseño del libro y la portada … ¡Ay, como me han gustado!
La portada es genial, así con mosaicos y la serpiente tan de la época de Augusto. Da gusto leerte y ver cómo presentas los libros, tanto que muchas veces dan hasta ganas de volver a los años juveniles.
Me quedo con esta referencia, que en este caso no sólo es el libro, sino su autora.
Un abrazo, Susana.
Es una autora a la que da gusto leer tengas la edad que tengas, es una mujer que ama la cultura y eso se nota y lo transmite en sus historias. Por lo general las editoriales cuidan mucho la presentación de los libros, así que me imagino que ella no andará muy lejos de ese proceso.
Un abrazo!