“Me domina el deseo de una vida que no puedo tener.”
Así confiesa la protagonista de El sermón de fuego su pasión más arrebatadora e íntima. Y acaso, aunque no seamos capaces de decirlo en voz alta: ¿no hemos sido todos víctimas de este pensamiento alguna vez en nuestras vidas? Ya se trate de amor o de cualquier otro asunto, ¿no nos sentimos a veces abrumados ante el dolor de una imposibilidad?
Y esto es de lo que creo que trata esta novela: del dolor que causan nuestros más profundos deseos. De una vida, la real y actual, que vivimos y que no sentimos como nuestra, a pesar de ser sus propios protagonistas; y de otra, la que nos gustaría vivir y con la que fantaseamos (o incluso, “tonteemos”) en ocasiones. Ante esta coyuntura se enfrenta Maggie, una mujer madura, casada y con hijos, que ha crecido en una familia tradicional y con una educación cristiana. Según este entorno, ella ha logrado la vida perfecta para cualquier mujer: una familia compuesta por un marido que la cuida y unos hijos que la quieren y a los que debería haber criado en esta fe. Pero su vida no resulta ser como le prometieron y se ve obligada, en muchas ocasiones, a hacer aquello que no desea por miedo a poner en peligro toda esa “perfección” en la que le educan.
Y así llega la inseguridad y la infelicidad, que se transforma en engaño hacia su pareja y hacia ella misma. La infidelidad (no es un spoiler, ya que es uno de los elementos clave de esta novela) se presenta como una vía de escape ante el sufrimiento y ante la necesidad de la protagonista de desviarse de la norma establecida. De todo eso que le impide llevar el timón de su propia vida. Y, de esta forma, me fui sumergiendo en esta profunda historia, narrada de una forma impecable en mi opinión ya que, como su protagonista, es presentada de forma irregular. En cada capítulo vemos que salta continuamente de pasado a presente y que, no solo son contados en primera persona desde su perspectiva, sino que a veces nos introduce diálogos, pequeñas reflexiones y recuerdos que nos ayudan a ponernos en situación ante todo lo que ocurre en la novela.
Además, también está narrada de forma muy descriptiva, ya que se fija hasta en los más mínimos detalles. Pero nunca sentí, como lectora, que me aburriera, me estuviera perdiendo algo o no me aportara nada porque, por el contrario, transmite muchísimas emociones. Es una novela tan íntima y demoledora que a veces asusta. Y te hace preguntarte, a medida que vas leyendo: ¿Por qué nos cuesta tanto admitir nuestros errores? ¿Por qué la vida nos coloca ante una serie de retos que debemos afrontar para plantarle cara a nuestra propia existencia? Creo que ninguno de nosotros tenemos las respuestas a estas preguntas. Pero creo que sí es necesario planteárnoslas para darnos cuenta si estamos llevando la vida que queremos llevar o la que otros quieren que llevemos. O, mejor dicho: si nos estamos convirtiendo en las personas que queremos ser engañándonos a nosotros mismos. Porque quizás el precio que paguemos sea demasiado alto… Quizás nunca lleguemos a estar en paz con lo que realmente hemos sido, somos y llegaremos a ser algún día.
Ha sido muy interesante la lectura de El sermón del fuego porque tengo que admitir que no esperaba que finalmente sintiera empatía con sus protagonistas: a veces, a través de las situaciones que viven, no puedes creer que tomen las decisiones que toman. O, a veces, no entendía por qué expresaban cómo lo hacían sus sentimientos y emociones más profundas. Pero al final, conseguí entender todo y comprobé por mí misma cómo todas las piezas del puzle encajaron perfecta y rápidamente. Es una novela compleja e interesante, que se te mete en la cabeza y te hace reflexionar sobre el amor, el matrimonio, el deseo y las ganas que todos sentimos a veces de romper con todo, sobre todo con las normas que, a veces, rigen nuestro comportamiento y actitud.
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