No había armas de destrucción masiva, por mucho que George W. Bush lo repitiera hasta la saciedad al oído de cualquier jefe de estado de la coalición de países internacionales que posteriormente invadiría Irak. Sí había cantidades ingentes de petróleo. Sí, también había un pueblo iraquí oprimido bajo el yugo del dictador Saddam Hussein. Y con dicha justificación, con los USA ondeando la bandera de la defensa de los derechos humanos y la democracia, el 20 de marzo de 2003 se procedió a invadir un país que nadaba en oro negro. Pocos meses después Saddam Hussein sería capturado. Tres años después sería ejecutado. Entretanto, y como producto de cualquier guerra, se sucederían todo tipo de abusos de derechos humanos, víctimas civiles y éxodos masivos de refugiados.
Es en este contexto, poco después de que los norteamericanos tomarán el mando de la capital de Irak, donde se suceden los hechos que se relatan en El sheriff de Babilonia. El principal protagonista es Christopher Henry, un policía que entrena a iraquíes para convertirlos en la fuerza de seguridad que se pondrá al mando una vez los norteamericanos abandonen la zona. Su trabajo se complica cuando hallan a uno de sus reclutas asesinado. Claramente ha sido ejecutado. ¿Por quién y con qué intención? Christopher Henry dejará de lado su trabajo como contratista militar para ejercer de policía. Iniciará una investigación que lo llevará a buscar aliados tan dispares como Sofia, una iraquí que forma parte del consejo de gobierno y que acostumbra a jugar a dos bandas, o Nassir, hasta hace poco integrante del cuerpo de policía de Saddam Hussein, un tipo duro que ahora no es más que un hombre abatido que ha sido golpeado, y de la peor forma, por la guerra que asola su país.
Lo primero que llama la atención del cómic bélico noir El sheriff de Babilonia es su crudeza, algo que se percibe desde la primera viñeta, con ese primer plano del cadáver que pondrá en movimiento toda la maquinaria narrativa. Una imagen realista, cargada de una gran dureza y de mucha tristeza también. Con esa primera viñeta Tom King y Mitch Gerads, el tándem creativo de Mr. Milagro, dejan claro que no se andarán con medias tintas y que, aun siendo una historia de ficción, el telón de fondo lo marcará la confusión de una guerra que a día de hoy todavía tenemos muy presente.
Tom King, guionista también de La Visión, habla con conocimiento de causa, pues participó en la guerra de Irak como agente de operaciones contraterroristas de la CIA. Y algunas cosas debió ver por allí, y la mayoría probablemente bastante feas, pues nos pinta un panorama de caos absoluto. Y en medio de esta absoluta anarquía encontramos a los tres personajes principales que deberán hacer piña para sobrevivir. Descubriremos junto a ellos que es difícil averiguar quién dice la verdad en un mundo en el que todos pretenden sacar beneficios y que la vida de un hombre se valora en función de la información que posea y de lo valiosa que esta sea. Y mientras la investigación avanza de una forma caótica, de una manera tan repleta de información que te obliga a leer y releer y sentir en tus carnes la confusión en la que se encuentran atrapados los protagonistas, también descubriremos las vidas personales de estos, añadiendo así más carga dramática al conjunto.
Si el guion es potente y realista el dibujo no podía ser menos. Mitch Gerads nos muestra una Bagdad tan grandiosa como decadente, con lugares de gran belleza arquitectónica que contrastan con esos otros donde edificios a medio derruir por la caída de bombas albergan muchachos que trapichean para ganarse la vida. Si los parajes impresionan el diseño de personajes, en especial los rostros, deja sin aliento; los dibujos de cadáveres, destripados, tiroteados o las escenas de torturas hielan la sangre. Cada viñeta de El sheriff de Babilonia parece una foto Polaroid, algunas algo ajadas o manchadas por el paso del tiempo pero todas juntas, colocadas en orden, muestran imágenes de enorme realismo que con ritmo cinematográfico nos revelan el desgobierno que campó en aquel momento. Añadir que Gerads se desenvuelve con especial soltura, añadiéndole el toque peliculero al cómic, en las escenas de acción; momentos de tensión que los disparos o las explosiones siempre acaban mostrando un fundido a negro, como si fueran la nefasta conclusión de una situación que ya desde el inicio no auguraba nada bueno.
En el cómic El Sheriff de Babilonia, publicado por ECC, encontrareis momentos de tensión como en las películas de Tony Scott, momentos dramáticos a lo Homeland, momentos descriptivos estilo documental y confusión, mucha confusión, producida por la guerra.
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