¡Qué difíciles son los 15 años! Hay que encajar, pero tú te sientes desencajada, fuera de sitio. Es difícil verse en el espejo, por mucho que te mires, te cuesta reconocer a ese ser que cambia casi cada día a esa edad. Hablo en femenino porque mi género es ese, y porque la protagonista es chica, pero sé que es igual de complicado para los chicos. Tengo hijos en esa edad, dos: chico y chica, mellizos, sí. Y quitarles los pañales a los dos a la vez no fue nada comparado con la adolescencia. Quiero hacer una aclaración: tengo unos hijos maravillosos, buenos y responsables, pero la adolescencia es muy complicada, sobre todo para ellos. También es una oportunidad magnífica para aprender y descubrir, pero eso a veces se nos olvida.
Tess Turner, la protagonista de esta historia, tiene 15 años. Es una chica algo diferente a los cánones establecidos por las chicas monas y guays del instituto por lo que sufre acoso. Otra vez, la mierda del abuso de los que se creen superiores por ser más uniformes y aborregados. Se siente diferente, tanto por el físico como por su forma de pensar y sentir. Ella misma se define como Plutón, por lo alejado en la galaxia. Una noche descubre algo que ha escrito su padre en un blog y se le termina de derrumbar la vida, que ya estaba sujeta por frágiles hilos. El único refugio seguro era su familia y esta seguridad se va a la porra. Durante una frustrada y breve escapada de casa se compra una linterna con forma de pez. Este pequeño artilugio se convertirá en su aliado, en su amigo: le hablará, le aconsejará, le meterá caña y la volverá loca. Conectará con esa luz que el pez emite y le hará reflexionar y trabajar el batiburrillo mental que tiene. El pez se convierte en una especie de Pepito Grillo. Tess además decide encerrarse en un profundo y terco silencio. No hablará con nadie, salvo con el pez y en la intimidad de su cabeza. El silencio es su forma de protestar ante lo que no entiende ni quiere asumir, es su forma de escapar. Esto hace que se le complique bastante la vida, como podréis imaginar. Por el silencio pierde a su única amiga, conoce a otra persona maravillosa y hace enloquecer a sus padres, que no entienden lo que le ocurre, pero que se lo toman con toda la filosofía del mundo porque la quieren muchísimo.
Annabel Pitcher ya nos había sorprendido en sus anteriores novelas con una forma magistral de contar los conflictos familiares. Para mí ha sido un gran placer leer el silencio es un pez de colores, es un maravilloso libro, magníficamente escrito, fácil de leer, con un lenguaje rico y precioso; tierno, emotivo y con mucho sentido del humor aunque lo que está viviendo la protagonista es un drama. Que nos habla de lo complicadas que son las relaciones familiares, lo que nos marcan la vida, de su importancia para crearnos una identidad sana. Trata sobre lo fundamentales que son las relaciones que establecemos, de lo que nos aportan y el daño que nos pueden hacer. Es por todos sabido que los que te pueden hacer más daño son las personas que más quieres, en las que más habías confiado.
También es un gran ejemplo de cómo la comunicación, o más bien, la falta de la misma, puede estropear, liar, dañar e incluso romper lazos. Es tan importante hablar, sentirse libre para expresar lo que uno siente. Aunque parezca tonto, porque hay días que uno se siente fatal y no sabe porqué, pero que puedas decirlo, que puedas pedir un abrazo fuerte sin que te dé reparo, sin tener que dar explicaciones, es tan bueno. Lo que para uno es importante hoy, deja de serlo dentro de unos días, y viceversa. Y esa diferencia se hace más acusada cuando tienes 15 años. Igual que cambia el cuerpo, cambian los afectos y los gustos, los quereres y los pensares. Parecen bipolares: tan pronto te besan como te pegan un grito. Es muy importante estar ahí, al pie del cañón, dispuestos a respetar los silencios y a escuchar lo que tengan que decir cuando lo necesiten.