Reseña del libro “El síndrome de la impostora”, de Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot
Sí, yo fui una de esas niñas repelentes que se quejaban de que iban a suspender y luego sacaban un diez. Lo triste es que lo decía en serio, vivía esperando el fracaso. Eso me ha pasado mucho, sobre todo en la infancia y la adolescencia: cuando me iba bien, creía que era por pura casualidad; cuando me iba mal, me flagelaba pensando que me lo merecía porque no daba para más. Con los años, he aprendido a verme de forma más objetiva, pero, cada vez que me enfrento a un nuevo reto, me vuelve a embargar esa inseguridad. Ahora estoy en un momento de esos (pronto publicaré mi primera novela), así que leer El síndrome de la impostora, de Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot, me ha venido genial.
El fenómeno psicológico que sufre la gente incapaz de asimilar sus logros y que teme constantemente ser descubierta como un fraude fue denominado el síndrome del impostor por las psicólogas estadounidenses Pauline Rose Clance y Suzanne Imes en 1978. En este libro nos relatan cómo surgió este concepto y nos ayudan a comprender de dónde viene, cómo se manifiesta, se transmite y se supera, haciendo hincapié en por qué afecta más a las mujeres que a los hombres, hasta el punto de convertirse (desgraciadamente) en una de sus señas de identidad: las mujeres dan una atribución interna a los fracasos mientras que los hombres suelen creer que las razones son externas, ajenas a sus capacidades y rendimiento.
Las autoras, una periodista y una psicoterapeuta, aportan estudios científicos que han analizado esa falta de confianza y testimonios de mujeres que la han sufrido, a pesar de ser exitosas. Ahondan en varios aspectos, por ejemplo, la mentrificación (el proceso de invisibilizar los logros de las mujeres), que me recordó a otras lecturas, como Sabias, la cara oculta de la ciencia, de Adela Muñoz Páez, o Las chicas son guerreras (26 rebeldes que cambiaron el mundo), de Irene Cívico, Sergio Parra y Núria Aparicio; cómo la publicidad potencia nuestros miedos de no estar a la altura o la forma en la que esa falta de confianza puede marcar las relaciones de pareja o transmitirse a las hijas. También explican las tipologías del síndrome (perfeccionista, experta, independiente, superdotada, superwoman, entregada y falsa confiada) y nos aconsejan películas y lecturas para superar las diferentes debilidades (No sin mi hija o Mujeres que corren con los lobos, entre muchas otras).
Quizá, El síndrome de la impostora no ha sido una lectura tan reveladora como esperaba, ya que conocía o intuía la mayor parte de la información que exponen. Pero, en este momento de mi vida, ha supuesto un acicate para mi autoestima, ya que he confirmado que mis miedos no son cosa mía, sino un sentir general sin fundamento.
Si tú sufres esa falta de confianza en ti misma y aún no le has dado nombre ni entendido el porqué, este libro de Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot te impactará más que a mí. Sea como fuere, deja un mensaje importante para todos los que pasamos por el síndrome de la impostura: no es irreversible e incluso puede ser el motor que necesitamos para seguir evolucionando. Solo hay que tomar conciencia de él para convertirlo en fortaleza.