Reseña del cómic “El sueño. Horas de vigilia 1. Los bardos”, de G. Willow Wilson y Nick Robles
El mundo es un poco mejor cuando el Universo Sandman continúa y no solo con reediciones y precuelas, sino con el nuevo Horas de vigilia. El volumen uno, Los bardos, trae personajes míticos como Bruto o el ángel Jofiel pero aporta pesadillas nuevas como Ruina o Lindy, una humana madre doctoranda y precaria de rabiosa actualidad. Este título de El sueño acaricia la nostalgia del Shakespeare de los primeros cómic de Sandman, pues la protagonista Lindy pretende confirmar con los resultados de su tesis qué hay de cierto en las diversas teorías de la autoría de las obras shakesperianas.
La estructura lo pone fácil. Diversos arcos narrativos que se cruzan entre el sueño, la magia y la realidad, simultáneando un multiverso que hace las delicias de los fan de Gaiman. Estos planos coetáneos permiten además distintas técnicas en el arte. Fotogramas dignos de ocupar un vinilo en la pared de tu salón, no te digo más. Aunque echo de menos al gran Dave McKean, el dibujo de Nick Robles actualiza una serie que lleva dando sentido a nuestras vidas desde los 80.
Que la protagonista sea mujer, madre y vulnerable, es decir, lejos del modelo inalcanzable de “superwoman”, quizá sea porque la guionista es una mujer, porque la G. de G. Willow Wilson esconde a Gwendolyn, la autora de cómics tan conocidos como Ms. Marvel, por ejemplo. Algunas viñetas inciden directamente en esa incapacidad patriarcal de ciertas masculinidades para interesarse por tener descendencia o para la crianza. Lo cual no es un reduccionismo esencialista, sino una disparo certero a estereotipos de género machistas y trasnochados. Como por ejemplo en la escena en que el personaje medio gótico de Ruina y el deportivo Jofiel atienden las necesidades nutricionales de la bebé, Anna Hathaway. Nombre, por supuesto, de la esposa del bardo de Los bardos, es decir, William Shakespeare.
Otra de las denuncias transversal a la acción que discurre entre el mundo onírico y el terrenal es contra la precariedad de las personas, pero doblemente en las mujeres, que deciden dedicar su vida a la investigación, máxime si tiene que ver con la literatura o la cultura. Como agitadora cultural me he sentido tan identificada que he tenido que soñar para convocar a Ruina o a Sandman, preferentemente.
Finalmente, hay guiños a Merlin, a los herederos de los magos que quisieron capturar a Sueño en Preludios y nocturnos, al teatro de comedia, a las nuevas generaciones que cometen errores por un supuesto amor romántico idealizado, a los youtubers o la mercadotecnia audiovisual. Y todo con ese toque del universo de Neil Gaiman que trata temas durísimos, trágicos con un humor ácido que te hace a veces sonreír a veces llorar a lágrima viva. Aunque toda la humanidad esté abocada a la Ruina, descender en la oscuridad es volver al comienzo de todo y, por tanto, la oportunidad de renacer. Este volumen uno queda abierto a la esperanza, ¿te animas a empezar esta historia?