Reseña del libro “El tablero de la reina”, de Luis Zueco
Hoy sé que soy una privilegiada por poder hablarles aquí y ahora, de un nuevo libro de Luis Zueco, El tablero de la reina.
Me he dado, o concedido, el gusto de leerlo despacio, de recrearme en la historia que me cuenta, y qué, si en la anterior reseña, en la que les hablaba de El cirujano de almas, ya les comentaba lo mucho que había crecido ese Luis Zueco del que yo ya les hablé hace casi ¡una docena de años!, ni pueden imaginar lo que he sentido al leer El tablero de la reina.
Un libro que rezuma historia, trama, intriga, ajedrez…, y libros, ese amor por los libros siempre de fondo y ganando terreno cada vez que nos presenta uno nuevo. De hecho, la novela empieza con el robo de un libro en la mismísima Alhambra de Granada.
Leer sirve. Estas dos palabras las repito muchas veces. Allá donde voy para hablar de libros o de literatura las repito hasta la saciedad. Los libros, y las historias que contienen, sirven. Y sirven cuando eres pequeño y sólo eres capaz de escuchar, y sirve cuando te enfrentas a tus primeras lecturas en forma de cuento, y ya cuando eres joven y ya vas seleccionando a que géneros te vas acercando más. Y naturalmente sirve cuando lees por placer y dejas que lo que hay bajo las palabras e incluso tras las historias te inunde plenamente.
Yo leo de todo, y como diría Ana María Matute no quisiera que el paso de los años me apartase ni de la literatura fantástica ni de los buenos cuentos, menos aún de libros con este del que hoy les vengo a hablar.
Leer a Luis Zueco es leer un poco de todo, pero para mí es disfrutar y aprender, le leo y el cuerpo me va pidiendo ir a leer otras cosas… Verán, cuando en este libro aparece, perfectamente encajado, Jorge Manrique ¿Quién no recuerda esas Coplas a la muerte de su padre que todos hemos estudiado en el cole, y que ahora recobraba mi cerebro?
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte,
tan callando…
Ahora ya se pueden imaginar a qué época nos ha llevado el autor, a los momentos previos de la ascensión de Isabel la Católica al trono de Castilla, esa parte del Siglo XV que tanto me fascina, porque siempre me ha interesado muchísimo la figura que, como bien dice el autor en las entrevistas, puede ser considerada como la primera gran Reina de Europa. Y ya saben que este es otro de los elementos de sus novelas, mujeres fuertes y valientes capaces de enfrentarse a las peores adversidades, pero en este caso no me refiero a Isabel, qué también, sino a Gadea, que sobrevive a los violentos hechos que sucedieron en Toledo contra los judíos conversos, pero nada les contaré de ella porque merece la pena que la conozcan a través del propio autor y leyendo este libro
Y ahora el tema tremendamente central que me ha fascinado, EL AJEDREZ, porque, me gusta mucho, (aunque ahora juego sobre todo contra la IA (Inteligencia Artificial), y siempre me ha parecido mucho más que un juego, porque la suerte no sirve sobre el tablero y porque siempre he visto que esas piezas bien podrían ser la vida que vivimos.
Pero la verdad es que nunca tuve la inquietud de investigar sobre su historia, ahora sé que incluso mis sospechas eran erróneas, pues pensaba que si bien nos habría llegado de oriente, jamás pensé que España hubiese sido fundamental para la trasformación del mismo, y la conexión que hace el autor sobre una cosa y otra, me hace meterme otra vez en ese tablero de la vida del que siempre quiero aprender más. Aquellos a los que les guste el Ajedrez les recomendó vivamente la lectura de este libro, aquellos que disfruten con la historia, lo van a disfrutar muchísimo, y a quienes les guste la intriga y los amoríos medievales, ya saben, más violeta que rosa, lean, lean El tablero de la reina, no les defraudará, un libro para todas las edades, yo diría que desde cuarto de la ESO hasta esos días en los que crees que ya lo has leído todo.
He decidido tras la lectura de El tablero de la reina que voy a volver a ver la serie de Isabel, que quiero leer otra vez las Coplas de Jorge Manrique, ¡sobre todo ahora que también he conocido a su padre!, y que ya estoy deseando que Luis Zueco se ponga manos a la obra para que desde alguno de sus castillos nos escriba otra historia, esas que nos cuenta, con las que disfrutamos y aprendemos y que nos hacen olvidar nuestras penas para envolvernos con las ajenas.
El tablero de la reina, un libro que estoy segura que va a tener un gran recorrido por su valor histórico, por la capacidad visual con la que ha sido capaz de narrarlo, y porque el AJEDREZ sigue siendo un idioma internacional.
Por último no quiero olvidar decirles que lean la dedicatoria final; cualquiera que haya tenido que salir con su familia alguna vez corriendo de su casa porque el fuego del monte se acerca, y sin saber si podrás volver a por tus recuerdos, a por tu vida, o a por tus libros… Que es lo que él vivió este verano en pleno Moncayo, (y que yo viví a través de parte de mi familia, incluida mi pequeña sobrina de a penas tres años que mientras marchaban solo decía “esto es terrible, esto es terrible…”) queda para siempre en el recuerdo, y es por ello que hace ese homenaje a todos los que participaron de aquel terrible suceso.
Los que vivimos en el medio rural es raro que alguna vez no nos haya tocado ver el fuego en el horizonte, y será por ello que me ha sido imposible no dejar que asomen las lágrimas en esta emotiva dedicatoria.