Reseña del libro “El Todo”, de Dave Eggers
El pasado fin de semana fui con mi chica al cine. Nos pusimos delante de la cartelera con toda nuestra intención, pero nada. Allí no había manera de decidirse. El que hace de Elvis nos parecía el primo de Ace Ventura, y Top Gun ya la habían puesto hasta en el Canal Diocesano. Ya me entiende, digamos que tuvimos ese tipo de conversaciones de pareja, tan excitantes y que afianzan una relación. Al final, y como no llevábamos monedas sueltas que poder lanzar al aire, le pedimos a la chica que vendía las entradas que nos recomendara una película, que éramos incapaces de decidir, que estábamos hartos de hacerlo y tal y cual. Que decidiera ella por nosotros en qué íbamos a ocupar las siguientes dos horas de nuestras excitantes vidas. ¿Le va sonando un poco esto?
La muchacha, más resacosa que sorprendida, trató de echar una rápida cuenta mental para ver si aquella inusitada responsabilidad que le atribuíamos aparecía de alguna forma en su desorbitada nómina, y luego nos recomendó una peli que, por otro lado, no voy a nombrar aquí, por si a Carlos Bollero le da por entrar a leer la reseña y decide acabar conmigo antes de que lo haga la próxima ola de calor.
Eso sí, le debo confesar que ni tan mal. Y tal es así, que al salir del cine le pedí a la influencer/vendedora de tickets su cuenta de IG y me hice amigo suyo de inmediato. Hoy, incluso, entré a preguntarle si me podía recomendar también algún libro. Pero a estas horas solo me ha contestado una tal @Barbie_turico.
Aunque más allá de este burdo (¡la palabra de moda, eh!) ejemplo, en realidad, la cosa no es para tomársela ni un poco a broma. Y es de eso, precisamente, de lo que nos quiere hablar Dave Eggers en El Todo, esta estupenda y completísima ficción satírica de corte tecnológico, con cierto aire de ensayo, mucha ironía, humor (y para nada distópica) que se ha sacado el autor norteamericano de su desbordante imaginación, dando continuidad a otros libros anteriores. De hecho, en El Todo, Eggers viene a contarnos, por resumirlo al máximo, que El Círculo, esa gigantesca organización empresarial de la que nos habló en uno de sus grandes éxitos del pasado, esa omnipresente multinacional, el imperio que domina el mundo y que ha nacido y se ha criado a los pechos Silicon Valley y de un neoliberalismo feroz y facilitador, ahora se ha hecho mayor. El Círculo, como consecuencia de la compra de otro gigante, uno del sector del comercio electrónico mundial y que tiene nombre de selva sudamericana (upsss), ahora ya no es El Círculo sino que ha pasado a llamarse El Todo. Y con eso creo que está todo dicho.
Por tanto, y ahora que está tan de moda, si alguien quisiera hacer un patético remake, El Todo sería, sin duda, el malo de un nuevo Terminator II: un depredador que no repara en nada ni en nadie con tal de conseguir su propósito y que cuando peor lo puede estar pasando, y sin que te lo esperes, consigue recomponerse milagrosamente otra vez y vuelve a perseguirte sin descanso y a tocarte los cojones. Un monstruo sin alma que llega, incluso, a disfrazarse de buena gente para alcanzar lo que busca y comernos a todos por las patas. A ti, a tu libertad, a tu capacidad de decisión y, por supuesto, a tu cuenta corriente.
Sí, claro. ¡Por supuesto que estamos hablando de esos!
Como decía, y más allá de la estupenda (e hilarante) sátira futurista llena de tecnologías imposibles (o no tanto), de aplicaciones digitales creadas para “mejorar/controlar la vida de la gente” (al más puro estilo 1984) por esa mega estructura empresarial y tecnológica que domina el mundo y que es El Todo (creadora de apps que se descargan para medir la belleza, seleccionar materias primas saludables, evaluar las horas de sueño que hemos hecho y hasta el número de sonrisas que debemos procurar a los demás para tener un buen nivel de aceptación social), Eggers monta esta compleja estructura de ficción y nos demuestra su enorme capacidad como narrador para meternos de lleno en ese indeterminado mundo del futuro (o quizás ya del presente) y lo hace para cuestionar, en realidad y como tema principal de la novela, si en esto de la dominación de lo digital y de los avances de la tecnología 4.0. fue antes el huevo o la gallina.
Es decir: si el marketing digital, los algoritmos, el Big Data y toda esa mierda que nos invade día a día ha conseguido modificar nuestra forma de ser y de pensar y nos ha llevado de la manita hasta las bocas de algunos pocos lobos o, por el contrario, hemos sido nosotros mismos, seres humanos cada vez más abrumados, más espantados y extrañados que nunca, los que hemos cedido poco a poco nuestra libertad a cambio de un falso confort que consiste en dejar que alguien nos diga cuál es la noticia que debemos creer, cuál es el mejor producto que debemos comer (¡o leer!) y qué tipo de persona debemos ser.
Ojo, que parece que hay esperanza.
Delaney Wells, es la nueva Guy Montag, o un Winston Smith revisionado. La joven protagonista intentará conseguir un empleo en El Todo. Sin embargo, su único objetivo una vez dentro será diseñar una app, un programa de tipo red social mundial o algo similar que haga que la gente se rebele definitivamente contra la invasión del Gigante en sus vidas privadas, que provoque la revolución y la definitiva implosión de El Todo, el fin de la dominación de sus algoritmos de mierda sobre toda la especie humana.
¿Qué cómo termina el asunto? Ja.
¿Usted sabe si Jeff Bezzos se ha quedado finalmente a vivir en la luna? Pues hecho usted cuentas.
Sea usted bienvenidos a El Todo (o ponga aquí usted el nombre que se le acaba de venir a la cabeza).
Y para un mejor servicio, rellene este formulario.
No le llevará ni un minuto.
Y por favor, no haga usted como yo: vaya a una librería de barrio a comprarse el puto libro.
Y échese crema.