El último apaga la luz. O dicho de otra manera: ahí os quedáis que yo me voy. El título de la última obra de Nicanor Parra ha resultado ser absolutamente premonitorio: unos meses después de la publicación, el poeta chileno se ha marchado para no volver y nos ha dejado con la luz encendida. Una luz brillante y poderosa la suya, eso sí, encarnada en una obra que ilumina la noche poética como una antorcha infinita.
Pero que también quema, cuidado. Porque la premisa inicial siempre presente en la obra de Nicanor Parra es la revisión de todo lo anterior. Revisión, renovación y ruptura hasta el punto de hacer arder todo aquello inservible, algo que queda claro desde su primera obra importante, Poemas y antipoemas, cuyo título le hizo cargar para siempre con el sambenito de “antipoeta”.
Afortunadamente, y al contrario de lo que les pasa a otros, a Parra no le pudo el calificativo fácil, y tuvo tiempo y fuerzas para extender su obra más allá de la anécdota. Sin llegar a convertirse en un “superventas” como Neruda, ni a saborear el Nobel como Gabriela Mistral (y el propio Neruda, sí), a Nicanor Parra le han llovido los reconocimientos oficiales y de la crítica en los últimos años. Premio Nacional de Literatura en Chile y Premio Cervantes en España, con él se va el último de los grandes poetas chilenos nacidos antes de la segunda mitad del siglo XX.
El último apaga la luz, publicado por Lumen (no podía ser de otra manera) alterna algunos de sus libros imprescindibles tal cual los publicó (Poemas y antipoemas y Hojas de Parra, por ejemplo) con otras obras dispersas, seccionadas o recopilaciones de poemas sueltos. La explicación a esta selección se da en una decena de párrafos al final del volumen, así que los puntillosos echarán en falta una justificación más extensa y quizá un aparato crítico o una introducción que aporte claves sobre la obra y su autor. Tampoco creo que sea absolutamente necesario. Para lo segundo no hacen falta muchas guías, si por algo se caracteriza Nicanor Parra es por ser un poeta de lectura agradable, sin demasiados escondites, que puede disfrutar cualquiera. Y para quien tenga interés en el resto de su obra, extensa como corresponde a alguien cuya producción literaria abarca siete décadas, ya están las “Obras completas & algo +”, en dos tomos, que el propio autor supervisó hace unos años.
En cualquier caso, la modernidad, necesidad y lucidez de Nicanor Parra se hacen patentes por todo el libro. Maestro del absurdo, es uno de los pocos poetas mayores que incluye con destreza el humor en sus poemas. También la muerte, con un toque único para mezclar ambos. No faltan además la religión, la relación hombre-mujer y su particular visión del mundillo literario, perfectamente documentada en sus Discursos de sobremesa. Un poeta original pero no estridente, siempre pendiente del tú en el poema, tan interrogativo como reflexivo. Imprescindible para desbordar los límites de las páginas y tirar abajo los muros de las bibliotecas.
El último apaga la luz ha sido la obra final, pero bien puede servir de comienzo para todos aquellos que deseen acercarse a Nicanor Parra. Y para quienes quieran continuar más allá, el chileno dejó escrita obra como para que no tengamos que pedirle que resucite y nos escriba más. Además, como escribió en El anti-Lázaro: “Muerto no te levantes de la tumba/ qué ganarías con resucitar/ una hazaña… y después… la rutina de siempre”.
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