Siempre me han gustado mucho las novelas de misterio y los thrillers y hace poco me di cuenta de que los había dejado de lado: casi no leía nada de este estilo. Así que de un tiempo a esta parte he decidido cambiar esto y volver a enfrentarme a historias de este tipo que tanto me gustan y tanto me hacen disfrutar.
Cotilleando las novedades de Plaza & Janés, vi que iban a editar un libro de una de las reinas del suspense, Mary Higgins Clark. Y yo, que no había leído nada de ella (sí, juzgadme todo lo que queráis) decidí que era el momento de conocer la pluma de la neoyorquina.
Todo comienza cuando una chica llamada Kerry aparece muerta en la piscina de su casa. La noche anterior celebró una fiesta aprovechando que sus padres no estaban y el desenlace fue fatal. Como imaginaréis, empieza una carrera contrarreloj para averiguar quién ha sido el que ha acabado con la vida de la chica. Y no será una tarea fácil porque En el último baile parece haber de todo menos testigos. Ahí entra en juego la hermana de la víctima que, ante la poca sangre que demuestra tener el detective, decide ser ella misma la que resuelva el crimen.
Y, aunque no hay testigos, sí que hay muchos sospechosos. Encontramos, por ejemplo, a su novio, con el que discutió la noche de la fiesta. Y también está su vecino, uno de los mejores personajes para mi gusto, y que tiene un poco de resquemor porque la chica no le invitó a su fiesta. Así, la novela se desarrolla en torno a varios sospechosos teniendo cualquiera de ellos los motivos y la oportunidad para haber acabado con la vida de la chica.
Este libro tiene una cosa muy buena: a pesar de su escasa extensión (tiene alrededor de unas doscientas páginas), contiene muchísimos capítulos. Tantos, que algunos solo ocupan una página. Y digo que esto es bueno porque así la narración se hace muy ligera, dándole ventaja al lector porque se lee muy rápido y su lectura es muy fluida. Eso es bueno si lo que se busca es pasar un rato entretenido metido en una trama de asesinatos y misterio. También tiene otra cosa buena, y es que el narrador se va centrando en un personaje o en otro dependiendo de la relevancia que tengan en el caso. De esta manera, podemos conocer los puntos de vista tan diferentes que tienen entre ellos y eso puede ayudar al lector a averiguar quién es el asesino.
El último baile es, por excelencia, una novela policiaca. Empieza con un asesinato, continua con una investigación exhaustiva y termina con el descubrimiento de quién es el asesino. La autora no se detiene demasiado en darnos información sobre los personajes, ya que estos en algunas ocasiones pecan de ser superficiales y un poco planos. Pero yo voy a romper una lanza en su favor y es que aquí, sinceramente, lo de menos es la evolución de los mismos. Hay un asesinato y queremos saber quién es el asesino. Punto. Así que no tenemos ante nosotros una novela de personajes ni una trama enrevesada ni compleja donde la narrativa sea algo que destaque. Es un libro para pasar el rato y dejarse llevar por el misterio y la intriga. Y, amigos, eso es algo muy importante, porque también es necesario que existan libros así, que atrapen al lector y que este solo tenga una misión: adivinar quién es el asesino antes de que la autora lo revele.
En definitiva ha sido una lectura ligera, agradable y entretenida, que es lo que buscaba en estos momentos. Quería estrenarme con esta autora y ahora, que ya conozco su forma de trabajar, quizás me atreva con otros títulos más antiguos, ya que por algo ella tiene la fama de ser una de las mejores autoras de suspense. Yo, de momento, voy a dejar de lado las novelas de thriller por unas semanas porque, en lo que va de año, ya he leído unas cinco. Es hora de cambiar, de nuevo.