En estos tiempos tan desconcertantes y peligrosos, y aunque nunca lleguemos a responder(nos)las del todo, está bien reflexionar un poco sobre qué tipo de preguntas nos hacemos cada día. Y por eso, es de agradecer que, en esto de los libros, algunas editoriales no busquen distraernos sin más. Es de agradecer que haya algunas que no quieran anestesiarnos con historias inverosímiles y anodinas, ni con sagas familiares o detectivescas facilonas y llenas de misterios encadenados hasta el infinito (y el aburrimiento). Es un alivio que existan las que no nos quieran embaucar con perversos aparatos de marketing para que nos entretengamos jugando al cluedo de la molicie y malgastemos tiempo y dinero mientras ahí fuera todo explota en fuegos de cien colores y luego se va a la mierda, incluyéndonos a nosotros mismos. Me atrevo a afirmar que es mucho más interesante ser testigo del terrorífico y fabuloso espectáculo de la vida, pero también entiendo (y respeto, por supuesto) que cada cual tenga su propia idea sobre cómo (y en qué clase de libros) emplea el poco tiempo que se nos ha dado nos hemos dado para dedicárselo a la Literatura.
Por eso, yo y mi caballo nos alegramos de que Sexto Piso (y otras muchas editoriales independientes y valientes de la España querida) apuesten con decisión por rescatar obras tan verdaderas, tan imperecederas y bellas como El valor desconocido, del escritor austríaco Hermann Broch, que es por méritos propios uno de los ensayistas y narradores más importantes del período de entreguerras pero que, desgraciadamente, también fue pronto e injustamente olvidado en etapas posteriores por culpa de esa maquinaria implacable de hacer libros (y billetes) en la que nos encontramos actualmente.
Pero, ¿qué es el valor desconocido y cómo podemos acceder a él? Pues eso es precisamente lo que se nos cuenta en esta preciosa (y precisa) novela, y eso es lo que se preguntan los tres jóvenes hermanos Hieck (Richard, Susanne y Otto) mientras crecen al lado de su desdichada madre y, sobre todo, a la sombra inefable de un padre extraño y peculiar, y ya muerto.
Richard Hieck es el recién doctorado y el personaje sobre el que gira, en realidad, toda la novela. Una gran promesa de la física que se afana en unir definitivamente la razón y el corazón utilizando para ello el método científico. Las fórmulas matemáticas y el análisis empírico de la realidad como base para entender el mundo entero. Pero, ¿será eso un objetivo alcanzable?
Después tenemos a Susanne, la pulcra y moralizante hermana, la que vive entregada a la religión, al rezo y al amor de Dios, y para la que todo es una cuestión de fe. ¿Encontrará Susanne respuesta a todas sus plegarias?
Por último, conoceremos también a Otto, el pequeño de la familia. Otto es un adolescente rebelde y aspirante a pintor, y encarna la figura del joven pasional y transgresor. Otto vive tal y como siente y su mundo está muy lejos del de sus hermanos. Pero, ¿será Otto más feliz que sus dos hermanos?
Con una prosa clásica, culta y elegante pero también profundamente analítica y reflexiva, Hermann Broch nos describe magistralmente a estos tres personajes a través de sus actos y de sus opiniones, mostrándonos un mundo lleno de interrogantes y de perspectivas diversas. El valor desconocido funciona como una especie de fábula filosófica y existencial, en la que se nos presentan tres formas distintas de ver el mundo y de enfrentarse a la incomprensibilidad del hecho de vivir, haciendo que el lector tome partido por alguna de ellas o, por el contrario, (y como me pasó a mí), quede irremediablemente flotando en el aire, aturdido e incompleto.
La novela nos habla también de la trascendencia que tiene la historia familiar, pero es, sobre todo, un fresco muy particular y no exento de crítica y sarcasmo del mundo científico e intelectual de la época. Sin embargo, y a pesar de transcurrir mayoritariamente en un ambiente universitario y académico, ese del que el propio autor formó parte durante mucho tiempo, la novela también nos presenta una imagen certera de la sociedad europea del momento, del barrizal de pobreza moral y resentimiento en la que se había convertido el continente tras la Primera Gran Guerra.
Por lo tanto, El valor desconocido es un libro que viene del pasado para combatir el presente, este presente tan repleto de verdades absolutas, de falsos profetas y cutres líderes de opinión. Porque el arte, la buena literatura, sirve para hacernos dudar, para hacernos dudar cada vez más. Pero esto es lo que pienso yo y si usted piensa otra cosa, entonces es que nos vamos entendiendo.