Reseña del libro “El vals de la bruja”, de Belén Martínez
¿Brujas? ¿Que si me gustan? No me hagáis reír. Si me conocéis un poco, ya sabéis que adoro todo lo que tenga que ver con ellas y con la magia. He leído muchos libros donde las brujas son las protagonistas, y muchas de mis reseñas en este blog hablan de ellas.
En esta ocasión, os traigo el primer tomo de una bilogía: El vals de la bruja, de Belén Martínez. Un libro rebosante de magia pura y dura que me ha dejado sin palabras, totalmente enamorada de su historia y de sus personajes, de la prosa de la autora y de su forma de contarnos lo que acontece. Así que, si me concedéis este baile, os llevaré a los Siete Infiernos para hablaros de esta novela.
Estamos en Londres, en el año 1895. Eliza Kyteler es una bruja. Sus padres fueron los mejores brujos de su tiempo y ella debía ser un prodigio, pero no lo fue. Ella solo es una joven despreciada y marginada por no ser lo que se espera de ella. Y para más inri, sus padres fueron asesinados en un ritual sangriento. ¿El culpable? El mejor amigo de ambos: Aleister Vale. Ahora encarcelado en un lugar similar a Azkabán, la cárcel de Sacred Martyr.
Pero ahí no acaba la cosa. Eliza es una rebelde, es expulsada de la academia de magia donde estudia y encima su tía está empeñada en buscarle un marido. Sin embargo, los asesinatos al más puro estilo de Jack el destripador comienzan a sucederse y Eliza estará dispuesta a resolver el caso y a conocer la verdad sobre ella, sobre sus padres y sobre el mismísimo Aleister Vale.
Dicho esto, no sé ni por dónde empezar para explicaros todo lo que me ha hecho sentir esta novela. Bueno, ante todo la ambientación que nos ofrece Belén es fabulosa. Un Londres de finales del XIX que se mueve entre dos líneas temporales y así nos ayuda a conocer no solo a Eliza, sino también a Aleister.
Además, la novela, perfectamente dividida en siete partes, tiene un breve capítulo al comienzo de cada parte dedicado a Aleister. Y eso me conquistó de lleno. Esas pequeñas píldoras que nos da la autora para que podamos conocer más y más al villano, es algo fabuloso y muy bien pensado para tener al lector pegado a sus páginas.
Por otro lado, me ha fascinado la gran capacidad de Belén para crear personajes tan diferentes unos de otros, llenos de vida y de muerte, de misterio y de secretos. La intriga se mantiene en todo momento y nos hace contener el aliento, nos invade de dudas y de ansia, y nos lleva de la mano por un laberinto oscuro de sensaciones y sentimientos demoníacos, mágicos y empáticos.
Sí, empáticos por Eliza. Para mí, uno de los mejores personajes femeninos que he tenido el gusto de conocer. Una joven bruja que odia su naturaleza y el mundo donde le ha tocado vivir por culpa de la gente y de una sociedad mágica que presume de ser distinta y mejor que la de aquellos sin poderes, y realmente no lo es tanto cuando se trata de cuestiones como la virtud, el matrimonio, las mujeres y los homosexuales.
Eliza, una hija de leyendas con una gran fortuna. Eliza, una mezcla de personajes (Harry Potter, Miércoles, Sabrina, Elizabeth Bennett y Audrey Rose Wadsworth) de la manera más original y atrayente posible.
¿Y Aleister? Su halo de misterio y la información a cuentagotas que obtenemos de él son lo mejor de esta historia. Saber más de este villano que quizás no lo sea tanto es lo que nos empuja a continuar, a devorar página tras página sin descanso.
Pero es que no solo Aleister y Eliza son grandes personajes, sino que también tenemos otros como el carismático Andrei Báthory, Liroy, Kate, la tía Hester o los antagonistas, David Tennyson y Serena Holford, que son espectaculares.
No obstante, el mejor para mí junto a Eliza ha sido Trece, mi querido Trece. No os hablaré de él. Solo os diré que tenéis que conocerlo. Para mí, él ha desbancado a Salem y a todos los gatos parlantes y mágicos.
Y ya para terminar solo me queda decir que los asesinatos que se suceden a lo largo de la novela son un punto fuerte que nos mantiene alerta. Así la autora consigue sacar nuestra vena detectivesca y que desconfiemos de los personajes. Ese giro que da la historia al transformarse en un thriller sobrenatural me ha resultado maravilloso, al igual que el tremendo e impactante final que no vi venir.
De verdad que solo tengo palabras bonitas para Belén Martínez, una autora a la que no había leído hasta ahora. Pero después de devorar El vals de la bruja, quiero bailar entre sus letras no solo un vals, sino un tango, un chotis e incluso componer Una sonata de verano en cada estación del año.