A veces, elegir un libro es como jugar a las maquinas tragaperras , echas una moneda y sin saber muy bien cómo, tocas los botones a la espera de que te toque el bote, o al menos un buen premio; en este caso, una lectura agradable que valga la inversión que hemos hecho, económica si compramos el libro, pero sobre todo en cuanto a tiempo y expectativas.
En mi experiencia como lector y profesional del mundo del libro, creo que lo que convierte a una persona en lectora es la suerte; o has tenido la suerte de tener a alguien en tu círculo cercano que te ha inculcado el hábito de la lectura desde la infancia, o has tenido la epifanía de haber encontrado un libro en el momento adecuado. Creo que la gran mayoría de personas que son lectoras habituales, saben decirte de un libro que les marcó profundamente en un momento dado, y que plantó en ellas la semilla de la lectura compulsiva.
En mi caso fueron les Rondalles Valencianes de Enric Valor, unos libros que me enseñaron de muy pequeño la mezcla de tradición, fantasía y aprendizaje moral y social. Otras personas han dado con libros que les han ayudado a afrontar situaciones difíciles, o que les han dado sentido a la vida. Porque la verdad es que un libro en el momento adecuado puede cambiar completamente el rumbo de tu vida, ayudarte a superar algo que creías insuperable o insuflarte ánimos para enfrentarte a tus propias dificultades.
También creo que tiene que ver con cómo es el cerebro de cada uno. Hablando una vez con una amiga que es pintora, me dijo que sus sueños siempre eran visuales y llenos de imágenes, a veces incluso solo veía colores. Sin embargo, mis sueños siempre han sido palabras, muchas veces sin imagen. Y no sé si es por hábito o por habilidad, pero en el momento en el que tengo un libro entre mis manos, el mundo que hay alrededor se desvanece, y me sumerjo completamente en la lectura, siendo un espectador privilegiado en primera linea de lo que ocurre en la historia. Tengo la capacidad de sentir las emociones que se describen casi con la misma intensidad que si las estuviera viviendo yo, hasta el punto que hay historias que recuerdo como si me hubieran pasado a mí. Por eso nunca leo dramas ni historias de miedo, porque permean en mi interior y me dejan un poso amargo. Y me da un poco de pena saber que a otras personas no les ocurre lo mismo cuando leen un libro, ya que no pueden experimentar lo que vivo yo cuando leo.
Así que muchas personas no han tenido esa experiencia casi extra sensorial de sumergirse en una historia. Nunca han dado con un libro que les haya emocionado, que les haya cambiado la vida, y los pocos intentos de lectura que han hecho han sido infructuosos, generando esa sensación de que la lectura no vale para nada. Pero habiendo millones de libros, y millones de personas, dar por azar con un libro que sea vital para ti es difícil. Por eso creo que para acercarse a la lectura, es importante dedicar tiempo a elegir un libro. Visitar una librería, oler los libros, tocarlos, estudiar las sensaciones que nos transmiten, hablar con libreros, buscar reseñas en blogs literarios y hablar sobre lecturas con otras personas, son actividades que nos pueden dar pistas para encontrar ese libro que nos está esperando para darnos lo mejor de sí mismo, y para hacernos un poco mejores a nosotros mismos.