Cuenta Stephen King que una vez, en un avión, un hombre lo increpó: «Yo sé quién es usted, es ese de las películas de terror. A mí esas historias no me gustan, a mí me gustan las películas que hablan de temas importantes de verdad, como Cuenta conmigo o La milla verde». «¡Eh! Que esas también las escribí yo», contestó King, divertido. Por supuesto, el hombre se negó a creerlo.
A mucha gente le pasa lo mismo que a ese señor: se niegan a leer a Stephen King porque no les gusta el terror. Lo tienen encasillado en esas historias lo catapultaron a la fama, pero su producción es tan prolífica que es injusto reducirla a una etiqueta. Basta con echar un vistazo a The King. Bienvenidos al universo de Stephen King, que reseñé hace unos meses, para comprobar que, a través del terror u de otros géneros literarios, ha ahondado en los temas universales de la literatura. Sin ir más lejos, Elevación, la novela corta de Stephen King recientemente publicada por Suma de Letras, es esa clase de libros que los lectores prejuiciosos nunca asociarían con él, porque relata una historia cotidiana y conmovedora.
Bueno, totalmente cotidiana no es, al fin y al cabo, estamos hablando de Stephen King. En Elevación, Scott, el protagonista, es un hombre corpulento de metro noventa al que le sucede algo insólito: está perdiendo peso de manera lenta pero constante, sin embargo, su apariencia física permanece inmutable. La barriguita sigue ahí, por muchos kilos que baje. Es imposible que nadie imagine lo que le pasa, por lo que, al menos, se libra de las preguntas indiscretas. Pero una bajada de peso tan acusada y sin razón aparente no es lo más extraño: Scott pesa lo mismo vestido que desnudo, incluso si se sube a la báscula con dos mancuerdas de diez kilos. Descartadas las enfermedades conocidas, pide consejo a su amigo Bob Ellis, un doctor ya jubilado, que tampoco encuentra explicación.
Pese a sus temores iniciales, Scott se siente mejor que nunca, y es un problema mundano el que más lo incomoda: los perros de sus nuevas vecinas, Deirdre y Missy, le destrozan el jardín todos los días. Ellas, por su parte, tienen preocupaciones mayores que un vecino cabreado: nadie va a su restaurante. ¿Por qué? Simplemente, porque son lesbianas. Y están casadas. Algo que los habitantes de Castle Rock, un pueblo pequeño y chismoso, no puede aceptar.
Con estos cuatro personajes, Stephen King nos cuenta una historia de amistad que transformará la convivencia del pueblo. Y con el insólito caso de la bajada de peso (¿qué sucederá con Scott cuando llegue a los cero kilos?), nos hace reflexionar sobre el cambio, la aceptación, las despedidas y la muerte.
¿Cómo encararía mi vida si me encontrara bien físicamente, pero atisbara el final? Esa es la pregunta que se me quedó rondando por la cabeza al acabar de leer Elevación, una historia sencilla que toca la fibra. Seguramente no llegué a ser una de las novelas más recordadas de la carrera de Stephen King, pero es la clase de novela que le gustaría al señor que lo increpó en el avión.