Elizabeth Costello, de J.M. Coetzee
No es fácil encarar la reseña de un libro de J.M. Coetze. Pero debemos reconocer que tampoco es fácil la lectura de los libros de este Nóbel que pareciera que escribe más para escritores que para un público generalista. A mí me gusta leer a Coetzee, pero reconozco que me agota. Así que tras la lectura de Elizabeth Costello decidí hacer un pequeño experimento. Sin ninguna indicación previa, lo propuse en el Club de lectura que coordino. Un club de lectura por el que ya pasaron grandes autores como Margarite Yourcenar con su magistral Adriano, Philip Roth y su animal moribundo, e incluso su amigo Auster aunque con uno de sus libros más optimista, Brooklyn Follies.
Desgracia no, ese no podía proponerlo, la vida ya es suficientemente dura, y además conozco a otro Club de lectura que lo había trabajado y creo que aun hay alguien, según me cuentan, en tratamiento psicológico por depresiones, alguien comentó que era como meterse tristeza y dolor directamente en vena.
Pero Elizabeth Costello podía ser otra cosa, este sí podía ser un libro de Club de lectura, y lo ha sido, ya lo creo que lo ha sido…
En primer lugar he de decirles que nos reunimos de mes en mes, así que ese es el tiempo que han tenido para leer y digerir el libro. Durante este mes he recibido algunas llamadas de miembros del grupo para decirme “Esta mujer es imposible: Abandono”, otros me han dicho, “te juro que lo intento, espero poder con él”. Ya ven, la cosa parecía complicada. En mi último correo, previo a la reunión, les pedía que aunque no hubiesen podido leerlo viniesen para compartir la experiencia del intento de lectura.
Justo antes de empezar alguien dice un frase: “Carne vieja, Susana, esto ha sido carne vieja, ¡mira que me ha costado masticarlo…!” Uffff, la que me espera… Pienso. Empezamos como siempre, hablando un poco de la vida del autor. Hay mucha gente que cree que esto no es importante para entender una obra, yo siempre he sido de la opinión de que sí, y es más, en ocasiones como esta creo que se hace imprescindible.
Conocer un poco la infancia de Coetzee, algo que generalmente marca mucho la obra de un escritor, su capacidad de estudio, sus licenciaturas en Literatura inglesa y en matemáticas, que de alguna forma nos indica su capacidad de razonamiento, sus años de docencia en Texas, el curioso hallazgo de los cuadernos de Beckett que influirían para siempre en él y en su literatura. En este mismo libro del que estamos hablando es imposible no ver su influencia, así como la de otros autores que han marcado su línea de reflexión como Dostoievsky, Kafka o Defoe.
No sabemos demasiadas cosas del autor, es muy cerrado, hermético, pero veamos si podemos descubrirlas a través de esta autora llamada, Elizabeth Costello.
Y nos vamos adentrando en esta obra que no está separada por capítulos sino por “lecciones”. Y empezamos por la primera, y descubrimos a esta anciana escritora llamada Elizabeth Costello, y tras la lectura de las primeras páginas se obra un primer milagro: Nos hemos olvidado de Coetzee y empezamos a ver el libro como una auténtica biografía de la autora.
Seguimos. Y lección a lección vamos conociendo en profundidad a Elizabeth, y es cuando se hace cada vez más indigesta la lectura, su radicalidad nos exaspera, no a todos, es cierto, pero sí a la mayoría. Su exaltación por el vegetarianismo hasta llegar al punto de acusar a los carnívoros de estar realizando genocidios comparables a los de los campos de exterminio judíos, nos resulta insoportable. No a todos. Es cierto, pero sí a la mayoría.
Seguimos. Y lo hacemos con una nueva lección en la que la Sra. Costello nos hablará sobre el mal. Y yo aporto un documento en el que Vargas Llosa nos cuenta que esta lección la conoce, “que en una ocasión se reunieron una veintena de escritores, teólogos, filósofos, críticos y sociólogos, de diez de la mañana a diez de la noche en un auditorium sin ventanas… hubo momentos muy apasionantes, uno de ellos fue la exposición de J.M.Coetzee, pero en vez de una conferencia nos leyó una historia, en la que Elizabeth Costello, viajaba de Australia a Holanda para hablar, precisamente, del tema que allí nos había reunido”.
Y no nos queda más remedio que hablar de literatura y censura, o autocensura, o de porqué se escriben determinadas cosas sabiendo que dañarán la sensibilidad del lector. Y de que si a esta señora le horroriza una granja, ¿cómo no le va a horrorizar un texto en el que se hable de torturas y vejaciones a seres humanos? Y también nos vemos obligados a hablar del humanismo, de la mitología, y de los clásicos, y de qué pasará cuando ya nadie los lea…
Y hablamos de que la literatura puede ser dolorosa, y peligrosa; que muchas cosas han cambiando en el devenir de la historia por escritos que han impactado sobremanera en la sociedad.
Y de lo complejo que es Kafka.
Y de esa carta final que no hay que dejar de leer…
Y acaba la reunión,
y algunos se llevan de nuevo el libro bajo el brazo
y yo creo que van a hacer un nuevo intento.
Susana Hernández
creo, al igual que tú, que siempre la vida del autor nos puede dar pistas para entender mejor su obra. Así que fue una lectura difícil para algunos (te pasó igual que a mí con Nadine Gordimer jejeje).
Me alegro que tras la reunión, salieran decididos a darle una segunda oportunidad. A veces, ver lo que el otro ve, ayuda para tener una mejor perspectiva 😉
un beso,
Ale.
lamento que me quedes tan lejos, pues me encantaría asistir a tus reuniones. Si me saco el melate (algo como la lotería) ahí estaré para la siguiente reunión.A
Yo también siento que estemos separadas sólo por un mar infinito jajajaj Pero también este es un buen medio para compartir cosas. Me alegro un montón de que nos podamos conocer, aunque sea así, y “platicar” (me ha quedado bien ??) y ni te puedes imaginar lo que me alegraría que un día me digas que te tocó el Melate jejeje… O a mí la Lotería y que voy a hacer una visita jeje
Nos costó pero acabamos con Nadine ¡Somos unas campeonas!
Besicos
Me hace gracia lo que dice uno de tus compñeros de lecturas, eso de ¡Carne vieja, Susana, carne vieja! jajaja, ¡vamos! que ni pintada la expresión para tanto tema sobre la carne de animal.
Pero fíajte que no llego a entenderlos con eso de que la vean radicales, en realidad ya puesta veo más radical a la nuera, porque Elizabeth Costello, al fin y al cabo, decía lo que pensaba, pero no imponía nada, si los otros se sentían amenazados por lo que ella expresaba no es cosa de ella que no censuraba a nadie.
Y otra cosa, ella estaba contra una forma en concreto de granjas, que creo que si fuesemos todos conscientes también estaríamos con ella en vez de estar mirando al otro lado como hicieron los alemanes con respecto a los campos de concentración (jajaja, estoy bromenando para meterme un poco contigo). Pero me parece que se refiere a por ejemplo a ese tipo de granjas donde las gallinas viven hacinadas en espacios diminutos, ¡vamos! esas en las que sus huevos son etiqueados con un número 3, por ejemplo, y que mucha gente ya se niega a comprar (yo no compro esos huevos tampoco).
En fin, Susana, tooooda una experiencia enriquecedora. Me ha entusiasmado recordar el libro, y vivirlo así, como una experiencia a compartir.
Yo te digo que me encuentro como uno de tus compañeros que se llevan el libro debajo del brazo.
Buen fin de semana, y eso, ha sido una reseña fantástica para un libro tan fantástico como este.
Un abrazo 😀
Yo no le quito parte de razón a la Sra. Costello, querida Icíar, sobre todo en relación con la comparación que hace de los campos de concentración, que sé o creo que lo hace precisamente para dejar claro su pesar por el comportamiento del resto de la población mundial, pero esto siempre es igual, en todas las guerras, salvo que alguien tenga algún interés geoeconómico, todo el mundo mira hacia otro lado. En lo referente a ese timpo de granjas, yo creo que todos estamos contra eso, de hecho en mi pueblo las granjas son grandes centros de recreo para animales. Es broma, claro, pero sí es cierto que han sufrido en los últimos años grandes transformaciones para subsanar todos los errores y horrores que se veian en algunas.
¿sabías que Tolstoi también era vegetariano y pensaba que cuanto menos animales mate el hombre más cerca estará del humanismo? Yo estoy con el gran autor, pero es que veo un plato de “JAMÓN” y me pierdo, soy así de débil y nunca llegaré a nada (jejejej)
De todas formas es un libro durillo de leer pero que todo el que se acerque a él tendrá nuevos enfoques con los que mirar y a nalizar la vida.
El finde ha sido muy bueno ¡GRACIAS! 😀
Por algo dicen eso de que la carne es débil, jajaja.
A mí la carne me da asco, pero no por principios, sino porque parece ser que no sé comprarla muy bien.. El otro día me puse a hacer un guisado de carne y al sofreírla me salía como espuma, puahhhh.
Pero no soy vegetariana, hay carnes que sí me gustan, la verdad, el jamón me encanta, y muchas cosas, claro, aunque poddría vivir sin carne y me daría igual. Pero eso no importa, son gustos al fin y al cabo. No creo que se deba estar en contra de que se coma carne, los leones lo hacen, y hasta el chimpancé si puede también, digan lo que digan, no es ese el tema, para mí el tema es el maltrato, ya tenemos la suficiente “humanidad” para no necesitar causar ese sufrimiento, y siempre refiriéndome a esos mataderos o granjas que a nadie nos gusta, no a las que tú te refieres, que gracias a esas comenos tantos.
Yo lo veo como la pena de muerte, antiguamente la muerte muy a menudo debía ir acompañada de sufrimiento; hoy en día, gracias a Dios, no. Es un gran avance. Pues con esto igual. Aunque ahora que te contesto, sí creo que Elizabeth Costello iba un poco más allá, tienes razón, pero lo interpreté como su propia visión, aceptable dentro de la variedad de las formas de ver las cosas, sin más, y de todo eso me quedo, con lo intermedio, al menos terminar con la cosificación inhumana de la producción de carne animal en granjas de este tipo.
(¡Qué rollo te he soltaaaaaado!)
Jajajaj Qué graciosa! Yo creo que por tu tierra no hay muy buena carne, y digo eso por no decirte que igual no eres una Arguiñana 😛 Aunque sé que haces un pavo estupendisimo: 😀
En el fondo creo que estamos casi de acuerdo las dos, lo que debemos eliminar es el sufrimiento, por cierto una de las cosas que no como y eso sí es por principios, el paté, me parece que es muy penoso…
Tu crees que el autor utiliza a la Costello para plantear sus argumentos?
A mi, Iciar, me encantan tus rollo… Así que cuando quieras, aquí estaré 😀
Besicos!
Aün no lo sé, creo que sí, pero no estoy para nada segura, porque al mismo tiempo me da la sensación de que no cree en nada, , no defiende nada con tanta vehemencia. Esa es un poco la sensación que me quedó de Elizabeth Costello, que todo tiene un argumento, y ella se arriesga a tomar uno nada común a la mayoría de tanto una bando cuasi-mayoritario como del otro. Como el juego de las ideas. Pero los demás argumentos también estaban, y por eso me gustó el libro, con tanta idea por ahí desperdigada. Que ella fuera la protagonista no le daba la razón, era una más de los personajes, pero se arriesgaba más, y eso me gusta.
PAra mí que viene de maravilla aquí la frase esa de Nieetzsche que decía: “No existen los hechos, sino las interpretaciones” y la verdad, decía, es la interpretación que se impone, por ser las que dan las personas que ostentan el poder.
Algo así.
Pero no me hagas mucho caso, que esto es una conversación con cervecita y purito, hablar sin más, ¡ojo!