Siempre digo que reseñar antologías de relatos me resulta complicado, y Ella dijo destruye, de Nadia Bulkin, no es la excepción. Quizá, en este caso se deba a que las historias de Nadia Bulkin no me recuerdan a nada de lo que haya leído antes. Para diferenciarse, esta autora indonesia, politóloga de formación, no recurre a alardes estilísticos ni a tramas especialmente complejas, le basta con hablarnos de forma sencilla pero directa y mostrarnos escenas de un mundo que nos resulta conocido, pero donde la frontera de la vida y la muerte a veces es indistinguible y la violencia siempre está presente.
Ella dijo destruye está formada por trece relatos: «Zona de convergencia intertropical», «Las cinco etapas del duelo», «Y cuando fue mala…», «Solo la unión salva a los condenados», «Pugelhueso», «Cabra roja, cabra negra», «Siente minutos en el cielo», «Te quiero, chica», «Vida eterna», «Violeta es el color de tu energía», «La verdad es el Orden y el Orden es la Verdad», «Cero absoluto» y «Sin dioses ni amos». Varios de ellos han sido premiados y todos se han editado en revistas y libros a lo largo de los años, a excepción del último, escrito expresamente para esta recopilación.
Aunque, a simple vista, el estilo y las historias parecen sencillas, la verdad es que son difíciles de resumir, porque van más allá del típico inicio, nudo y desenlace. Como es habitual en los buenos escritores, se sirve de elementos pequeños para hablar de las grandes cuestiones. En el trasfondo de cada una de estas trece historias se habla de gobiernos sanguinarios, de violencia estatal y familiar y de convivir con la muerte.
En la antología de Ella dijo destruye hay presidentes capaces de todo para no dejar de mandar, familias que retienen a sus fallecidos en casa porque no son capaces de afrontar la pérdida o gente que se aficiona al turismo paranormal, por muy arriesgado que este sea. También está llena de reinvenciones de hechos reales y literarios, y la excelente «Introducción» de Paul Tremblay nos ayuda a reconocerlos. Por ejemplo, un relato reinventa la presidencia de Suharto en Indonesia, otro le da la vuelta a Frankenstein y otro convierte el Innsmouth de H. P. Lovecraft en un pueblo indonesio.
A la literatura de Nadia Bulkin se la cataloga como «horror sociopolítico», aunque, por fortuna, en ningún momento cae en lo moralista, pues eso se hubiera cargado el poder de sus historias. Como yo me quedo corta en palabras, recurro de nuevo a las de Paul Tremblay, que en una sola frase resume a la perfección el logro de esta autora: «alcanza un delicado equilibrio de rabia, empatía y melancolía, resonante y reconocible para quienes se atreven a prestar atención a lo que ocurre a su alrededor y en el mundo».
Los finales de estos trece relatos son como un puñetazo en la boca del estómago cuando no quedan en suspenso, lanzando una nueva pregunta, respondiendo o sin responder las anteriores. Porque el horror de Nadia Bulkin no pretende dejarte en paz, sino quedarse dentro de ti, bullendo. Solo si estás dispuesto a enfrentarte a eso, te recomiendo Ella dijo destruye.