Entre 2005 y 2009, en una colonia menonita de Bolivia, muchas mujeres y niñas se levantaban amoratadas y sangrando. ¿Qué decían los demás miembros de la comunidad? Que habrían sido los demonios, castigándolas por sus pecados; que mentían para llamar la atención o que, simplemente, su imaginación femenina estaba desbocada. Con el tiempo se descubrió que algunos hombres, parientes cercanos de las mujeres, les administraban anestésico para animales y las violaban durante la noche. Este terrible suceso real ha inspirado a Miriam Toews para escribir Ellas hablan.
En esta ficción, Miriam Toews traslada a Canadá la colonia menonita original, una sociedad aislada del mundo y de los progresos, autárquica, patriarcal y con sus propias leyes. El punto de partida de la novela es la cuenta atrás para que los agresores regresen a la colonia, tras haber pagado la fianza. Según las normas menonitas, a las mujeres se les concede la oportunidad de perdonarlos, lo que les garantizará la entrada en el Cielo a todos. Pero, si no lo hacen, serán excomulgadas y tendrán que ser ellas las que se marchen de la colonia. La decisión no es sencilla, pues confluyen dilemas morales, personales, sociales y religiosos, además del miedo que les provoca cualquiera de las dos alternativas: seguir conviviendo con sus agresores y, quizá, sufrir nuevas violaciones, o aventurarse a un mundo desconocido, del que nada saben.
Muchas de las mujeres prefieren perdonar, es decir, no hacer nada y resignarse a su suerte. El resto se divide entre las que abogan por quedarse y luchar y las que prefieren irse, cuanto más lejos, mejor. Ocho mujeres de distintas edades, pertenecientes a las familias de los Loewen y de los Friesen, son las elegidas para representar estas dos últimas posturas en una asamblea clandestina, en la que pretenden consensuar una decisión.
Para encargarse del acta de esta asamblea, pues ninguna de ellas sabe escribir, designan a August Epp, el maestro de la escuela, al que los demás hombres menosprecian por no servir para trabajar en el campo. Y es él el que nos cuenta lo que sucede en esas dos jornadas, conforme va transcribiendo las discusiones de las mujeres.
Ellas hablan es el minuto a minuto de esas dos jornadas de asamblea, donde se suceden las reflexiones. ¿Acaso un perdón coaccionado les abriría las puertas de Cielo? ¿Luchar no iría contra sus creencias pacifistas? Si se van, ¿podrían llevarse con ellas a sus hijos varones? ¿A partir de qué edad ellos también se convertirían en un peligro para ellas? ¿Es posible hacerlos cambiar?
Simplemente dejando hablar a las mujeres, Miriam Toews consigue un enfoque diferente, pues no hay que irse a una colonia aislada del mundo para que las víctimas de los abusos sean silenciadas. Y pese a que la situación de estas mujeres indigna, el relato no cae en el dramatismo, sino que incluye humor, amor y esperanza.
«¿Cómo te sentirías si en toda tu vida nunca hubiera importado lo que pensaras?», dice una de las protagonistas en un momento dado. Y por eso mismo es tan fuerte la conexión con ellas, porque por fin alzan la voz para expresar sus miedos, sueños y deseos y deciden ser dueñas de su destino.
Desgraciadamente, las mujeres agredidas en la colonia boliviana no tomaron la palabra. Miriam Toews les hace justicia poética en Ellas hablan. Ojalá un desenlace así deje de ser ficción y se convierta en realidad y norma.