Con la publicación de Emanon vagabunda, manga de Kenji Tsuruta, Ponent Mon sigue la historia de la ya editada Emanon recuerdos, una obra basada en la premiada novela de Shinjo Kajio. A Kenji Tsuruta ya lo conocíamos en nuestro país por obras como la inacabada Forget Me Not o Spirit of Wonder, editada por Glénat en tres tomos en 2003. Tsuruta es uno de esos mangakas polifacéticos que sorprenden por la belleza de su trazo, y en Emanon vuelve a hacerlo de una manera sobresaliente.
Emanon recuerdos es una obra que cuenta la historia de una misteriosa con la que topa un estudiante que está realizando un viaje en ferry. Emanon afirma tener memoria desde el inicio de la vida en la Tierra, hace unos tres millones de años. El protagonista, gran aficionado a la ciencia-ficción, pasa una noche con Emanon, hablando con ella, proponiendo razones a lo que ella le cuenta, y esta breve relación le marca para siempre.
La obra, como comentábamos, está basada en la novela homónimoa de Shinjo Kajio. El autor se inspiró en un viaje que él mismo estaba haciendo y su soledad inventó a este curioso personaje que ha tenido una excelente recepción, ya que las continuaciones han seguido apareciendo en manga de manos de Kenji Tsuruta, dibujante al que el novelista original no deja de deshacerse en halagos por su extraordionario trabajo.
Emanon recuerdos parte de una premisa muy interesante. Un manga que en principio puede parecer una historia costumbrista más, o incluso un romance al estilo shojo, hace un viraje de hondo calado filosófico al revelarse la naturaleza inmortal de Emanon. Ni siquiera ella sabe por qué le ocurre: alberga en su interior los recuerdos de todos y cada uno de los seres que la han precedido en la cadena reproductiva hasta llegar a ella: desde sentirse flotando en la sopa primordial de bacterias al principio de todo hasta las memorias de algunos de sus maridos en la época medieval.¿Por qué ocurre esto, qué implicaciones tiene? ¿Es Emanon la depositaria de un conocimiento universal? Y si es así, ¿para quién es este conocimiento?
De esta manera, la relación de los personajes va más allá del enamoramiento. Parece haber cierta atracción, pero más que eso es una relación en la que cada uno encuentra lo que justo necesitaba en ese momento: alguien en quien confiar, en quien apoyarse, con quien hablar. A pesar de no ser romántica y de durar apenas unas horas, esa relación marca a ambos de una manera muy fuerte. Luego, el protagonista (y nosotros con él) se preguntará sobre la naturaleza del tiempo: para Emanon, que está de alguna manera fuera del tiempo, esa relación de horas es igual a una de años o décadas, porque todos los recuerdos en ella se fijan de la misma manera. Eso hace que nosotros podamos reflexionar sobre la naturaleza y duración de esos mismos recuerdos: ¿qué nos queda de nuestra vida en la memoria? ¿con qué nos hemos quedado y qué hemos descartado? ¿esos pensamientos serán una justa valoración de nuestra existencia? Los recuerdos son, efectivamente, el trasfondo de la obra. En todo ello va acarreada la reflexión sobre la vida de la fama que diría Manrique: qué queda de nosotros tras nuestro paso por este mundo, cómo seremos recordados y cuánto más viviremos dependiendo de cuánto nos recuerden.
Por lo que respecta al dibujo, ya hemos anticipado que el dibujo de Tsuruta es soberbio, sobre todo en su dominio del cuerpo femenino. Sus féminas (aquí, prácticamente sólo Emanon) son de una delicadeza y exquisitez sobrenaturales, mucho más cuando podemos disfrutar de su arte en las páginas en color. Pero además, existe un gran trabajo en la configuración de fondos, en el realismo del ferry, y en las secuencias de recuerdos primigenios de Emanon.
Emanon recuerdos ofrece al lector toda una serie de temas trascendentes en los que pensar al mismo tiempo que un envoltorio ciertamente hermoso. Un manga que sorprenderá al lector.
@cisnenegro