No es la primera vez que me adentro en Corea del Norte, a través de los libros, claro está. En 2015, viajé hasta allí gracias a Dentro del secreto. Un viaje por Corea del Norte, del escritor portugués José Luís Peixoto, y ahora lo he vuelto a hacer de la mano de la argentina Florencia Griego, con su libro En Corea del Norte. Viaje a la última dinastía comunista. Ambos libros son similares: extranjeros que se adentran en el país más hermético del mundo para tratar de atisbar su verdadera realidad. De ahí que este segundo acercamiento no me haya sorprendido tanto, pero me ha fascinado igualmente.
Florencia Griego se empezó a interesar por Corea del Norte en 2008, cuando Bush lo incluyó en su «eje del mal»: países que amenazaban con usar sus armas nucleares. Además, Kim Jong Il se disputaba con Putin y Berlusconi, líderes autoritarios y personalistas, el título de villano perfecto. Pero el coreano tenía un atributo que lo hacía destacar: el aislamiento absoluto de su país. Sin embargo, Florencia Griego no visitó Corea del Norte hasta siete años después, cuando ya gobernaba King Jong Un, la tercera generación de la última dinastía comunista.
El libro se divide en cuatro partes: «Pekín. Extraños en un tren», «Pyonyang. Tener y no tener», «De Panmunjom a Seúl. La última frontera», «Pyonyang. Tiempos modernos» y «En el interior. El revés de la trama». En la primera, nos cuenta las dificultades de viajar a un país que no es un destino del mapa y al que solo se puede acceder a través de China. Por eso, no es de extrañar que la mayoría de los turistas sean chinos: ven en Corea del Norte un retiro naturista, sin apenas fábricas, coches ni contaminación; pero, para el resto, es un viaje más político que turístico. De eso nos damos cuenta desde las primeras páginas, pues Florencia Griego nos confiesa que el primer norcoreano que conoció era un espía que el Estado había enviado para que la vigilara de cerca, aunque ella no lo descubriría hasta tiempo después. En la segunda parte, nos relata cómo fue la visita a Pyonyang, donde se las ingenió para disponer de un día independiente, lejos del tour oficial, pero acompañada permanentemente por dos guías locales y un chófer. Y comenta la sucesión de pruebas que tuvo que superar para ganarse la confianza de los esquivos interlocutores norcoreanos. En la tercera parte, nos describe cómo es esa frontera en la que los militares de cada una de las Coreas se ven cara a cara, y aprovecha para explicarnos el origen de esta división, allá en 1945, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética pretendieron dividirse el mundo, y las consecuencias aún palpables de la guerra de Corea. En la cuarta parte, nos habla de su segundo viaje, cuando formó parte de un grupo experimental de apertura al turismo, y su sorpresa al percibir los cambios que ha ido introduciendo su actual líder, King Jong Un. Y en la quinta parte, nos cuenta su visita a los pueblos del interior del país, donde vislumbró «la verdadera Corea del Norte» y su «porvenir capitalista, una postal que vaticinaba cómo sería Corea del Norte si dejara de ser Corea del Norte».
En Corea del Norte. Viaje a la última dinastía comunista es un libro corto, de apenas ciento cuarenta páginas, además del anexo fotográfico. Pero son suficientes para que Florencia Griego, a través de su experiencia personal y la información recopilada mediante lecturas de expertos y conversaciones informales con diplomáticos, académicos y periodistas, logre que nos imaginemos en ese «universo paralelo atascado en un momento indefinido entre los años sesenta y setenta». Un lugar donde no hay basura, delitos, animales ni desorden y en el que todo lo normal (una sonrisa, una reunión familiar) se vuelve inquietante, pues la disciplina se impone a los aspectos más inocentes de la vida y los días se suceden como calcos. Por supuesto, leer un libro, ni dos ni tres, basta para entender Corea del Norte, pero ayuda a conocerla más allá las apariencias y los prejuicios, y eso, nunca está de más, ni con este país ni con ningún otro.
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