En el bosque oscuro, de Dale Bailey

en el bosque oscuroUn bosque tenebroso, una muerte de una niña, una desaparición de otra, una leyenda escalofriante y un libro que parece ser la clave de todo lo que pasa por allí. Digamos que estas podrían ser las premisas de En el bosque oscuro, la novela de Dale Bailey de la que vengo a hablaros hoy. 

Se podría concluir que el título, la portada, la sinopsis y el hecho de que fuera un «thriller gótico» hicieron que me decidiera a leer esta novedad de Minotauro. Supe al instante que tenía los ingredientes perfectos para mantenerme enganchada y no poder parar de leer. Y diré que no estaba equivocada. Si no llego a tener responsabilidades que me apartaban de la lectura cada poco tiempo, lo cierto es que habría devorado este libro en cuestión de horas y de una sentada. 

Todo empieza cuando Charles se muda con su mujer Erin a una casa situada en Inglaterra. Su hija acaba de morir —aunque el lector se preguntará el cómo durante muchísimo tiempo— y han decidido empezar de cero en la casa de unos antepasados de ella. Da la casualidad de que esa casa perteneció a un conocido escritor inglés cuya obra En el bosque oscuro se ha quedado grabada a fuego en las memorias de los habitantes de la región. Y es que precisamente habla de un bosque oscuro que se sitúa en ese paraje y que, resumiendo, es mejor evitar. Aunque en tono de fantasía, lo único que pretendía el autor es trasladar el miedo a los vecinos. Y vaya si lo consiguió. 

Charles ve aquella casualidad como una oportunidad de oro para comenzar su carrera como escritor y decide escribir una biografía del autor del famoso libro. Sin embargo, a medida que investiga en los cuadernos olvidados que encuentra en la casa, se dará cuenta de que una verdad oscura se esconde detrás del libro que casi todos se saben de memoria. 

En el bosque oscuro es una historia que entremezcla la fantasía con la realidad de una forma muy sutil. Poco a poco, estos dos elementos se van entrelazando de manera que el lector ya pierde de vista la diferencia entre ellos. Entre estas páginas hay lugar para hadas, elfos, seres terroríficos, muertes, niñas perdidas y recuerdos dolorosos que no se van. Todo ello de la mano de los dos protagonistas que van a ir dando puntos de vista muy distintos a la novela. Por un lado, Charles es la parte de la ecuación que dota de realidad a los acontecimientos, mientras que Erin vive en un duermevela en el que ya no es capaz de distinguir dónde está ese límite del que os hablo. De hecho, Erin me parece un personaje muy interesante —quizás el más interesante de todos—, ya que es una madre que acaba de perder a su hija y todavía no se ha hecho a la idea. Ese sentimiento se palpa cada vez que la vemos abrir el bote de antidepresivos, cada vez que se toma una copa de vino para que el efecto sea aun mayor, o incluso cuando se mete en la cama cada vez más pronto y se levanta cada vez más tarde. Y eso choca con la manera que tiene Charles de enfrentar ese duelo. De hecho, él se centra en desvelar un misterio que encuentra entre las páginas perdidas de aquel autor muerto. 

También es muy interesante ver cómo lo que debería tener importancia (ese misterio que os menciono) se ve diluido al lado de lo que de verdad al lector le interesa: los sentimientos de los dos protagonistas. El misterio es una excusa —que sirve, la verdad, para recrear una ambientación escalofriante y que no podría ser más perfecta—, para incluir lo que de verdad importa: la muerte. Dale Bailey no tiene miedo de hacerla protagonista, de hecho, los pensamientos que tiene Erin sobre ella son de lo mejor de la novela, y eso hace que al lector se le remueva algo por dentro de una forma que no será nada agradable pero que sí será necesaria. 

En fin, que este thriller gótico ha sido todo un acierto. Lo he disfrutado muchísimo a la vez que me estremecía con ciertas escenas. Y si contamos con la ambientación —cuidada, trabajada y perfecta—, el resumen es que se trata de un libro que dará mucho de qué hablar. 

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