En el nombre de los árboles, de Karin Boye

En el nombre de los árbolesMe apetecía leer un poco de poesía, por eso busqué en el catálogo de la editorial Baile del sol algún libro que me llamase la atención. Ya sabéis, guiándome por mi sexto sentido literario. Y apareció En el nombre de los árboles. Me gustó la portada, minimalista y delicada, me gustó el título. ¿A quién no le gustan los árboles? Así que pese a no conocer a su autora, me decidí por él.

A lo mejor es una ofensa no conocer a Karin Boye. Si es así me arrodillo y pido perdón. Soy una poeta muy simple, pero me gusta mucho aprender. En la contraportada del libro se dice que en este poemario aparece su poema más conocido Sí, es verdad que duele “y del cual la gran mayoría de los suecos saben, como mínimo, recitar los primeros versos.” Reconozco que esta afirmación también me atrajo. Quería conocer ese poema tan famoso en Suecia y confieso que fue el primero que leí. Luego me dio por pensar cuál sería el poema más conocido en España, cuál sería capaz de recitar más gente. Y no lo tengo nada claro. He pensado que podría ser “verde, que te quiero verde, verde viento, verdes ramas”, de Lorca. ¿Vosotros qué pensáis? Abro el debate.

Después de leer el famoso poema, que me ha parecido precioso:

“Sí, es verdad que duele cuando los brotes se abren.

¿Qué otro motivo hay para que la primavera dude?

¿Por qué tiene que estar atada toda nuestra ardiente espera al pálido helor amargado? (…)”

me dispuse a leer la introducción del poemario. Qué desorden el mío. Me ha gustado tanto conocer a esta autora que os tengo que hablar de ella. Karin Boye nació en 1900 y murió en 1941, ya podéis haceros una idea de lo efímero de su vida. Escribió poesía y novela y es una autora bastante conocida en Suecia, aunque ella siempre se quejó de la poca repercusión que tenían sus obras. Con veintidós años publicó ya su primer poemario. Casada en 1929 y divorciada en 1932, decide irse a Berlín a vivir libremente su homosexualidad con Margot Hanel. Una mujer valiente, como podéis leer, pues en aquellos años treinta la homosexualidad era poco menos que pecado. Karin siempre estuvo enamorada de Anita Nathorst, pero fue un amor no correspondido. Sin embargo, cuando su amor platónico es ingresada en un sanatorio para tratar su cáncer, Karin se traslada allí para estar con ella. En el bosque cercano al sanatorio será donde Karin decida suicidarse. Su pareja, Margot Hanel, hará lo mismo un mes más tarde. Por su parte, Anita, muere al año. Terrible final el de este triángulo amoroso. Desolador y terrible, por eso tenía que contároslo, porque todo esto, cómo no, se refleja en la poesía de Karin Boye.

En el nombre de los árboles es un poemario liberador, vinculado a la naturaleza desde el título hasta el último verso. Un poemario que canta al amor, que canta a la vida, al mar y a la tierra, ésa a la que debemos nuestras raíces y nuestra razón de ser.

“Se han trazado tus límites.

Tú también estarás quieta

entre los fieles expectantes.

Tú también has de echar raíces,

convertirte en árbol y madurar.”

Hay versos fantásticos dedicados al amor y al desamor:

“Mientras nuestro amor tenga una sola condición vigente

aunque solo sea una,

será nuestro amor una mano cerrada

y nos lo merecemos”.

Me ha encantado descubrir a Karin Boye y su voz llena de lirismo y sensualidad. Lo mejor de los buenos poetas es que nunca hay demasiados. Nunca nos van a sobrar versos para curarnos. Qué alivio que exista la poesía.

 

 

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