Si no voy más a menudo a restaurantes es, simplemente, porque mi sueldo de becaria no me lo permite. Pero creedme, me encantaría que al llegar el sábado tuviera que elegir un restaurante al que ir. Uno del que hable todo el mundo o uno que esté perdido en un barrio típico en el que hagan los mejores “x” de la zona. No importa. De lo que se trata es de salir, de disfrutar de la compañía, beber del ambiente, dejarse llevar por la imaginación al leer la carta, degustar un buen vino y, sobre todo, comer. Sin miedo a probar, dejándome guiar únicamente por el paladar, por las sensaciones que produce saborear algo nuevo.
Nunca me había parado a pensar en la historia de los restaurantes. Paseo por la calle, los veo y están ahí, sin más. Nunca me había preguntado cómo habría llegado hasta aquí el primer McDonald’s o por qué en los restaurantes japoneses hay una barra que va girando haciendo que el sushi se pasee por todo el local. Lo vemos como algo tan cotidiano, que se nos olvida que tienen una historia detrás.
Christoph Ribbat se da cuenta de esto y nos ofrece un recorrido por la gastronomía de los últimos tiempos, hablándonos de cómo surgieron los restaurantes en Francia, cómo nacieron la pizza y la hamburguesa, o cómo el sushi y, más concretamente, el atún, pasó de ser la comida de los pobres a ser el plato de moda del siglo XXI. Podríamos decir que En el restaurante es un libro de micro relatos, en el que se nos presentan diferentes protagonistas que nos van dejando ver lo mejor y lo peor de algunas cocinas. Por ejemplo, está la historia de Frances, a la que despidieron de un restaurante tras otro, hasta que se dio cuenta que ella no quería ser camarera, sino que lo que ansiaba era hacer un estudio sociológico sobre sus compañeras; así, se convierte en una de las sociólogas gastronómicas más importantes de la historia. Porque eso existe, hay personas que se introducen en el mundo de las cocinas y hacen una relación entre lo que ven y la sociedad. Lo que es lógico, ¿no? Si hay algo que todos necesitamos en nuestra vida, es alimentarnos; sea como sea. Unos a través de marisco y otros de perritos calientes. De una u otra manera, todos necesitamos alimento, nutrientes que nos den energía y que pongan en marcha nuestro cuerpo. Y, si es algo que todos hacemos ¿por qué no estudiarlo? ¿por qué no comparar los diferentes hábitos alimenticios que tienen las personas dependiendo de dónde viven? Es curioso que cuando hablamos de gastronomía, solo nos dé por pensar en cocineros. Pero es que la gastronomía no se nutre únicamente de las personas que preparan la comida. Están los camareros, los críticos, los proveedores, los limpiadores, los sociólogos gastronómicos y, los más importantes, los clientes. Porque si después de todo lo que supone crear un restaurante, no hay nadie que pruebe tu comida… Todo esfuerzo es en vano.
Sea como fuere, y no hablo únicamente de la gastronomía, es importante conocer los orígenes de lo que nos rodea. Saber cómo las cosas han llegado a ser lo que hoy son y, sobre todo, aprender de los errores. En este sentido, hay otro relato que me ha llegado a estremecer: es la historia de un chico negro que intenta ser atendido en algún restaurante en Estados Unidos, pero el personal tiene la orden de no servir a personas que no sean blancas. Aunque sea algo considerado normal hace años, ese racismo sigue existiendo en muchos lugares de nuestro mundo. ¿Imagináis que no os dieran de comer por el color de vuestra piel? Pues eso, que hay que aprender de los errores.
En el restaurante nos habla de todas estas historias y de muchísimas más. Anécdotas y fracasos que se han cocinado en los fogones más famosos de todos los tiempos y que hacen de este libro una delicia para cualquier amante de la gastronomía. Y, por mi parte, mientras siga con mi sueldo de becaria, doy gracias a autores como Christoph Ribbat por dejarme saborear las mejores experiencias gastronómicas sin necesidad de moverme de mi casa.