Reseña del libro “En la celda había una luciérnaga”, de Julia Viejo
Mi primer contacto satisfactorio con un mundo mágico fue la película Oz, un mundo fantástico. Se trata de una de tantas secuelas de la original, y a pesar de ser una película de Disney, yo la encontraba oscura y atrayente. Tenía claro que esa película tenía más que ofrecerme que Oliver y su pandilla y por ello me la merendaba todas las tardes desde el salón de mi casa junto con un sándwich de salchichón. El derroche de imaginación que se abrió ante mis ojos dio paso a una curiosidad por seguir descubriendo a través de películas y libros más mundos fantásticos.
En la celda había una luciérnaga, la antología de cuentos que ha salido de la maravillosa mente de Julia Viejo, es entrar a través de diversos portales a dimensiones tan divertidas como sorprendentes. Son 34 los relatos que conforman este precioso libro, con una portada igual de extraña y extraordinaria que aquello que contiene. Los cuentos son muy distintos entre sí, en ellos podemos encontrar: ciencia ficción, fantasía, costumbrismo y un kilo de humor, un cóctel que lo hace genuino.
Leyendo En la celda había una luciérnaga, tenía la sensación de estar leyendo sobre un mismo universo, a pesar de que los personajes, los escenarios y la trama eran totalmente distintos de uno a otro. Como si el niño gilipollas, el fantasma adolescente y el bosque mágico pudiesen habitar el mismo planeta, o mejor aún fuesen capaces de relacionarse entre ellos. Es el efecto que provoca este libro, Julia Viejo hace que todo sea posible. Zambullirme en el cerebro de la autora ha sido como hacer snorkel literario.
No podría escoger un relato favorito, pero de los 34 hay unos cuantos en los que aún sigo pensando. Primero me gustaría hacer especial mención a un relato que me ha enternecido: La siembra de un rayo. Desde el humor una niña, nos habla de la imaginación infinita de su madre, de las nuevas maternidades y su complejidad. Y cómo la hija percibe a su progenitora: entregada, alocada, siempre dispuesta a correr aventuras. Hay otros relatos que son contados desde la infancia, como El niño gilipollas, relato divertidísimo que Blackie Books publicó en su antología de relatos confinados y que fue el germen de En la celda había una luciérnaga.
En este libro de relatos, una situación que en principio es anodina Julia Viejo, le da la vuelta, haciéndolo extraordinaria. Es el caso de Segurísimo, cuya premisa parte de una llamada de una mujer que trabaja en una agencia de seguros, quien le ofrece a su interlocutor un seguro que le cubre el suicidio y el señor le contesta muy rápido que está interesado. Las reacciones por parte de ambos personajes serán un perfecto caldo de cultivo para lo inesperado.
Los relatos que más me sorprendieron fueron El hombrecito y Hay que matar a las comadrejas. Ambos los leí dos veces y estoy segura de que volveré a ellos. Todos los relatos son refrescantes, aportan algo nuevo, tienen una mirada distinta. Tienen varias capas y lecturas en las que recrearse. Julia Viejo tiene la capacidad de contarte cualquier cosa de manera divertidísima y en ocasiones espeluznante.
Si te gusta evadirte y este mundo se te hace por momentos tedioso, te recomiendo encomendarte a este maravilloso libro de relatos que estoy segura no te dejará indiferente.