No soy homosexual. Y si lo fuera no sé si tendría el valor de gritarlo a los cuatro vientos. Por una sencilla razón: vivimos en una sociedad en la que lo diferente es malo. No se acepta que alguien se desvíe de la línea, que decida emprender su propio camino. Hay que seguir los patrones establecidos. Por suerte, cuando yo era muy pequeña, mi madre me explicó que el amor no consistía únicamente en querer a un hombre si eras mujer o a una mujer si eras un hombre. Te podía gustar cualquiera de las dos cosas, las dos a la vez, o incluso ninguna. Podía ser que decidieras que tu sexo no era el adecuado para ti. Podías cambiarlo. Agradezco enormemente que mi madre me explicara todas esas cosas cuando yo era tan pequeña, porque así crecí viéndolo como la cosa más natural del mundo. Tengo amigas lesbianas, amigos gays, bisexuales, también conozco a algún asexual y en mi familia hay una persona transexual de la que me siento más que orgullosa. Porque tener el valor de admitir que ya no quieres seguir siendo Pablo, sino que ahora quieres ser Paula es algo que no está al alcance de todos.
Ojalá todos tuviéramos ese valor. No solo me refiero al hecho de tenerlo para admitir nuestra condición sexual. Sino para acabar con todas esas cosas que nos aprietan en la vida y que nos ahogan poco a poco hasta hacernos pequeños y dejarnos sin voz. Un jefe al que odiamos, unos estudios que nos atormentan, una pareja a la que ya no queremos, un hobby que ha terminado por ser una tortura… Hay que tener valor. Y eso también me lo dejó bien claro mi madre cuando yo era pequeña.
Y de valor va este libro. Para escribir En mi cuarto hay que tenerlo. La historia la escribe Guillaume Dustan, sinónimo bajo el que se presenta un alto cargo de la Justicia francesa y que nos trae una obra autobiográfica. En este libro, Guillaume nos narra sus aventuras sexuales con decenas de hombres y sus idas y venidas con las drogas. Es un libro directo, duro, pervertido y muy pero que muy explícito. En sus escasas páginas no sé cuántas veces ha podido leer las palabras polla, culo, fisting o semen. Todo muy explícito, como os decía. Además, Guillaume es seropositivo. Tiene VIH. Pero en la época en la que él tenía todos esos devaneos (no dice exactamente cuál es pero yo me imagino que serían los ochenta), la mayoría de los chicos con los que se encontraba en los cuartos oscuros también lo padecían. Guillaume se pone hasta arriba de drogas. Le da igual qué meterse. Coca, heroína, poppers, éxtasis, maría… el caso es ponerse ciego para poder tener el sexo más alucinante de su vida con cualquiera que se le ponga por delante. Tiene una pareja que es más o menos como él, aunque en una versión más light. Y cuando vas pasando las páginas vas notando cómo todo se va a ir al garete en cuestión de minutos. Guillaume solo necesita amor, sentirse querido. Y parece que su pareja no lo consigue. No deja de pensar en su exnovio. Nada más que quiere sensaciones fuertes. Ponerse hasta el culo y dejarse hacer.
¿Ahora entendéis lo que decía del valor? En mi cuarto se basa en tabúes: sexo, drogas, homosexualidad, VIH, infidelidades… Yo iba pasando las páginas y no sabía qué era lo siguiente que me iba a encontrar. A mí me ha resultado un poco duro de leer, por la crudeza con la que está escrito. Confieso que al principio me propuse dejarlo, ya que tanto escarceo sexual no me estaba aportando nada y me estaba resultando un poco tedioso. Pero decidí continuar con él, darle una segunda oportunidad. Y me encontré devorando lo que me quedaba de libro en una sola tarde. Porque necesitaba saber qué le iba a pasar a Guillaume. Quería asegurarme de que él entendía que el amor a veces es más importante que cualquier sensación que puedas encontrar en un baño de una discoteca. Quería saber si por fin podría ser más fuerte que la coca que viajaba directa a su cerebro. Quería tener la certeza de que todo le iba bien. Porque qué difícil tuvo que ser su vida… No os voy a destripar el final, eso sería cruel por mi parte. Así que solo me queda decir que, tanto si tenéis una mente abierta como si no, este libro os hará replantearos todo lo que pensáis sobre el mundo homosexual. Yo creo que voy a tardar unos días en digerirlo y en quitarme esa sensación de angustia del cuerpo.
Tiene muy buena pinta, la verdad…
Un abrazo.
A mí me ha tenido fascinada durante sus breves páginas. Enganchada de principio a fin.