¿Qué harías para proteger a aquellos a los que más quieres? Esta es una de las cuestiones más recurrentes en la literatura de cualquier género, quizás porque es una de las grandes preguntas que nos hacemos como seres humanos desde que tenemos uso de razón. Pero ¿qué límites existen para cada uno de nosotros? Y, aún más importante: ¿cómo manejamos nuestras emociones tanto si los salvamos como si no lo hacemos?
Creo que estas son algunas de las preguntas a las que trata de responder Ana Segarra a través de sus personajes en Entraré en el bosque, una novela que me ha recordado a algunos de los libros con los que comencé a amar la literatura y a engancharme a la lectura. Y, personalmente, no me esperaba: rememorar esos momentos y volver a ellos como si fuera la primera vez siempre es maravilloso. Pero lo que echo en falta ahora de algunas de esas lecturas, más allá del desarrollo de la trama, es el trasfondo y la evolución de los personajes. Sobre todo, que estos me transmitan emociones con las que poder identificarme. Y, sin duda, con este libro lo he conseguido.
Esta historia está ambientada en un reino ficticio, en el que la magia se esconde en todos los rincones que podamos llegar a imaginar, dividido en clases sociales marcadas por los colores. Doider, nuestra protagonista, es una joven que pertenece al estrato más bajo de la sociedad y debe vestir de color negro si no quiere sufrir ninguna maldición y perder alguno de sus sentidos. Se encuentra en una situación tremendamente triste, ya que ha perdido recientemente a su abuela, la única persona viva que quedaba de su familia, y su mejor amigo, Goish, ha desaparecido. Doider terminará internándose en el bosque, un lugar terrible y maldito del que nadie que haya entrado ha conseguido salir, con el objetivo de encontrar no solo a su amigo sino a sí misma en el camino.
No es conveniente revelar nada más de la novela por ahora, puesto que lo que merece la pena es seguir precisamente los pasos de esta protagonista y otros personajes secundarios con los que nos vamos encontrando a medida que avanzamos con la lectura. Para empezar, la ambientación creada por Ana es espectacular. Desde los primeros capítulos, logra una atmósfera mágica y llena de misterios a la que es fácil transportarse: un escenario en el que todo puede ser posible, incluso criaturas como las hadas o las sirenas, con las que tanto hemos fantaseado desde los cuentos que leíamos o nos leían en nuestra infancia.
Por otro lado, más allá de la ambientación y la trama de aventuras desarrollada, que no pierde ritmo y va mejorando a medida que avanzan los capítulos, creo que nos encontramos ante una historia de personajes. Y esto, personalmente, es lo que me ha parecido más interesante de este este libro. Como os comentaba al principio, no solo consigue profundizar en su protagonista, sino que también lo hace con muchos de los personajes secundarios, y esto no es nada fácil.
Empezando con Doider, es imposible no conectar con este personaje e identificarse con ella al recordar esos momentos en los que, como niños o adolescentes, comenzamos a enfrentarnos a las preguntas como las siguientes: ¿Quién soy realmente? ¿En quién quiero convertirme? ¿Qué voy a hacer para lograrlo? Es increíble la ternura que puede llegar a inspirar y la valentía que nos transmite a través de sus actos, pese a su corta edad.
Pero lo verdaderamente interesante, como os decía antes, es cómo desarrolla también a muchos de los personajes secundarios, que no solo acompañan a nuestra protagonista, sino que son una parte esencial en la historia. Por ejemplo, Lady Mob: la “villana”. Lo que sucede con ella es que no estamos ante la típica bruja malvada de los cuentos infantiles, puesto que el trasfondo de este personaje es mucho más complejo de lo que parece a simple vista. A lo largo de la novela, vamos a conocer el pasado de este personaje, a escarbar en sus recuerdos, a conocer los remordimientos que la atormentan y a observar una evolución muy creíble del personaje. Y, así como ocurre con Lady Mob, lo veremos también en otros como Alisea, Mirco o Goish, que nos sorprenden por su madurez y evolución en el transcurso de la trama, además de por cómo enfrentan los obstáculos que se les presentan para ayudar a aquellos a los que más quieren.
Por último, la narración de esta novela creo que también es especial, y está muy cuidada, porque se vuelca, sobre todo, en los aspectos más emocionales y humanos de los personajes. Es increíble cómo Ana Segarra rompe en Entraré en el bosque ciertos clichés de los típicos cuentos de fantasía y nos descubre a personas que son como cualquiera de nosotros. Que, a pesar de encontrarse en un mundo ficticio, ser reyes o reinas, hechiceros o hechiceras, y tener poderes mágicos, se enfrentan a los mismos problemas ante los que nosotros nos enfrentamos a diario o con los que nos hemos topado en nuestra infancia o adolescencia. Y lo hace de una manera tan íntima y profunda que es capaz de llegar a todo tipo de públicos. Veremos qué ocurre en su continuación, que espero pueda ser publicada.