Reseña del cómic “Érase una vez, en Asgard”, de Jason Aaron
Parece que esta vez sí, esta vez es la definitiva y la etapa, la gloriosísima etapa, (siete años ha durado para los yanquis, cinco para nosotros) de uno de los mejores Thors jamás escrito, por obra y gracia de la mente de Jason Aaron, llega a su fin.
Ya digo que yo la daba por concluida en el tomo anterior. Me pareció que estaba todo cerrado y bien cerrado, pero qué va. Hacía falta este tomo para dejar varios asuntos sellados con silicona y cuadrar el círculo. Este reposado y calmado tomo en el que, una vez vencido y preso Malekith nos despedimos elegantemente de cada uno de los personajes primordiales y no tan primordiales.
Un tomo en el que conoceremos la nueva vida de Thor como rey y padre de todos y la de Loki, rey también; el breve camino que seguirá Cul, el hermano de Odín; y el de los elfos prisioneros que extraen setas con las que alimentar el portal negro de Malekith en un final de tomo que parece decrecer en ritmo, interés e intensidad, pero que afortunadamente se salvará con un gran cierre al verse completado con la miniserie Rey Thor y nos llevará de nuevo al punto en el que empezó todo. Una miniserie que pone un broche de fábula a toda esta saga, que nos vuelve a permitir disfrutar del arte de Esad Ribić, de las nietas de Thor y del villano que dio origen a todo esto, Gorr, el carnicero de dioses.
¿Qué puedo decir de este Thor de Jason Aaron 8: Érase una vez en Asgard que no haya dicho ya del resto de tomos precedentes? Nada, salvo repetirme. Jason Aaron nos ha dado un personaje al que ha desposeído de su dignidad, nos ha dado un villano al nivel de Surtur, nos ha ofrecido una Thor femenina, nos ha regalado los diferentes Thors de las diferentes líneas temporales, nos ha dejado conocer a sus nietas, ha ideado nuevos villanos (Gorr, Dario Agger, e incluso un Volstagg thorizado e irreconocible) todo para mostrarnos a un Thor mucho más digno de lo que nunca ha sido.
Es cierto que para una colección lo que prima es el ingenio, las grandes ideas y el buen hacer del guionista, y de eso hemos tenido con Aaron a punta pala, pero también es cierto que son los dibujantes los que dan forma a esas ideas, y Aaron ha tenido suerte de encontrarse con un excelente elenco de ellos: Coipel, Das Pastoras, Rafa Garrés, Russell Dauterman, Chris Sprouse o el ya mencionado Ribić.
En resumen, este número cierra una fase para un personaje en el que su mitología se ha visto aumentada, reforzada y muy enriquecida de manera considerable, entre el pasado, presente y futuro de forma hábil e inteligente, un Thor que ha protagonizado epiquérrimas aventuras y un Loki que ha hecho de las suyas, sin saber cuándo sus traiciones eran parte de su magno plan o meros impulsos de su naturaleza.
Thor de Jason Aaron 8: Érase una vez en Asgard es el cierre que merece una colección como esta, que siempre ha estado a un altísimo nivel.
Ya sé que lo he dicho en otras reseñas de estos tomos de Aaron, pero tengo que insistir ahora con más motivo: si alguien quiere una primera toma de contacto con el personaje, esta es una más que buena oportunidad.
Larga vida a Thor y larga vida a Jason Aaron.