Reseña del libro “Escalofríos”, de R. L. Stine
“¡Cuidado, lector! He escrito estas historias para hacerte sentir miedo”
Así comienza R. L. Stine la introducción de “Escalofríos”, un recopilatorio de relatos de reciente publicación por la editorial Montena.
Si algo tiene Stine es su originalidad y por más historias que haya escrito (si no me equivoco la cuenta supera ya los 300 títulos), sigue sorprendiendo a los lectores con miedos que ni ellos mismos sabían que podían padecer.
Nos presenta 10 escalofríos que recorrerán tu cuerpo desde la cabeza hasta los pies, deteniéndose en ese punto en la nuca donde tu sexto sentido te avisa de que “algo” viene de camino. Sus protagonista son niños, niñas, adolescentes, gente joven empezando a descubrir el mundo y que no sabe muy bien cómo enfrentarse a él.
Cada historia de Escalofríos va precedida de una brevísima nota (con letras en blanco sobre fondo negro, al contrario del resto del libro) donde el propio autor nos cuenta por qué la escribió o de dónde le vino la inspiración para hacerlo. Por ejemplo, al comienzo de “Nuestros pequeños monstruos” dice:
“Cuando mi hermano Bill y yo estábamos en secundaria, cuidábamos de nuestros primos (…) en cuanto sus padres se iban, (…) nos hacían llaves, nos pellizcaban (…). Me acordé de mis primitos cuando pensé en esta historia”
Veamos lo que podemos descubrir entre sus páginas:
- “Bienvenido a la zona intermedia” abre el recopilatorio de relatos y en él, literalmente, se para el tiempo. Su protagonista es Gabe, un chaval que siempre llega tarde a todas partes y que suele dejar para el último momento todo lo que tiene que hacer (creo que a esa condición los expertos la llaman “adolescencia” pero no me hagáis mucho caso, que yo no soy una de esas especialistas). Lo que sí puedo asegurar es que me lo he pasado en grande viendo cómo el tiempo se para exactamente a las 6.10 de la tarde y que no puede hacer nada para que avance de nuevo. Ha sido muy inquietante y divertido.
- En “Nuestros pequeños monstruos” seremos testigos de la ¿grata? experiencia de Becka cuando ejerce como canguro de los hijos pequeños de los nuevos vecinos… este me ha dejado tan descolocada como sólo Stine es capaz de conseguir.
- Con “Piel” experimentaremos qué se siente cuando el órgano más grande del cuerpo humano se desprende como si fuera el de una serpiente.
- En “El fantasma del coche” he sufrido incluso más de lo que esperaba. Este relato me ha recordado mucho a “El fantasma aullador” (libro también de Stine, Ed. Primera Plana, 1998), donde lo inquietante eran unos perros salvajes y en este caso es un coche encantado.
- “El chico que oía gritos” o cómo conseguir que alguien crea tu verdad cuando todos piensan que te lo has imaginado, es de los que te tienen en ascuas hasta el final.
- Las fobias a cualquier cosa que se arrastre, tenga más de 2 patas, vuele, o haga una de esas cosas desagradables que hacen los “Bichos”, también están presentes.
- “Como cambiar tu vida”, conocer “El lado malo” de las cosas, tener cuidado con “El hoyo en el jardín” o no llamar demasiado la atención de “El constructor de monstruos” son cosillas que deberías tener en cuenta en estas páginas.
¡Qué queréis que os diga! Si es que R. L. Stine tiene tantas pesadillas y escalofríos en la cabeza que no le da la vida para ponerlos todos por escrito. Y todas esas historias se basan en leyendas o en situaciones que él de alguna forma ha vivido o ha sido testigo. A mí me divierten y me parece que no se le puede encorsetar en una única franja de edad de lectores. Reconozcamos que es un autor que gusta a casi todos, y con este Escalofríos que ahora nos publica Montena, podemos seguir disfrutando de sus refrescantes historias para jóvenes mentes de todas las edades. No puedo añadir más.