Me siento agradecido a Escamas en la piel, esta magnífica colección de relatos escritos por Emma Prieto e ilustados por Libertad Ballester, y es así porque me ha permitido hacer algo que no sólo me encanta sino que resulta especialmente sano cuando uno se dedica a opinar públicamente sobre el trabajo de los demás: equivocarme. Entiéndanme, probablemente habría sido más políticamente correcto decir que estos relatos me han sorprendido, que también, pero como creo que son un trabajo honesto, es necesario corresponder con una sinceridad semejante. Verán, el primero de los relatos, titulado Macadamia, me gustó, pero me pareció uno de esos cuentos perfectamente escritos pero un tanto evidente, no sé si es que es uno antiguo al que la autora le tiene especial cariño pero lo cierto es que cuando lo leí (repito, me gustó) pensé que estaba ante un conjunto, ¿cómo decirlo?, de esos cuentos de taller que lee uno, los disfruta y después los olvida sin mayor transición.
Y me equivoqué.
Cada nuevo relato, cada nueva escama en la piel, me iba gustando más, me iba sorprendiendo más. He pensado mucho en cómo expresar el motivo fundamental por el que he disfrutado tanto con este libro y finalmente me he decidido, aquí va: me gusta como escribe Emma Prieto, pero me gusta aún más como mira.
¿Qué tiene tan especial la mirada de esta autora? Pues diría que es la forma en la que se aproxima a los temas, que algunos son más originales que otros, pero que siempre los aborda de una forma ciertamente especial.
Personajes solitarios, a veces desvalidos, a veces desorientados, pero que viven y lo hacen de forma que logran que uno les acompañe. No soy especialmente partidario de desvelar demasiado de los cuentos, cuando se trata de textos breves, tan bien engranados, cualquier interferencia puede hacer que no se disfruten como es debido, y eso no me lo perdonaría. Pero no me resisto a tenderles un gancho para que entiendan lo que trato de explicarles con esta reseña, y, bueno, intrigarles un poco: cuando lean un cuento en el que una señora mayor que vive sola y a la que le han cortado la luz lee en la carpeta de una estudiante con la que se cruza una cita de Emily Dickinson y cuando comprueben lo que esa mujer hace con esa cita, comprenderán lo que trato de contarles sobre esos cuentos. Porque no es algo tan diferente de lo que hace esta autora, una escritora capaz de convertir en cuento su relación con sus personajes, con sus historias.
Debería haber finalizado en el párrafo anterior, soy consciente de ello, pero no puedo hacerlo sin dedicar aunque sea unas pocas palabras a las ilustraciones de Libertad Ballester. No sé qué idea tendrá una artista gráfica cuando colabora en un proyecto literario, desconozco cuál es la medida de su éxito, pero si por un momento trato de imaginarlo, de ponerme en su piel, sospecho que la mía sería que los dibujos formen parte de las historias, que les aporten personalidad y que el libro fuese otro sin ellos. Si es así debo felicitar a la ilustradora con la misma intensidad que a la autora, porque eso es exactamente lo que he pensado yo con este trabajo suyo.
Andrés Barrero
contacto@andresbarrero.es
@abarreror
Me sumo a la valoración que hace Andrés Barrero sobre el libro de Emma Prieto, Escamas en la piel.
Creo que él lo dice precioso.
Solo quiero decir que también pienso que es un libro lleno de sinceridad, honestidad y belleza. Desde un punto de vista muy particular.
Gracias a los tres