España, decí alpiste

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La argentinidad se nota cuando uno deja de vivir en ella; o sea… yo siempre tuve bien claro cómo somos los argentinos (o los habitantes de Buenos Aires, en mi caso) pero nunca lo tuve tan claro como desde que los veo y escucho a la distancia. Nunca fue tan evidente esa genial manera de ser que mezcla lo mejor y lo peor, que reúne ironía, inteligencia, soberbia, amor por los libros y una gran capacidad dialéctica.

Siempre me río con una publicidad radial de un programa deportivo: en ella habla un español imitando el acento argentino y para decir que el programa es recomendable se va de tema constantemente y utiliza una decena de conectores dignos de risa, como “teniendo en cuenta” “visto y considerando” “desde mi punto de vista” Muy argentino. Genial. Divertidísimo.

Ahora… Los españoles tienen lo suyo también. Yo vivo con ellos a diario y cada día descubro más y más su forma de ser ¿pero quién mejor para contarnos cómo son que Hernán Casciari, que desde que se fue a vivir a Barcelona desde su Mercedes natal no hizo otra cosa que escribir al respecto, siempre con mucho éxito? Muchos de esos desopilantes artículos se transformaron en España, decí alpiste, uno de esos libros que no se pueden dejar de leer, que nos aseguran risas por doquier y que además está muy bien escrito, sin caer en chistes trillados y sin faltar el respeto.

Casciari tiene la capacidad de los grandes del humor: así como nos hace reír, logra que lloremos de lo lindo; así como nos reiremos con la forma de ser de los españoles a los ojos de un argentino, también lloraremos con los artículos del capítulo sobre la nostalgia, en la que recuerda su amada Argentina y logra transmitir sus sensaciones de manera envidiable. Hay un artículo sobre el mate que te pone la piel de gallina.

Particularmente me sentí muy identificado con este libro porque también nací “allá” y me vine a vivir “acá”, pero creo que España, decí alpiste es apto para todo público; los españoles podrán leer tranquilamente sus páginas para conocerse un poco más, mientras que a los argentinos que no se vinieron a vivir a Europa este libro les servirá para darse cuenta que no todo lo bueno del mundo está en el viejo continente, porque en aquél lejano país en el sur del mundo están los amigos que sí hablan de psicología, la familia compuesta por personas que no solo son familiares sino también amigos, y las costumbres que a los dos meses de estar de este lado ya extrañamos tanto como jamás hubiéramos imaginado.

Para terminar les dejo dos fragmentos del libro que representan típicas escenas cotidianas que se convierten en divertidas al comparar entre ambos países:
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El Sexo

Una pareja argentina en la cama

ELLA — Tengo la libido un poco alta.
EL — ¿Estás siendo subliminal?
ELLA — No, en serio. Debo estar somatizando.
EL — No seas hipocondríaco.
ELLA — ¡Qué! ¿Me estás analizando?
EL — Nada que ver, persecuta…
ELLA — Masoca de mierda, cuando vos estás depre yo te banco.
EL — Ahora no me sicopatiés.
ELLA — ¿Por qué te ponés a la defensiva?
EL — No, boluda, pero me paranoiquiás.
ELLA — Porque la vas de histeriquito.
EL — ¿Ves? Ya te entró la neura.
Una pareja española en la cama

ELLA – ¿Follamos, Manuel?
EL – Mejor mañana, Pili.
ELLA – Vale.
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El Tiempo

Una sobremesa familiar argentina

PADRE – ¿Llueve?
HIJA – No; es mamá que está regando las plantas.
PADRE – Ah.
Una sobremesa familiar española

PADRE – ¿Llueve?
HIJA – No, pero ha dicho el hombre del tiempo que mañana se prevén chubascos en el cantábrico, nordeste de Castilla, Navarra, La Rioja, norte de Aragón, centro de Catalunya y sur de la Comunidad Valenciana.
PADRE – ¡Me cagüen la mar! Habrá que salir con paraguas…
HIJA – Va a ser que sí, porque los chubascos serán localmente moderados y ocasionalmente con tormentas, aunque me ha dicho la señora de abajo que irán remitiendo a lo largo del día.
PADRE — ¿Pero entonces qué es eso que se oye, si no es lluvia?
HIJO — Es la mama, que está regando las plantas.
PADRE — Dile que entre, que ya se ven los intervalos nubosos.
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¡Tal cual, los argentinos analizamos todo muchísimo (primer caso) y los españoles aman hablar del tiempo (caso dos)!

Roberto Maydana

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