Estaba en el aire, de Sergio Vila-Sanjuán
Premio Nadal 2013
Los años sesenta. Una época en la que este país se levantaba de unas cenizas demasiado negras, una época en la que se veía cierta luz al final de un túnel que se había construido a base de pico, pala, y mucho sudor, una época, en definitiva, en la que poder reír en algunos momentos, y llorar en otros en la intimidad de nuestra casa. Y es que en un país que empezaba a salir de la dictadura, no era difícil que se mezclaran, como en una macedonia, historias de fiestas y dinero con otras de reencuentros, de hijos perdidos por la guerra. Eran esos años en los que algunas sombras seguían siendo demasiado alargadas, demasiado peligrosas, pero en el que la luz intentaba disiparlas. Las aceras bullían de vida, los comercios abrían sus puertas y el horror, la muerte que había venido persiguiendo durante años a multitud de personas, se iba disipando para dar lugar a un nuevo mundo, a un nuevo sentimiento, a una nueva realidad para todos.
En la Barcelona de los años sesenta, confluyen tres voces distintas, pero que forman una misma realidad. Un joven que busca sus orígenes, una mujer que lucha por recuperar lo que perdió a través de su belleza y un programa de radio, Rinomicina le busca, que se convierte de la noche a la mañana en un éxito sin precedentes.
Siempre es agradable que una editorial tenga la confianza en ti suficiente para enviarte un libro antes de su publicación. Más si cabe si éste es el Premio Nadal 2013, uno de esos libros que cuando conoces al autor ganador tienes unas ganas infinitas de leer. Así que cuando recibí un ejemplar, me puse sin ningún miramiento a devorar sus páginas. ¿Y qué me he encontrado en él? Una historia que nos permite viajar al pasado, que nos regala un billete de ida y vuelta a una época como lo son los años sesenta en la que encontrar que las luces y sombras, en un país que seguía destrozado por la dictadura, convivían sin tocarse, sin apenas rozarse unos milímetros cuando caminaban por la acera, cuando encendían la luz por las noches o cuando se alimentaban para poder seguir. Y es que en el fondo, esas historias que nos permanecían desconocidas, aparecen en esta novela con una fuerza renovada, con una forma escrita como sólo pueden estarlo aquellos proyectos que lleva a cabo un profesional del medio, de la literatura, de los buenos libros que aparecen como si fuera de improviso y que se quedan en una estantería, llamándote una y otra vez para que vuelvas a reencontrarte con ellos pasado el tiempo. Un tiempo que refleja la vida que muchos de nosotros pudimos haber llevado, porque echar la vista atrás siempre acarrea ese peligro de no gustarnos lo que vemos.
Sergio Vila-Sanjuán escribe una historia con el sabor de lo pasado, de lo que fue y no debió ser, recubierto de pequeños detalles que demuestran que su oficio como escritor pasa de largo el simple notable, para dotar a su escritura de un sobresaliente. Porque los recuerdos que permanecen en nuestra mente, algún día pueden verse convertidos en novelas como “Estaba en el aire” que te llevan, en un viaje rápido e indoloro, a un momento de la Historia de este país en el que la vida era como una bandada de pájaros que intentaban volar, cambiar de rumbo y de paisaje, pero que no lo conseguían del todo, aunque nos demuestra, en ese gran artificio que es la literatura, que el humor puede seguir presente a pesar de todo, incluso precisamente por todo lo que está pasando.
Decía que siempre es agradable que una editorial como Destino te facilite un ejemplar para que puedas degustarlo como si fuera una de esas cenas con las que llevas soñando durante años, pero lo que no he dicho es que todo eso de poco serviría si la historia que guardan las solapas de un libro no merecieran la pena. Y esta lo vale, por varias razones: porque el retrato de una Barcelona que despierta es una de esas imágenes bien llevadas, bien contadas, bien reflejadas; porque cuando el lector se sienta en su butaca y puede imaginarse cada uno de los escenarios que el autor ha creado para nosotros significa que su labor de investigación, su conocimiento de una tierra que a algunos puede parecer lejana, deja de serlo en el mismo instante en que posamos nuestros ojos en las letras; y porque crear unos personajes tan dispares, pero tan iguales al fin y al cabo, sólo te hace pensar que cuando cierres el libro habrás descubierto una nueva compañía de la que querer saber más, nunca menos.
Barcelona en los años sesenta fue un hervidero. Todos y cada uno de los ingredientes que formaban el caldo de la sociedad se convirtió en un polvorín que, en algunos momentos, tenía que explotar. Pero si Hemingway tituló una de sus novelas con “París era una fiesta”, no hay lugar para la duda, podríamos decir que gracias a esta novela, Barcelona era una fiesta, y además una muy divertida.
La verdad es que este libro me llama bastante la atención, raro en mí teniendo en cuenta que los premios literarios son de las últimas cosas que leo (aún no me explico por qué). Después de leer vuestra reseña creo que esta vez voy a romper con lo que es propio de mí y voy a sumergirme en esta historia antes de lo previsto 😉
Un saludo