Estampas de Italia, de Charles Dickens
¿Y si nos olvidamos de Londres por un tiempo en este año reservado a Charles Dickens en Libros y Literatura? ¿Y si dejáramos de lado la niebla, el frío del amanecer, el grisáceo mar que se adivina al fondo? ¿Qué tal, queridos viajeros, si abrazamos el polvo de los caminos, el atardecer soleado tras las colinas que nos rodean, el carnaval con las máscaras, la luz que desprende el quinquel mientras descansamos en una de las posadas de Génova, de Verona, de Módena, donde ir descubriendo la vida que recorre sus caminos? ¿Y que tal si, llegando a Roma, nos dejamos invadir por la fiesta, por el sin sentido, y nos comemos parte del mundo, rodeado por el arte que lo rodea? Porque estas “Estampas de Italia” nos permiten viajar y descubrir rincones del país mediterráneo junto a la mano de su autor, el irresistible Charles Dickens.
No hay un lugar que pueda tener una misma mirada. Cada uno de nosotros vivimos la realidad de forma diferente, e Italia no es menos. Durante este viaje, nos encontraremos con un mundo que conocemos, aunque sea desde lejos. Pero, ¿y si lo que sabemos, y si de lo que nos acordamos sea un simple recuerdo? Un retrato de una sociedad, un lugar, un estilo de vida pasado que nos reencontraremos, una y otra vez, a través de estas palabras.
Charles Dickens llamó a Roma la Ciudad Eterna, se perdió por las calles de la inmejorable Verona, o atravesó Nápoles hasta el fin de su viaje. Pero “Estampas de Italia” no es sólo una descripción de los lugares italianos, no se trata de un conjunto de detalles sobre las calles que pueblan una ciudad, un pequeño lugar, o un camino que nos lleva a mundos tan grandes en belleza como son las que pueblan este viaje. Lo que Charles Dickens nos descubre en este lienzo lleno de color, es la historia de la gente, la vida que bulle dentro de las ciudades, el arte que recorre el paisaje, y los colores que inundan, con su visión londinense, un lugar que, como un corazón que late apresurado, irriga de sangre cada parte de nuestro cuerpo. Porque pasear de la mano de estas palabras, recorrer letra a letra es como oler lo que nos cuenta, lo que narra con una prosa exquisita, con una microscópica mirada a los pequeños detalles que a un observador poco avezado en el acto de mirar se le escaparía. Es un cuadro, pintado a través de las palabras, que nos transporta a orígenes lejanos, a otro mundo, a la Historia, esa que escriben los grandes con mayúscula. Eso es “Estampas de Italia”. Eso ha sido siempre Charles Dickens.
Y en un momento, cuando cierras los ojos, cuando cierras el capítulo que estás leyendo, te encuentras absorbiendo el aroma de los carruajes, el color de las máscaras, el rumor de una sociedad que hierve por dentro y que explota, que lo llena todo, que nos recorre con un hormigueo en el cuerpo mientras nos quedamos sentados, viajando en el metro, o saboreando un café. Porque esa es la magia de este tipo de literatura amigos, poder viajar a otros lugares, a otros sueños, a otras vidas, y hacerlas nuestras de una forma que sólo consiguen los grandes, como Charles Dickens, jugando con las palabras como sólo lo hacen los maestros. Cautivando, desde el corazón, en estas “Estampas de Italia” que nos hacen vestir unos zapatos gastados mientras andamos por una tierra por descubrir.
Así que, ¿por qué no abandonar Londres, con su lluvia, con su ruido, con su olor a mercado, con el ajetreo de las grandes ciudades? ¿Por que no aprender a vivir en un pequeño mundo en el que relajarnos, batallar, y después, sentarnos a disfrutar?